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¿Todas las vidas importan? Esta novela de ciencia ficción nos plantea esta pregunta

El ganador del premio Nobel de Literatura 2017 Kazuo Ishiguro habla sobre la condición humana a través de la ciencia ficción.

Kazuo Ishiguro nació en Japón en 1954, pero desde 1982 adquirió la nacionalidad inglesa tras más de veinte años de estancia en tierras británicas. Su formación como escritor proviene de las aulas de la Universidad de East Anglia, donde tuvo oportunidad de tomar clases con Angela Carter y Malcolm Bradbury. 

Tras ocho novelas publicadas (todas escritas en inglés), algunos libros de cuento y varios guiones para cine y televisión, Ishiguro recibió el mayor galardón al que puede aspirar un escritor.

La Academia sueca reconoció especialmente su capacidad para recrear los mecanismos de la memoria en formas narrativas que cruzan varios géneros, como la ciencia ficción, la novela negra o la escritura de mitos. Sara Danius, miembro del comité que otorgó el premio en 2017, dijo en el discurso de entrega lo siguiente:

Ishiguro viaja con sus historias como si fueran campanas de buceo, descubriendo cosas en el poderoso mar de la amnesia. Por encima de todo, él explora a detalle cómo interactuamos con el pasado y qué cosas -como individuos, como comunidades o como sociedades- debemos olvidar para sobrevivir.

En algunos de sus relatos está presente no sólo la cuestión del olvido sino también del derecho a la verdad y a tener una historia propia. Por medio de una novedosa aportación al género de la ciencia ficción, Ishiguro trató estos temas en su novela Never Let Me Go (2005) que fue adaptada al cine en 2010, bajo la dirección de Mark Romanek.

Never Let Me Go o la verdad que humaniza

[Alerta aquí hay spoilers]

En su discurso para el banquete de la premiación Nobel, Ishiguro dijo que recibir tal galardón era un honor porque le hizo sentir que había contribuido con su trabajo a la historia del hombre: a diferencia del placer que causa ver a un atleta connacional ganar una medalla, ver a alguien ganar un Nobelcontinuó el escritorprovoca una emoción de unidad y no de competencia. 

Esa idea, de anteponer la comunidad al individuo, está implícita en su novela que tiene tintes de ciencia ficción. Never Let Me Go narra los recuerdos de Kathy, una mujer de treinta y un años, que está cerca de morir. La historia se sitúa en algún lugar de Inglaterra y transcurre en un tiempo paralelo de la segunda mitad del siglo XX. En esta versión de lo que pudo pasar, la clonación humana es una realidad y se ha vuelto una práctica tan común, que existe un lote de seres creados con la única finalidad de hacer donaciones de órganos.

Kathy, Tommy y Ruth pertenecen a ese grupo de seres. Durante la mayor parte de la novela, el tema aparece de forma velada con referencias a las dos opciones laborales que los tres jóvenes tendrían: ser donadores o ser cuidadores. Criados como huérfanos en el internado Hailsham, los tres amigos desarrollan sus propias teorías acerca de lo que esconden sus profesores. Sin embargo, la extrañeza del ambiente en que se desarrolla su adolescencia parece justificada por la sensación de no pertenencia al mundo que caracteriza esa edad. La vaga idea de que algo está fuera de lugar se entremezcla con el desarrollo de una relación amorosa entre los tres amigos.

Ishiguro logra mostrar lo complejo y profundo de la personalidad de sus personajes principales antes de confesarnos que no son seres humanos biológicos, sino clones. Para cuando esta trama se descubre, no hay duda alguna sobre la humanidad de los tres muchachos. En el momento en que Kathy y Tommy se enteran del propósito con el que fueron creados (cultivar órganos para donarlos a personas con enfermedades graves), se sorprenden ante su propia ingenuidad: toda la vida sospecharon que algo andaba mal, pero nunca dudaron de su propia validez humana. Una antigua supervisora de la escuela les explica su situación de la siguiente forma:

Nosotros le demostramos al mundo que si los estudiantes eran criados en ambientes humanos y cultivados, sería posible para ellos crecer tan sensibles e inteligentes como cualquier ser humano ordinario. Antes de eso, todos los clones -o estudiantes, como nosotros preferíamos llamarles- existían sólo para abastecer la ciencia médica. En los primeros días, después de la guerra, eso eran ustedes para la mayoría de las personas. Objetos vagos en tubos de ensayo (p. 261).

El hilo narrativo se descubre totalmente a partir de ese momento como una distopía, es decir, como un futuro posible en el que la historia humana tomó un rumbo peor que el actual. Al interior del relato, el descubrimiento de la verdad no provoca una reacción muy adversa. Kathy y Tommy reciben con serenidad las noticias sobre su naturaleza y, de algún modo, sienten alivio de que Ruth muriera antes de poder enterarse de ello, tras completar su número de donaciones posibles. Sin embargo, como lectora, es casi imposible no sentir estremecimiento al confirmar la sensación creciente de que algo no estaba bien con ese mundo tan parecido al nuestro.

No todas las vidas importan lo mismo pero vale la pena recordarlas

Quizás la semejanza más profunda entre el mundo de Never Let Me Go y el nuestro sea que no todas las vidas importan de igual manera. Un tiempo antes de morir, Ruth comparte con sus dos amigos una teoría sobre la posibilidad de escapar a la obligatoriedad de las donaciones: ella cree que si Kathy y Tommy son capaces de comprobar que se aman de forma verdadera, entonces recibirán una excepción.

La manera en que podrían lograrlo es por medio del las pequeñas muestras de arte (dibujos, sobre todo) que produjeron en su paso por Hailsham y que fueron recolectados por una supervisora especial. Ishiguro plantea de esta forma que existe una conexión entre las capacidades de sentir amor y de crear arte y la condición humana. Sin embargo, esto no se cumple. Nada importa si los “estudiantes” pueden enamorarse o ser grandes artistas, siguen siendo clones y, por lo tanto, inferiores a los humanos. El valor de su vida está determinado desde su nacimiento y no hay nada que ellos puedan hacer para cambiarlo. Son parte de una minoría destinada a servir a otros, aunque sus sentimientos sean tan reales como los del resto.

Tras la muerte de Tommy, lo único que le queda a Kathy es recordar lo que vivió mientras recorre largos tramos en carretera entre hospitales. Kazuo Ishiguro nació en Nagazaki casi diez años después de que la bomba atómica destruyera la mitad de la ciudad y, aunque ha pasado casi toda su vida en Inglaterra, una desesperanza propia de tiempos de posguerra tiñe su escritura.

Por medio de esta obra, que navega entre la novela de formación y la ciencia ficción, Ishiguro lanza una pregunta tenue sobre el papel de la memoria y la escritura como formas de darle sentido a una vida que parece carecer de él. Finalmente, las palabras que leemos pertenecen a Kathy, su versión de lo que pasó sobrevive gracias a su afán por dejar al menos una huella. Más allá de lo que fue señalado para ella en el inicio, su vida importa porque se narra y la novela aparece como el resultado de ese esfuerzo por no dejar caer en el olvido experiencias de seres dignos y valiosos.

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