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Javier Barros Sierra, el rector que defendió la autonomía de la UNAM en el 68

Javier Barros Sierra demostró su apoyo solidario con el Movimiento estudiantil de 1968 en sus demandas por la democracia, la libertad  y la autonomía universitaria.

Javier Barros Sierra nació el 25 de febrero de 1915 en la Ciudad de México y falleció el 15 de agosto de 1971. Desde su nacimiento, llevaba un destino grabado en su nombre: su segundo apellido (heredado de su madre) confiesa su relación familiar con Justo Sierra Méndez, uno de los más entusiastas fundadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Hombre a la altura de sus circunstancias, Barros Sierra hizo honor a su abuelo materno durante su periodo como rector de la UNAM (1966-1970) porque, como máxima autoridad de la casa de estudios, demostró su apoyo solidario con el Movimiento estudiantil de 1968 en sus demandas por la democracia, la libertad  y la autonomía universitaria.

El ingeniero que cambió el rumbo de la vida universitaria

Barros Sierra hizo una carrera profesional en Ingeniería Civil y, desde allí, hizo importantes aportaciones para México. Participó en la construcción de carreteras, puentes y vías férreas; así como en la edificación de la Ciudad Universitaria y en la creación del Instituto de Ingeniería de la UNAM y del Instituto Mexicano del Petróleo. También trabajó como secretario de Obras Públicas durante el sexenio de Adolfo López Mateos. Sin embargo, la labor por la que sería más recordado estuvo relacionada con su gestión como rector de la Universidad Nacional. Algunos de los cambios que hizo en la vida universitaria fueron:

  • la introducción de las materias de Estética y Bellas Artes en la enseñanza preparatoria
  • el pase automático a la Universidad para los egresados de las preparatorias de la UNAM
  • la elevación del rango de las escuelas de Ciencias Políticas y Sociales, de Medicina Veterinaria y Zootecnia a facultades
  • la creación de las direcciones generales del Profesorado del Personal
  • el establecimiento del sistema de créditos en los estudios profesionales
  • la periodización de todos los calendarios por semestres
  • el diseño de materias optativas para los diseños curriculares
  • la homogeneización de los grados concedidos por escuelas y facultades
  • los reglamentos generales de Estudios Superiores, de los Centros de Extensión Universitaria y de Estudios Técnicos y Profesionales
  • la elevación del Reglamento de investigadores a estatuto

El rector Javier Barrios Sierra, en el centro, y funcionarios de la Universidad y estudiantes comienzan la noche del jueves 1 de agosto de 1968 en la Ciudad de México una marcha de 5 kilómetros en protesta por la violación de la Autonomía de la Universidad Mexicana. No hubo incidentes. (Foto AP)

La mayoría de estos cambios perduran hasta hoy y sentaron las bases para la modernización de la Universidad Nacional, una de las mejores de Iberoamérica.

A pesar de sus relevantes aportaciones a la vida universitaria, el rector Barros Sierra decidió rechazar su reelección al término de su periodo de mandato por los conflictos que se presentaron en 1968 y por la enemistad con el gobierno del país.

Barros Sierra en el Movimiento estudiantil de 1968

El 30 de julio de 1968 el ingeniero Barros Sierra izó a media asta la bandera de la explanada de Rectoría en denuncia de los acontecimientos violentos que tuvieron lugar en el barrio del Centro histórico de la Ciudad de México el día anterior y el 1 de agosto pronunció un discurso, que después sería conocido como “Hoy es un Día de luto para la Universidad”:

Hoy es un día de luto para la Universidad; la Autonomía está amenazada gravemente. Quiero expresar que la institución, a través de sus autoridades, maestros y estudiantes, manifiesta profunda pena por lo acontecido”, fragmento del discurso.

Sus palabras hacían referencia a las brutales represiones de la policía y el Ejército contra los cuerpos estudiantiles, que alcanzaron un hito la madrugada del 30 de julio cuando dispararon una bazuca contra las puertas del histórico colegio de San Ildefonso, sede de la Escuela Nacional Preparatoria núm. 1. Cientos de miembros de batallones militares tomaron detuvieron arbitrariamente a estudiantes de las preparatorias 1, 2 y 3 de la UNAM.

