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Las expectativas contra las realidades del nuevo gobierno de Joe Biden

Con Joe Biden como nuevo presidente de Estados Unidos, se plantea la posibilidad de una relación muy diferente con México en contraste a Trump.

El triunfo de Joe Biden sobre Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2020 brindó un enorme respiro de alivio por todo Estados Unidos tanto para liberales como para buena parte de la población conservadora (solo basta leer el reportaje de Molly Ball sobre el esfuerzo coordinado bipartidista para salvar a la democracia estadounidense). Después de cuatro años de Trump, no debe ser sorpresa que las expectativas a superar se encuentren en el punto más bajo de la historia moderna. De cualquier forma, el nuevo presidente se puso a trabajar de inmediato, y sus primeros decretos han consistido en revertir algunas de las políticas más polémicas del gobierno de Trump.

En sus primeras semanas a la cabeza del Poder Ejecutivo, el señor Biden ha rescatado el programa DACA, he frenado la construcción del muro fronterizo con México, ha devuelto a Estados Unidos a los Acuerdos de París y a la Organización Mundial de Salud, y ha revertido la prohibición de viaje a musulmanes, entre muchos otros decretos, pero ¿qué podemos esperar del gobierno de Biden más adelante, sobre todo en su relación con México? Enseguida vamos a analizar cinco rubros para tratar de dimensionar el impacto que tendrán las políticas del nuevo presidente en nuestro país y más allá.

Coronavirus

EXPECTATIVA

Con la promesa de 100 millones de vacunados en los primeros 100 días del gobierno de Biden, Estados Unidos podrá regresar a la “normalidad” para los meses de otoño.

REALIDAD

Estados Unidos va que vuela con su plan de vacunación y es muy probable que Biden cumpla con su promesa de campaña en menos tiempo de lo que había planteado. Por medio de la operación Warp Speed, el gobierno de Estados Unidos, los gobiernos estatales, las autoridades de salud y sus múltiples colaboradores en la iniciativa privada han logrado vacunar al 10 por ciento de una población de 330 millones de habitantes. En un solo día, 2 millones de personas ya están recibiendo su primera dosis, y esto se ha logrado con solo dos vacunas autorizadas por la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés): Pfizer/BioNTech y Moderna. Una vez que la FDA le dé su visto bueno a la vacuna de Johnson & Johnson y a los reactivos de otros laboratorios, Estados Unidos podría estar tocando la puerta de la inmunidad de rebaño por septiembre (siempre y cuando las mutaciones de SARS-CoV-2 no salgan con más sorpresas negativas).

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Pero mientras Estados Unidos se apresura a ganar su carrera contra la muerte, buena parte del resto del mundo rechina los dientes de coraje, sobre todo sus vecinos más cercanos, México y Canadá. El 18 de enero, Tedros Adhanom, director de la Organización Mundial de Salud, calificó como un “fracaso moral catastrófico” el daño provocado por los acuerdos bilaterales entre las farmacéuticas y los países más ricos (como EE.UU., Reino Unido, China, Israel y Emiratos), los cuales les da prioridad a estos últimos. Este acaparamiento de vacunas ha afectado el desempeño del programa COVAX, por ejemplo, también conocido como el Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19.

COVAX está diseñado con la intención de brindar una distribución más equitativa de la vacuna anticovid a países en vías de desarrollo. Pero ante la negativa de EE.UU. de integrarse a COVAX, es muy posible que el programa no cuente con los fondos necesarios para cumplir a tiempo su objetivo de entregar 35.3 millones de dosis de la vacuna en América Latina y el Caribe entre febrero y junio. Esto ha obligado a países como México a buscar acuerdos con China y Rusia, los cuales desarrollan sus propias vacunas a precios más económicos. Estados Unidos asegura estar consciente de los riesgos geopolíticos que estos implicaría, pero la operación Warp Speed pone como primera prioridad a la población de su país.

La siguiente gráfica muestra las dosis que son aplicadas por día en países del continente americano:

Migración

EXPECTATIVA

Biden prometió hacer permanente el programa DACA y resolver la crisis de refugiados centroamericanos que el gobierno de Trump dejó prácticamente varados en el lado mexicano de la frontera. También aseguró que pondrá fin a la política de separación de familias y pondrá en marcha la tan anticipada reforma migratoria. ¿Pero podemos esperar que “abra” las fronteras desde los primeros días de su gobierno? Más de mil centroamericanos que emprendieron la marcha hacia Estados Unidos en una caravana parece que tenían esa idea en mente.

