Inicio  /  Especiales

¿Por qué ocurren los linchamientos en México?

En días recientes ha habido varios casos de linchamientos en México, ¿cuál es su relación con las noticias falsas?

Los mensajes anónimos de Whatsapp no son una fuente confiable de información porque no hay forma de verificar su contenido. Eso lo sabemos; sin embargo, si el mensaje en cuestión alerta a las familias sobre la seguridad de sus hijos, ¿somos capaces de poner en duda su validez?

A mediados del 2018 comenzó a popularizarse una cadena de Whatsapp que advertía sobre una supuesta “plaga de robachicos”, dedicada al tráfico de órganos que llegó a México para recabar recursos. El mensaje incluía una descripción detallada del estado en que presuntamente se encontraron varios cuerpos de niños “abiertos de la parte del abdomen y totalmente vacíos por dentro”. Al final, había una lista de recomendaciones para prevenir el robo de menores, como no dejar a los niños solos en la calle ni mandarlos sin la compañía de un adulto a ningún lado.

Hasta el momento, los gobiernos de Baja California Sur, Jalisco, Durango, Hidalgo y Colima desmintieron que hubiera tal banda de robachicos. Sin embargo, quizás el mensaje viaja más rápido que la respuesta de las autoridades. En menos de una semana, fueron linchadas cuatro personas en dos estados (Puebla e Hidalgo) por ser sospechosas de robar niños.

En Acatlán de Osorio, Puebla, una multitud golpeó, roció de gasolina y prendió fuego a Ricardo Flores Rodríguez (de 46 años) y a Alberto Flores Martínez (de 22 años). Los hechos empezaron a mediodía cuando dos hombres se estacionaron afuera de una escuela. Alguien los señaló como posibles robachicos y la gente comenzó a acosarlos. Las autoridades los recataron de la turba y los llevaron a una prisión para protegerlos, pero la multitud llegó hasta el lugar, los sacaron a empellones y los lincharon a la vista de cientos de cámaras de teléfono que registraron los hechos. La madre de uno de los presuntos delincuentes presenció los hechos desde un Facebook Live. Más tarde, se comprobó que eran trabajadores de campo sin antecedentes criminales.

Unos días después en Santa Ana Ahuehuepan, Hidalgo, se presentó una situación muy similar. Un grupo de personas le prendió fuego a una pareja (un hombre y una mujer) ante la sospecha de que eran secuestradores de menores. Sus presuntas intenciones criminales no se han confirmado.

Una historia que no se ha querido escuchar: las razones históricas y psicológicas de los linchamientos

Los linchamientos son un fenómeno que aparece en las sociedades ante una crisis de impartición de justicia y desconfianza ante la autoridad responsable. En principio, constituyen un delito grave, porque violan uno de los derechos humanos fundamentales: la presunción de inocencia ante cualquier acusación. Debido a su inmediatez, los linchamientos no admiten un proceso de presentación de evidencia ni dan oportunidad a la autodefensa. Según algunos estudios, en México este delito suele cometerse, la mitad de las veces, por sospecha de robo.

La desconfianza en la capacidad de las autoridades para impartir justicia y el aumento en la percepción de inseguridad son los principales factores que determinan este actuar descontrolado de la multitud. En un periodo de rendición de cuentas (como lo es un final de sexenio), las cifras sobre inseguridad y crímenes aparecen con frecuencia en medios impresos y digitales. Eso, sin duda, genera ansiedad en la ciudadanía y fortalece la idea de que hay una crisis de gobernabilidad. Ante esa sensación, una de las opciones más inmediata es “hacer justicia por mano propia”.

Imagen de una multitud preparándose para linchar a Jeese Washington en un árbol frente a la ciudad Waco (Fuente: Wikipedia, creative commons)

El problema es que los linchamientos son todo menos actos de justicia. No reparan el daño hecho (es más, ni siquiera hay certeza de que algún daño se hizo), no representan un castigo para acciones ilegales (pues, de nuevo, no se sabe si tales acciones existieron) ni evitan que lo que despertó la sospecha ocurra.

De acuerdo con la Dra. Elisa Godínez, especialista en el tema, los linchamientos tienen que ver con la incapacidad del gobierno para responder ante una situación de emergencia y con el hartazgo social frente a la impunidad, entre otros factores. Según sus investigaciones, es común que en semanas previas a un linchamiento, haya habido denuncias de crímenes desatendidas por las autoridades locales. Por otro lado, los linchamientos en México suelen ocurrir con  mayor frecuencia en zonas marginales (tanto geográfica, como administrativamente). En los lugares donde lo legal y lo ilegal están superpuestos (por problemas con el crimen organizado, por ejemplo), aparecen conflictos a la hora de gestionar la violencia y la justicia. El Estado deja de ser el único que puede ejercer violencia y eso altera los mecanismos de respuesta ante el peligro (o ante lo que se percibe como peligro; en los casos recientes, falsas alarmas de secuestros de menores).

El origen de la expresión “linchamiento” es el nombre de Charles Lynch, un granjero estadounidense que se hizo famoso por los castigos que ejecutaba durante la Guerra de Independencia de 1782. El fenómeno está presente en muchas manifestaciones culturales, ejemplo de ello el final del filme Frankenstein (1931), en el que una multitud lleva al “monstruo” a lo alto de un molino y, desde allí, lo lanza al vacío.

Algunos números para entender la dimensión del problema

En un estudio del Instituto Belisario Domínguez, se afirma que en las últimas tres décadas ha habido cerca de 400 linchamientos. La Dra. Godínez, por su parte, apunta que es muy difícil saber cifras reales del problema porque no existe ninguna instancia gubernamental dedicada a su análisis, razón por la cual no hay una metodología estable de medición. Los especialistas tienen que recurrir a la prensa y a los testimonios para cubrir esa laguna de información. La Dra. Godínez definió de la siguiente forma el fenómeno para realizar sus conteos:

Un linchamiento es un acto de violencia colectiva extra-legal cometido por una multitud en contra de uno o pocos sospechosos en el que se utiliza la fuerza física como una forma de castigar un agravio supuesta o realmente cometido. Asimismo, un linchamiento es tal, independientemente de si la o las víctimas mueren, además, existen diversos tipos en función del contexto en el que ocurren y del actor colectivo que los protagoniza”.

Aún teniendo esta definición, hacer un conteo fue complicado porque el número de registros en un periodo de tiempo determinado variaba según el periódico consultado: entre 2006 y 2012, La Jornada refirió 77 casos; El Universal, 67, y Reforma, 39. Su propia investigación arrojó 17 casos que ningún medio reportó. La conclusión de ello es que, a falta de un sistema estable para saber cuántos linchamientos ocurren y determinar su naturaleza (sus causas, las condiciones en que ocurren, el contexto geográfico, entre otros factores), el número real excede por mucho toda aproximación.

Foto del linchamiento de Henry Smith en París, Texas en 1893 (Fuente: Wikipedia, creative commons).

Un primer paso para atender este particular conflicto es, precisamente, crear bases de datos confiables para hacer posible el análisis de la información. Ante el desconocimiento de lo particular del problema, es prácticamente imposible reaccionar de forma racional. En resumen, así como la mayoría de los linchamientos se evitaría con una oportunidad de comprobación de los hechos, en el estudio de los casos también se necesita tener certeza de las dimensiones de la situación para responder de forma efectiva a ella.

Más especiales