Manifestación del rector Barros Sierra el 1 de agosto de 1968. (Hemeroteca del movimiento estudiantil de 1968 (CESU)

Cuando llegaron a las inmediaciones de Rectoría decenas de jóvenes a manifestar su indignación por los hechos, el rector salió a recibirlos en persona. Habló con ellos e izó la bandera en señal de luto por la autonomía violada.

La autonomía universitaria es un concepto fundamental para entender el carácter de la Universidad Nacional. Su otorgamiento formal llegó en 1929, en el momento fundador de la universidad más importante del país. Para Barros Sierra, la autonomía tenía tres dimensiones constitutivas: la académica, la administrativa y la legislativa:

Autonomía universitaria es, esencialmente, la libertad de enseñar, investigar y difundir la cultura. Esta autonomía académica no existiría de un modo completo si la Universidad no tuviera el derecho de organizarse, de funcionar y de aplicar sus recursos económicos como lo estime más conveniente, es decir, si no poseyera una autonomía administrativa; y si no disfrutara de una autonomía legislativa, que es su capacidad para dictarse sus propios ordenamientos, todo ello, por supuesto, dentro de las líneas generales trazadas por la Ley Orgánica”, señaló el ingeniero al tomar el cargo en 1966.

La autonomía de la UNAM implica que ningún problema académico, administrativo o político puede ser resuelto por agentes externos a la Universidad. Desde luego, la legislación universitaria respeta y se adscribe a los derechos indicados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Constituyen violaciones a la autonomía todos los actos, ya sea que provengan del Estado o del sector privado, que impidan el cumplimiento de las tareas de la Universidad, lo limiten o intervengan en él.

Por ese motivo, la presencia de grupos policiacos en las instalaciones universitarias y el ataque frontal contra el inmueble de San Ildefonso y los estudiantes allí reunidos fue un ataque insoportable contra la UNAM. El 1 de agosto el rector encabezó una manifestación de protesta a lo largo de la Avenida de Los Insurgentes, del brazo de los integrantes del Consejo Universitario, los dirigentes de la Asociación de Trabajadores Administrativos de la UNAM y del Sindicato de Profesores de la UNAM, así como maestros, estudiantes, trabajadores y padres de familia de la UNAM y del IPN. Hay estimaciones basadas en testimonios de que a esa manifestación asistieron entre 100 y 150 mil personas. Al término de la marcha, el rector pronunció otro discurso en el que legitimó el principal móvil del Movimiento estudiantil:

Nuestra lucha no termina con esta demostración. Continuaremos luchando por los estudiantes presos, contra la represión y por la libertad de la educación en México”, aquí puedes leer el discurso completo.

Policías golpean a manifestantes en septiembre de 1968. (AP Photo, File)

El intento de renuncia y la solidaridad estudiantil

El 5 de agosto, cuatro días después de la marcha encabezada por Barros Sierra, la asamblea general universitaria creo el Comité de Profesores del IPN Pro Libertades Democráticas y el 8 de agosto se forma el Consejo Nacional de Huelga, máximo órgano de decisiones colectivas del Movimiento. El pliego petitorio queda conformado por seis puntos:

  1. Libertad de los presos políticos.
  2. Derogación del artículo 145 y 145 bis del Código Penal Federal
  3. Desaparición del cuerpo de granaderos
  4. Destitución de los jefes policiacos Luis Cueto y Raúl Mendiolea y del teniente coronel Armando Frías
  5. Indemnización a las familias de los muertos y de los heridos por los actos represivos
  6. Deslinde de responsabilidades de los funcionarios involucrados en actos de violencia contra los estudiantes

El 23 de septiembre Barros Sierra presentó su renuncia ante la Junta de Gobierno de la UNAM, con el siguiente argumento:

es insostenible mi posición como rector, ante el enfrentamiento agresivo y abierto de un grupo gubernamental.”

Su renuncia fue rechazada por la comunidad universitaria e intelectual de México, así que tuvo que terminar su periodo de régimen, pero no se reeligió como  la mayoría de los rectores. Pocos años después el ingeniero falleció, pero dejó una herencia que sigue siendo relevante para la vida de la Universidad Nacional.

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