REALIDAD

Pues aquellos que esperan que Joe Biden pueda resolver el problema migratorio de la noche a la mañana se van a llevar una decepción tremenda. Desde hace casi veinte años, la reforma migratoria ha quedado varada en el Congreso, a menudo bloqueada por legisladores republicanos que escuchan “amnistía” cada vez que un presidente propone una reforma. Se estima que en Estados Unidos viven 11 millones de migrantes indocumentados, cifra que no incluye a los migrantes de las caravanas que solicitan asilo como refugiados. De hecho, Biden tiene por delante dos crisis en lugar de una, producto de la parálisis política cada vez que se asoma la cuestión migratoria: la crisis vieja, la de las 11 millones de personas atoradas en un limbo jurídico, temerosas de que un agente de ICE toque la puerta de su casa; y la otra es la crisis de refugiados, la cual ha generado mucha tensión con México, Guatemala, Honduras y El Salvador. Durante los años de Trump, Estados Unidos abusó de sus cartas para presionar a sus vecinos con la carga política y humanitaria de frenar las caravanas, o en su defecto, darles albergue a los refugiados en sus territorios.

Lo primero en la agenda de Biden es la reunificación de cientos de familias centroamericanas que fueron separadas por la política de ‘Cero tolerancia’ de Trump, esfuerzo encabezado por el nuevo titular del Departamento de Seguridad Interior, Alejandro Mayorkas. Luego está la suspensión de los acuerdos de ‘Tercer país seguro’ con los países del llamado Triángulo Dorado (Honduras, Guatemala y El Salvador). Autorizado por Trump en 2019, estos acuerdos obligaban a los refugiados a solicitar asilo en estos países antes de buscar asilo en los Estados Unidos. El otro problema que Biden heredó de Trump son los 60 mil refugiados que llevan varios meses atorados en el lado mexicano de la frontera, otra infame política de Trump conocida como Remain in Mexico, la cual sustituyó a la política anterior de Catch and release. Aunque Biden ya ordenó a Mayorkas una evaluación de esta política, no está del todo claro cuál será el futuro de los refugiados que siguen esperando a que las autoridades migratorias de Estados Unidos acepten su solicitud de asilo.

En el largo plazo, Biden se ha comprometido al aumento del apoyo humanitario que Estados Unidos envía a los países del Triángulo Dorado, con la esperanza de combatir el éxodo de las caravanas desde la raíz, creando incentivos para que aquellos países fortalezcan sus instituciones democráticas, reduzcan la inseguridad y generen empleos. El presidente López Obrador señaló a la prensa que Biden le aseguró que iba a enviar 4 mil millones de dólares a sus vecinos centroamericanos con este fin. De ser así, sería un comienzo positivo.

Relación bilateral

EXPECTATIVA

Luego de cuatro años de retórica hostil de Trump hacia México, el gobierno de López Obrador podrá construir una relación más cordial con el nuevo mandatario. Además de migración, Estados Unidos y México podrán entablar una mejor cooperación en materia de seguridad y comercio.

REALIDAD

Cierto, el cyberbullying y la retórica incendiaria de Trump contra México ha llegado a su fin, ¿pero podemos esperar una mejor relación entre nuestro país y Estados Unidos con Biden como presidente? En el mejor de los casos, la relación histórica entre estos dos países ha sido fría y distante, y todo parece indicar que el trato entre Biden y AMLO será cordial a secas. Esa es la otra cara de las expectativas, pero veamos la realidad. La suspensión de obras en el muro fronterizo es una señal positiva, y es muy posible que el nuevo presidente de Estados Unidos no le haya dado importancia a ciertos gestos de su homólogo mexicano, como la visita de AMLO a la Casa Blanca en julio de 2020 o su silencio público luego del triunfo de Biden en las elecciones. Pero ya se pueden ver algunos conflictos en el horizonte, aparte de migración. Enseguida abordaremos dos: seguridad y energía.

Agentes de la DEA (Justin Sullivan/Getty Images)

Seguridad

EXPECTATIVA

Con la legalización de la marihuana y otras drogas en un mayor número de entidades de Estados Unidos, México tendrá que acelerar y modificar sus iniciativas en esta materia. Con la legalización de las drogas se espera que los grupos delictivos sufran un golpe a sus ingresos, pero aún queda pendiente el problema de tráfico de armas. Incluso en las proyecciones más optimistas, se ve poco probable que Estados Unidos le ponga un alto aunque sea a la venta de armas de asalto, no obstante el número de masacres que haya en aquel país o el nuestro.

