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¿Por qué importa el beso lésbico en Lightyear?

Un beso gay en la película Lightyear ha generado polémica. ¿Pero cuál es la importancia de este beso lésbico en una película de Disney?

Hay una fuerte discusión en redes sociales sobre un beso homosexual en la película de Lightyear, la nueva creación de Pixar que ahora se encuentra en cines.

Mucho de la discusión ha pasado por la idea de si la inclusión de una pareja del mismo sexo dando muestras de afecto en pantalla es apropiada o no.

Esto ha derivado en discusiones sobre si esta inclusión corresponde a una “nueva ideología”. Muchos, incluso, han hablado de una “ideología de género” que busca forzar una visión de las relaciones humanas que no es apropiada para las infancias.

En estas críticas hay dos cuestiones importantes. En primer lugar, mantienen la idea de la aparición de una ideología y, en segundo, hablan de su carácter invasivo. Es decir que todas estas críticas consideran que la llamada “ideología de género” es algo nuevo y es algo que se está incluyendo de manera forzada en los productos culturales.

La idea, en Lightyear, por ejemplo (pero también en The Last Jedi con personajes racializados, o en las temáticas de The Last of Us II o en el venidero live action de The Little Mermaid con una Sirenita afroamericana), es que estas intrusiones ideológicas no aportan nada a la trama. Son, por así decirlo, elementos decorativos, que podrían eliminarse sin alterar fundamentalmente la obra.

Me parece interesante que estos sean los puntos críticos de la cuestión. Porque estas críticas ponen sobre la mesa el problema de la ideología en los medios audiovisuales. Una cuestión complejísima que va mucho más allá de los mecanismos más arcaicos de la propaganda.

Y si todo esto les parece muy inocente, consideren que al menos 14 países prohibieron o censuraron de alguna manera esta película. Sí, por un beso. Un beso como todos los que hemos visto en tantas películas de Disney.

Entonces es pertinente preguntarnos: ¿existe una nueva “ideología de género”? ¿Esta ideología se ha convertido en una imposición para los espectadores?

Responder estas preguntas es también crear un diálogo con muchos que se sienten amenazados por las representaciones diversas en los medios. Así, de cierta manera, el beso lésbico en Lightyear podría unirnos. Un simple beso que sirve como pretexto para indagar en la historia de Disney y en concepciones que, ahora más que nunca, no deberían separarnos.

¿Existe una nueva ideología de género?

Vayamos un poco para atrás en la historia para ver cómo se han representado las relaciones de pareja en las películas de Disney. Todo comienza en su primer largometraje animado, Blancanieves y los siete enanos de 1937.

Desde ese momento, hasta el 2001, no existe ninguna pareja del mismo sexo en ninguna cinta de la casa del ratón. De hecho, ninguno de los personajes principales (salvo Mulán en un asunto más bien anecdótico) sale de una norma heterosexual hegemónica.

Es decir que, en estas películas, las relaciones no nada más son solamente entre parejas heterosexuales sino que, en su enorme mayoría (el 80% según un estudio de la Universidad de Michigan), empiezan por un amor a primera vista y muestran a parejas con hijos que viven felices para siempre. De hecho, casarse con un amor a primera vista, tener hijos y vivir felices para siempre es, muchas veces, el fin último de estas películas y la verdadera realización de sus protagonistas.

Durante 60 años, así se conformaron las parejas en la enorme mayoría de las cintas de Disney. Y esta representación es también ideológica. Porque también supone que eso es lo normal y lo que siempre ocurre o debería de ocurrir.

Veámoslo por otro lado. En numerosas películas de Disney existen relaciones uniparentales. De hecho, muchos protagonistas crecieron en una familia que pasó por una pérdida. La madre de Jasmín y el padre de Dumbo simplemente no están; el padre de Simba y la madre de Bambi y Ariel mueren; los padres de Cenicienta y Blancanieves son viudos que se vuelven a casar.

En ese sentido, la búsqueda de los protagonistas es para volver a crear una familia. A veces, esta familia se crea con vínculos de amistad; pero, en la mayoría de los casos, se crea una nueva familia a primera vista, con un matrimonio, hijos y el famoso “vivieron felices para siempre”.

En oposición, los personajes que viven en soltería o que tienen algún tipo de codificación queer, tienden, en la mayoría de los casos, a ser villanos. Úrsula en La Sirenita es un personaje basado en la mítica drag queen, Divine, de las películas de John Waters. El amaneramiento, el aislamiento y la soltería de Jafar o de Scar aparecen como una desviación peligrosa que sirve para la construcción del personaje como alguien sospechoso, de intenciones ocultas, en el que no se puede confiar.

Decir entonces que Lightyear está imponiendo una ideología es olvidar la historia ideológica de Disney. La empresa siempre tuvo una clara ideología. Una ideología que específicamente señalaba como deseables, normales y enaltecidos los roles de género y las relaciones amorosas hegemónicamente heterosexuales y familiares.

Siempre hubo una forma ideológica de representar las relaciones de pareja. La diferencia es que la manera en que se representó hasta los dosmiles coincidía con lo que todos percibían como “normal”.

Todos hemos experimentado relaciones que implican mucho más que un flechazo o amor a primera vista; relaciones que terminan o cambian o se dejan. Las personas se separan en buenos o malos términos y las parejas pueden o no tener hijos.

En realidad, Lightyear está mostrando una relación monogámica y feliz de una pareja que tiene un hijo. Y no hay mucha diferencia con muchas otras parejas representadas como monogámicas, felices y con hijos en otras películas de Disney.

La única diferencia aquí es que los personajes homosexuales o queer no se ven como villanos, como desviados o como seres diferentes de los que debemos sospechar. La única diferencia aquí es que una relación homosexual en el centro de la trama aparece como algo normal.

Es muy difícil separar un producto cultural de las corrientes ideológicas que lo atraviesan. Y la ideología es más efectiva cuando se esconde; cuando parece que no existe, cuando pasa por algo “natural”.

Es en ese momento que todas las demás ideologías parecen entes invasores. Las defensas naturales de la ideología asumida se activan y rechazan cualquier otra corriente de pensamiento. Todo esto lleva a imponer una ideología sobre otras al decir, simplemente: “Esto no es normal”.

La ideología de lo que se juzgó, durante tanto tiempo, como lo normal o lo deseable en las películas de Disney existe. Esa ideología que decía que la meta última de una relación ideal es enamorarse a primera vista y reproducirse en una relación única que dura toda la vida.

En ese sentido, si me lo preguntan, prefiero un producto cultural que se incline a mostrar la diversidad de las posibles relaciones humanas y que no dicte una idealización irrealizable como la única posibilidad de amor romántico.

Si tenemos muchas formas de relacionarnos entre nosotros, ¿por qué no mostrarlas todas como una parte esencial de la experiencia humana?, ¿por qué no mostrar la riqueza de las formas de querernos y acompañarnos?, ¿por qué no dejarle, a los que ven estas películas, la libertad de decidir cómo amar?

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