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Pobreza en Estados Unidos: ¿De verdad le ha servido el neoliberalismo a la gente?

¿Qué es el neoliberalismo?, ¿Ha servido para la gente de Estados Unidos?, ¿O solo ha hecho más ricos a los ricos?

Empecemos con ideas básicas: ¿qué significa que un país sea rico? ¿Quiere decir que no tiene ciudadanos pobres?, ¿o que sus ricos son más ricos que los de otros países?

La falsa promesa del neoliberalismo

El neoliberalismo, que domina el panorama económico de la mayoría de los países del mundo en los últimos 35 años, tiene una hipótesis firme al respecto. Para que se genere riqueza, los más ricos tienen que contar con los recursos necesarios para invertir en la producción. Entre más inversión, más empleo, y, por lo tanto, menos pobres.

Personas sin hogar en las calles de Filadelfia. 18 de octubre de 2018 (Getty Images)

Pongámoslo de esta manera: si la riqueza de un país fuera un pastel gigante, el neoliberalismo diría que en lugar de repartir pedazos de pastel en partes iguales; lo que hay que hacer es promover que el pastel sea más grande. Así, aunque nos tocara una pequeña porción, sería suficiente, porque el pastel sería gigantesco. No tiene sentido darle recursos a los pobres, más bien hay que promover que los ricos hagan más dinero para que inviertan y el pastel crezca de tamaño.

Ahora bien, el pastel ha crecido desenfrenadamente. Nunca se ha producido más en el mundo que el día de hoy. Pero sigue habiendo pobres, incluso gente que no tiene lo suficiente para subsistir. ¿Cómo puede ser? La respuesta obvia es que la hipótesis neoliberal está equivocada, el hecho de que el pastel sea enorme, no quiere decir que la porción para los pobres crezca. Más aún, entre más grande sea, los ricos van a buscar apropiarse de un pedazo mayor.

Existe una vasta evidencia de que el aumento de producción no disminuye necesariamente la pobreza. Veamos el caso de Estados Unidos. Se trata de uno de los países que más producen en el mundo, con una economía gigantesca y una gran confianza en la innovación. Sin embargo, el relator de la ONU sobre pobreza extrema y Derechos Humanos, Philip G. Aston, lo calificó como “campeón de la desigualdad”.

Una mujer sale de un lugar en el que se regalaba comida en el Bronx, uno de los lugares más pobres de Nueva York. 11 de Julio de 2018. (Getty Images).

Y no es para menos. En 1980 el 1% de adultos más ricos percibían el 10% de los ingresos en EUA y Europa. Al día de hoy, ese índice creció al 12% en Europa, pero el 20% en EUA. La desigualdad en el crecimiento ha sido particularmente dramática. El 1% más rico en nuestro vecino del norte ha visto crecer sus ingresos 205% en el mismo periodo, esto se convierte en 636% para el 0.001% más rico. Mientras tanto, el ingreso del 50% más pobre se ha quedado estancado desde 1980. En otras palabras, el pastel es más grande, pero eso no ha representado un aumento en el ingreso de los pobres.

Esta situación es consecuencia directa de las decisiones gubernamentales. El World Inequality Lab ha recopilado una enorme cantidad de datos al respecto en todo el mundo, y ha llegado a la conclusión de que la pobreza no es una consecuencia inevitable de la producción actual. Más aún, la han definido como una “decisión política”. Es decir, la pobreza existe porque los gobiernos así lo deciden.

Siguiendo esta idea, Philip Aston ha sido enfático al declarar que uno de los mayores problemas que enfrentan los pobres en EE. UU. es la discriminación. Para los políticos del país norteamericano, los pobres son flojos, mentirosos y manipuladores; mientras que los ricos son nacionalistas, productivos y confiables. Uno de los prejuicios que más afectan a los pobres es que “se aprovechan” de los servicios gubernamentales de bienestar. Muchas personas encargadas de diseñar políticas públicas se imaginan a los pobres tirados en el sofá y viviendo de los apoyos del gobierno. La realidad es mucho más dura. Según Aston, muchos trabajadores necesitan de los bonos de comida que reparte el gobierno para sobrevivir, a pesar de cumplen largas jornadas en empresas gigantescas. Un recorte en este sentido, sería fatal para ellos.

Persona busca en la basura de un bote de Manhattan en Nueva York. 14 de diciembre de 2017. (Getty Images).

Las políticas diferenciadas son otro lastre. Por ejemplo, la adicción a los opioides es uno de los problemas más presentes en la conciencia estadounidense. Existe una tendencia a culpar a los individuos en lugar de atender las causas; y quienes más padecen esta premisa son precisamente los pobres. Muchas ayudas de gobierno en estados como Virginia están condicionados a pruebas de consumo de drogas. Además de que son una violación a la privacidad, también son terriblemente discriminatorias. Se le niegan recursos básicos a una madre que padece una adicción, pero no se hacen pruebas de consumo de drogas a los legisladores que deciden impulsar esas políticas, y que viven ostentosamente del presupuesto. En este, como en muchos otros casos, la pobreza se trata como si fuera un crimen. Revisemos bien, no es que los ricos o los funcionarios públicos no tengan problemas con los opioides, pero a ellos no se les cortan sus beneficios sociales por ello.

Otro caso, igualmente alarmante, es el de la gente sin hogar. Las ciudades más importantes y boyantes de Estados Unidos, como Nueva York, Los Ángeles, San Francisco o Portland han visto gentrificar sus barrios tradicionales. La gente que vivía ahí ya no puede pagar la renta; si tienen una discapacidad, sufren adicciones o tienen una crisis de desempleo, pueden acabar literalmente en la calle. Adicionalmente, entre menos ingresos tengas en EE. UU., mayor porcentaje de tu sueldo pagarás en impuestos, intereses, multas y fianzas. Para algunas personas sin hogar, todo comenzó por una multa de tránsito o un micro préstamo que no podían pagar.

Piénsenlo, le puede pasar a cualquiera; y le ha pasado a más de 550 mil personas en el último año en EUA. Recuperarse después de vivir en la calle es extremadamente difícil. Las penas por delitos relacionados con ello –como orinar en vía pública, dormir en las banquetas o tirar basura– han aumentado. En su informe, Aston cuenta que, por presiones de la industria inmobiliaria, los policías desalojan a los sin hogar de las calles, y cuando ellos les preguntan a dónde pueden ir, no tienen respuesta.

Una mujer joven pide caridad en las calles de Nueva York. 14 de diciembre de 2017. (Photo by Spencer Platt/Getty Images)

El hecho de que estas personas vivan en la calle no es, ni por asomo, inevitable. Si vives en un país de Europa, o en Uruguay o en Japón, cuentas con una red de protección social que evita que caigas en desgracia aunque vivas una crisis. En EE. UU., si pierdes tu empleo, empiezas a beber mucho, pides un préstamo en las instituciones de micro crédito o te dan una multa que no puedes pagar, la espiral de infortunio te puede llevar a vivir en la calle.

Se supone que la riqueza se mide por qué tan ricos son los habitantes de un país, porque la riqueza produce riqueza. Sin embargo, los más ricos no necesariamente invierten en los más pobres. Hacer más grande el pastel, no hace que les toque a todos lo justo o lo necesario para vivir. La pobreza es una opción política, no una fatalidad económica.

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