REALIDAD

El Departamento de Justicia de EE.UU. expresó su decepción cuando la fiscalía de México exoneró a Salvador Cienfuegos y su incredulidad cuando el gobierno de México reveló los documentos confidenciales que la DEA compartió con las autoridades mexicanas. Dicho sea esto, Trump todavía era presidente en aquellos días, y el Departamento de Justicia pronto será encabezado por un nuevo titular de nombre Merrick Garland. Algunos analistas están anticipando un borrón y cuenta nueva en la oficina del fiscal general, la cual estuvo a poco de convertirse en la policía política de Donald Trump. Se esperan muchos cambios en la DEA, el FBI y la ATF (Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos), entre otras agencias de seguridad pública, y habrá que ver cuál será el impacto en las colaboraciones entre México y Estados Unidos para combatir al crimen organizado. Por ahora, México ya presentó nuevas reglas que limitan la operación de agentes de la DEA en territorio mexicano, una medida que no hizo nada para arreglar el puente que quemó la liberación de Cienfuegos.

Lo que es seguro es que el principal enfoque de Washington en un futuro post-covid serán las amenazas al interior del país, un fenómeno que se ha ganado el nombre de “terrorismo doméstico”. Los cárteles tendrán que pasar a segundo plano, a pesar de los llamados de analistas estadounidenses de sancionar a México por la indiferencia de su gobierno ante una crisis de seguridad que afecta a los dos vecinos.

¿Pero qué hay del tráfico de armas? Para frenar el tráfico de armas, Estados Unidos tiene que empezar por aprobar leyes más estrictas contra la venta de armas, y ahí se va topar con varios baches en el camino. Aunque los seguidores de Trump están convencidos de que los demócratas les van a “quitar todas sus pistolas”, esta es una batalla que Biden no va a emprender de inmediato. Cierto, prohibir la venta de armas de asalto está en su agenda política, así como muchos otros candados en materia de seguridad de armas de fuego, pero el Partido Republicano está preparado a defender su concepto de la Segunda Enmienda con todos los recursos que tiene a su alcance.

Medio ambiente y energía

EXPECTATIVA

Luego del COVID-19, el cambio climático será el gran desafío del gobierno de Biden, ya declarado una “prioridad de seguridad nacional” por el nuevo Secretario de Defensa, Lloyd Austin. El regreso de Estados Unidos a los Acuerdos de París, la suspensión de obras de exploración en el Refugio de Vida Silvestre del Ártico y la cancelación del oleoducto Keystone XL son indicios de un cambio en la política energética de Estados Unidos hacia las energías limpias. ¿Pero cómo verá Biden el apego del gobierno de AMLO a la quema de combustibles fósiles?

REALIDAD

Es de esperarse que habrá muchos conflictos entre México y Estados Unidos en los próximos cuatro años en materia de comercio y que el nuevo T-MEC sea invocado para tratar de solucionarlos. Uno de estos conflictos que han surgido tiene que ver con la propuesta de AMLO para reformar la Ley de la Industria Eléctrica, iniciativa que ya prendió los focos rojos de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, uno de los grupos cabilderos más influyentes de Washington.

Con esta reforma se plantea dar preferencia a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en el suministro de electricidad a la red y eliminar la obligación de la empresa paraestatal de comprar electricidad mediante subastas. La Cámara de Comercio alega que esta iniciativa “abriría la puerta para el restablecimiento de un monopolio en el sector eléctrico y, creemos, contravendría directamente los compromisos de México bajo el” T-MEC.

A pesar de la política energética de AMLO durante estos últimos años y sus choques con la iniciativa privada doméstica e internacional, Donald Trump no hizo nada por impedir las decisiones que tomó México, enfocándose más bien en la cuestión migratoria por su carácter populista. Este acercamiento puede ser muy distinto con Biden, quien parece más inclinado a atender las quejas de inversores extranjeros sobre la situación en México, sobre todo en los asuntos que involucran a empresas de la iniciativa privada que generan energías limpias y renovables.

Turbinas de energía eólica en Rhode Island (Scott Eisen/Getty Images)

Imagen destacada: Joe Biden en el Despacho Oval de la Casa Blanca (AP Photo/Evan Vucci)

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