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Video: Los rostros del éxodo venezolano

El equipo de Carlos Loret de Mola viajó a Venezuela para retratar los rostros del éxodo venezolano, la crisis más apremiante de América Latina.

El equipo de Carlos Loret de Mola viajó a Venezuela para retratar los rostros de la crisis migratoria y humanitaria más apremiante de América Latina.

En Venezuela hay una crisis humanitaria devastadora. Toda la región está sufriendo los efectos de un éxodo masivo que no ha parado de crecer en los últimos dos años; un éxodo que sucede en plena luz del día, en el frío, el calor y la intemperie; en nuestro continente, con nuestros hermanos.

Carlos Loret de Mola y su equipo de investigación viajó al Páramo de Berlín, en la frontera de Colombia con Venezuela, el lugar más peligroso de la ruta de los migrantes. Entrevistó a refugiados en Brasil, en Ecuador y en Perú. Siguió las peregrinaciones de días y el rastro de los muertos en el frío del páramo.

El resultado es un poderoso documental que pone un rostro a los números de la crisis. Aquí están los hombres que sufren, los niños desplazados, las sillas de ruedas que se quedaron sin caucho; aquí están las violaciones, la dignidad, los abogados que mendigan y los refugiados que ruegan; aquí está un páramo de la humanidad desolada y las razones de un abandono; aquí es donde debe estar nuestra compasión y nuestra solidaridad.

Las razones de la crisis

En 1999, el pueblo venezolano estaba harto de un sistema bipartidista corrupto. El voto masivo se inclinó hacia una izquierda que prometía todo e iluminaba el cambio. La figura era ya un mártir y uno de los militares más reputados del país, el comandante Hugo Chávez.

Cuando Chávez llegó al poder, la bonanza económica por los altos precios del petróleo lo ayudaron a consolidar cuantiosos programas sociales. Venezuela, cosa que se olvida con el tiempo, era uno de los países más potencialmente ricos del mundo: sus reservas de crudo eran casi ilimitadas. Pero todo tiene su final.

Los precios del crudo no se mantuvieron eternamente y, cuando pasaron de 100 dólares el barril a 50, la economía de Venezuela comenzó a sufrir. Antes del chavismo, el 23% de la economía del país caribeño reposaba en otras áreas ajenas al petróleo; después del chavismo el 97% dependía de los precios del crudo.

Fotografía del fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez. (Getty Images)

Coincidiendo con la muerte de Chávez, el régimen que ya se tornaba autoritario, se convirtió en una verdadera preocupación dictatorial bajo el mando de Nicolás Maduro. La creación de la Asamblea Nacional Constituyente se entendió, internacionalmente, como una forma de disolver la independencia de los poderes en Venezuela.De pronto, los cuatro poderes de la República Bolivariana (el ejecutivo, legislativo, judicial y popular) parecían estar bajo la tutela de las mismas personas… y fue la gota que derramó el vaso.

Las protestas por salvaguardar el último resquicio de democracia en Venezuela, causaron centenas de muertes y dividieron profundamente a una sociedad en penuria. La inseguridad, mientras tanto, siguió creciendo: en Venezuela, cosa que parece impensable, se mata el doble que en México. Y eso ya es decir…

Estados Unidos mantuvo reuniones secretas con militares rebeldes de Venezuela. (Getty Images/archivo)

Todas estas razones se juntan en la miseria, el dolor y la terrible pérdida de calidad de vida. La inflación en este país que solía ser particularmente opulento ha llegado a un ridículo aumento del millón por ciento. Gente trabaja seis días para poder comprar una botella de agua. La vida se convirtió en algo insostenible.

El precio de la Harina Pan ha subido en un 60% en cuestión de meses y el precio de los frijoles subió 5 mil bolívares cada hora durante meses. Dos de cada tres Venezolanos ha bajado de peso 11kg en el último año.

¿Se puede mantener esta vida?

Un teniente del Ejército de Brasil habla con una mujer y su hijo de Venezuela (Reuters)

Los rostros de la crisis

Tomar la decisión de dejar la patria no es algo que se toma la ligera. Imaginen un momento abandonar a hijos, amigos, familiares y vecinos; abandonar la comida a la que te acostumbraste y los olores que reconoces; abandonar tu profesión para limpiar vidrios en un semáforo y pedir comida en la calle mientras la gente te mira con desprecio. Abandonar el hogar es un acto de valentía y un síntoma de desesperación. Así cantan los migrantes:

“Por más que esté fea,
Siempre será Venezuela
Sus ríos, su cordillera,
La playa y música buena
Las arepas, el patacón
y la cachapa rellena
Gente mala y gente buena
Que habitan en mi país
Como en todos los lugares
Eso pasa hasta aquí.”

Desde que empezó el éxodo venezolano, más de dos millones de personas han dejado el país. Es más que la población completa de Yucatán y, en un país de 32 millones de habitantes, representa casi el 10% de todas las personas que lo habitan.

Cerca de 35 mil venezolanos cruzan cada día la frontera con Colombia, algunos en busca de alimentos y medicinas. (Getty Images)

La migración venezolana está profundamente relacionada con la crisis que está viviendo el país. Crisis política, democrática, institucional, de derechos humanos, de violencia, ciertamente, pero, sobre todo, crisis económica. Los anaqueles vacíos, las filas interminables para comprar comida, la incertidumbre, la falta de agua… las condiciones mínimas de vida que no se cumplen.

Es por eso que el 80% de la migración reciente desde Venezuela ha salido durante los años 2016 y 2017. También, entre 2015 y 2017 la migración de venezolanos a todas partes del mundo se incrementó en un 132%. Estas son cifras reales y preocupantes. Pero sólo son eso, cifras y números anónimos, vacíos.

La realidad tiene nombres, tiene rostros, tiene historias que contar. Por eso son importantes los testimonios reales de los protagonistas de esta crisis humanitaria. Por eso es importante darle dimensión global a este éxodo y encontrar la realidad de los desplazamientos, los países con refugios desbordados, la xenofobia y la esperanza que acompañan cada paso del migrante. Como mexicanos, sabemos que ese camino nunca será fácil.

Un manifestante antigubernamental se cubre la boca en Caracas, Venezuela (Archivo/AP)

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