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¿Qué sigue para Donald Trump ahora que enfrenta juicio político?

Ahora que el juicio político contra Donald Trump se mueve al Senado, ¿cuál será la estrategia de los demócratas para alcanzar sus objetivos?

No sería exagerado decir que Estados Unidos acaba de pasar por un momento histórico. La noche del 18 de diciembre, la Cámara de Representantes aprobó los dos artículos de impeachment que tenía sobre la mesa, es decir, los cargos que enfrentará el presidente Donald Trump en su juicio político. Estos son ‘obstrucción del Congreso’ y ‘abuso de poder’.

Al momento en que Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara, hizo oficial el conteo de los votos, Donald Trump se encontraba en un mitin en Battle Creek, Michigan. El presidente había asegurado a la prensa que no iba a ver la transmisión de la votación, pero es evidente que el impeachment es el único tema que tiene en su mente. Solo basta con echarle un vistazo a los cientos de tuits y retuits que ha publicado en las últimas semanas.

Y a final de cuentas, esto es lo que quieren los demócratas.

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Todo analista político da por sentado que el presidente no será destituido. Para que el titular del Poder Ejecutivo sea hallado culpable de cualquiera de los cargos, la condena requiere dos terceras partes de los votos en el Senado. Este resultado es prácticamente imposible ya que en la cámara alta el Partido Republicano mantiene la mayoría y no hay indicios de que los senadores republicanos rompan filas (para ser destituido, al menos veinte senadores republicanos tendrían que “traicionar” a su querido líder).

A todas luces, el señor Trump no será destituido y este desenlace debe estar en los pronósticos de los propios demócratas, incluyendo sus líderes, la congresista Nancy Pelosi y el senador Chuck Schumer (por lo que no vale la pena repasar los pormenores de las acusaciones). Lo que cede a la pregunta, ¿para qué tomarse la molestia de proceder con un juicio político si ya saben que las probabilidades de triunfo no están a su favor?

Porque los demócratas no están apostando por la destitución del señor Trump, sino por la victoria de sus candidatos en las elecciones del 2020. En otras palabras, esta es una batalla por la opinión pública y, por consiguiente, el voto popular.

Nancy Pelosi (AP Photo/Patrick Semansky)

El juicio político tiene los siguientes beneficios para la oposición:

1. Es un distractor. En lugar de dedicarle toda su atención a su campaña para la reelección (ya ni se diga gobernar al país), el tema del impeachment consume al presidente. Es incapaz de pensar en otro asunto. Un par de días antes de la votación, el presidente Trump le envió a la señora Pelosi una carta de seis cuartillas adornada de su típico lenguaje rimbombante, lleno de condenas, súplicas, mentiras y exageraciones.

Un presidente distraído es lo que más desea el liderazgo Demócrata. Cada conferencia de prensa que tenga que ofrecer el señor Trump con motivo del juicio político es un mitin que su equipo de campaña debe cancelar. Esto representa un tremendo golpe para el Partido Republicano ya que estos rallies son los momentos en los que más brilla el presidente. El señor Trump ama tener que dar estos discursos que se prolongan por horas y horas, así como sus seguidores se deleitan con el lenguaje del presidente, no obstante su arrogancia y narcisismo.

2. La percepción negativa del electorado. Para la base del señor Trump, no hay pecado que su presidente sea capaz de cometer, pero en un país con posturas políticas tan divididas, la campaña del 2020 será decidida por el voto de los indecisos. El juicio político será una de las cartas más importantes para que los demócratas puedan ganarse la confianza de este sector de la población, sobre todo en los llamados swing states, aquellos estados que no son dominados por ninguno de los dos partidos, como Florida, Pennsylvania, Ohio, Indiana y Colorado, entre otros.

Los demócratas tienen diez meses para martillar en la cabeza colectiva del pueblo estadounidense el hecho de que Donald Trump es apenas el tercer presidente en la historia que debe someterse a un juicio político. Por tal motivo, votar por Trump sería como votar por un criminal, por alguien que no tiene ningún respeto por las leyes y el estado de derecho, o por alguien que ha infectado la oficina de la presidencia con deshonra e ignominia. Donald Trump traicionó a los ciudadanos estadounidenses y este mensaje será repetido ad infinitum por sus rivales políticos.

Elizabeth Warren, Joe Biden y Bernie Sanders (AP Photo/John Bazemore)

Dicha estrategia ya está en marcha. A raíz del voto a favor del impeachment, estas fueron las declaraciones de los precandidatos demócratas que se encuentran a la cabeza de las encuestas:

El exvicepresidente Joe Biden:

El presidente Trump abusó de su poder, violó su juramento y traicionó a nuestra nación. Este es un momento solemne para nuestro país. Pero en los Estados Unidos de América, nadie está por encima de la ley, ni siquiera el presidente.

La senadora Elizabeth Warren:

Donald Trump ha abusado de nuestras relaciones diplomáticas y ha socavado nuestra seguridad nacional para su propio beneficio político y personal. Al votar para acusarlo, la Cámara ha dado un paso importante para responsabilizarlo. Estoy lista para cumplir con mi deber constitucional en el Senado.

El senador Bernie Sanders:

Hoy es un día triste pero necesario para la democracia estadounidense. La Cámara de los Estados Unidos votó para destituir al presidente Trump, y eso es lo correcto.

3. Efecto de contagio. Hay que recordar que la elección para la presidencia no será la única contienda política que veremos en la campaña de 2020. El 3 de noviembre, millones de estadounidenses van a votar para renovar una tercera parte del Senado, así como la totalidad de la Cámara de Representantes. También habrán miles de elecciones a nivel estatal, distrital y local. En una elección cualquiera, todo contendiente político que pertenece al partido del presidente en funciones busca el respaldo del principal mandatario. Sin embargo, muchos republicanos la van a pensar dos veces antes de pedir el respaldo de un presidente que está manchado con acusaciones como “abuso de poder”.

El efecto negativo del presidente ya se vio en las elecciones de 2018, cuando el Partido Demócrata reconquistó la Cámara de Representantes, resultado que envió la señal de que el pueblo estadounidense no estaba satisfecho con algún aspecto del gobierno de Trump. Si esto fue lo que pasó cuando Trump no enfrentaba ninguna amenaza de destitución, sería lógico asumir que el Partido Republicano va a tener que lidiar con un desastre catastrófico. Así como los candidatos republicanos van a evadir al señor Trump como si fuera la peste negra, sus rivales demócratas harán lo posible por señalar cualquier vínculo con el presidente impeached.

4. ¿Y México? Aunque el proceso del impeachment ha postergado ciertos asuntos que involucran a México, como la ratificación del T-MEC, el juicio político de Donald Trump podría tener algunos beneficios para México. Esto se debe al hecho de que el 2020 es un año electoral, y nada pone más nervioso a México que un candidato Trump. Este es un Trump que hace promesas ridículas que enardecen a su base, como la construcción de un muro fronterizo para frenar las caravanas o la imposición de aranceles a importaciones mexicanas para proteger al sector doméstico.

Mientras Trump se encuentre distraído con el juicio, menos tiempo tendrá para pensar en cómo “fregar” a su “piñata favorita” (es decir, México) con tal ganar puntos electorales con sus seguidores.

(AP Photo/Matt Rourke)

¿Qué sigue entonces para Donald Trump?

Ante la dura batalla que está por enfrentar, la estrategia del presidente Trump es bastante clara. Una vez más, el millonario magnate de Nueva York tendrá que dibujarse como el ‘outsider’. La figura solitaria que hace cuatro años desafió al establishment en Washington, y ahora que ha tenido éxito, los gatos gordos del Congreso están haciendo todo lo posible para expulsarlo de su ‘pantano’.

Trump querrá pintarse como un hombre demasiado salvaje e impredecible para los dinosaurios del partido Demócrata, un mensaje que va resonar con un amplio sector de la población que desconfía de sus representantes en la capital del país. Ahora es cuando el presidente tiene que verse como una figura impertérrita frente a las acusaciones, en lugar de caer en sus típicas diatribas en Twitter que lo hacen ver como quejumbroso y paranoico.

A todo esto, no son pocos los analistas políticos que piensan que la estrategia de los demócratas es un tiro que les podría salir por la culata…

Foto principal: AP Photo/ Evan Vucci

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