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Gorbachov: ¿cómo puso fin a la Guerra Fría?

Hacemos un repaso por la vida de Mijaíl Gorbachov y las políticas con las que le puso fin a la Guerra Fría.

Mijaíl Serguéyevich Gorbachov era un adolescente de 14 años cuando vio al mundo partirse en dos. Escuchó a los adultos decir que había finalizado el conflicto internacional más atroz del que la humanidad tenía registro, pero nadie le explicó que estaba por comenzar otro; uno más largo, más riesgoso e igualmente irracional: la Guerra Fría.

A aquel joven no le tocó la época de los zares ni vivió el régimen de Lenin, pero sí padeció a Stalin. Apenas era un niño cuando el entonces secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética ordenó la invasión de Polonia y la ocupación de Lituania, Letonia y Estonia; y, posteriormente, envió a su Ejército Rojo a detener a los alemanes y a avanzar después hasta su territorio para forzar la rendición nazi.

Mijaíl supo que aquellos años de guerra se habían pagado con la sangre de millones de soviéticos. Stalin había reportado siete millones de bajas en la llamada Gran Guerra Patriótica, pero los años y las evidencias fueron multiplicando la cifra. El mismo Gorbachov, tiempo después, se encargaría de confirmar y reconocer que fueron más de 26 millones las personas que perdieron la vida en su país durante aquella época funesta.

Un grupo de prisioneros soviéticos son trasladados a un campo de prisioneros por soldados alemanes. (Foto: De Most likely photo taken by Germans which was later acquired by documentation cell of Armia Krajowa – Image printed in the 60’s from Polish Archive negative, now in Marek Tuszyński’s collection of WWII prints. Scan from 4 × 5.5 cm print., Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2883268)

Gorbachov no estaba hecho para desempeñar un papel de observador. Desde los 15 años se integró a la Unión Comunista de la Juventud y en 1952 ya era parte del Partido Comunista de la Unión Soviética, aunque seguramente a esas cortas alturas de su vida no imaginaba su futura influencia en aquellos hitos de la historia.

Aún no había cumplido los 30 años cuando vio llegar al poder a Nikita Jrushchov y atestiguó, desde la perspectiva del nuevo bloque del Este, la gran fractura global que enfrentó al Oriente con el Occidente y llevó a buena parte de las naciones del orbe a alinearse a tan simple y radical brújula.

Para entonces, Mijaíl tenía suficiente conciencia para entender de muros, para advertir la concepción del ser humano en función del hemisferio en el que le había tocado nacer, y para reducir la economía, la política, la ideología y hasta la geografía a dos estrechos sentidos.

A aquel joven aún le quedaba mucho por ver y por vivir en ese país que halaba uno de los extremos del destino mundial: la crisis de los misiles cubanos, la represión soviética de la Primavera de Praga, Vietnam y la revolución de “paz y amor” emprendida por una generación cansada de sangre y de luchas de poder. El costo que esta prolongada guerra estaba generando a Estados Unidos, a la URSS y al mundo entero era enorme. Y la presión, casi insostenible.

Se veía difícil que un solo hombre moviera los cimientos y alterara las rutas, pero Mijaíl Gorbachov fue paso a paso y trote a trote. La mancha en su cabeza era la señal de una concepción distinta, de un mapa nuevo, de un orden para el que alguien tenía que abrir camino.

Mijaíl Gorbachov y Ronald Reagan, presidente de EE. UU. (Foto: Getty Images)

Las políticas de Gorbachov

En 1985, el mismo año en que fue elegido secretario general del Partido Comunista, promovió la Glásnot, una iniciativa que defendía la transparencia y la apertura, y dos años después cambiaría el paradigma con la Perestroika y su propuesta de reconstrucción. El nuevo premier salió de Afganistán y dio aire suficiente a los países de Europa del Este para emprender sus propios procesos nacionales, la mayoría pacíficos, que pusieron fin a los regímenes comunistas en aquel continente y, posteriormente, en África y Asia. La caída del Muro de Berlín es el emblema de este parteaguas de la historia.

Ciudadanos de Alemania Oriental saludan a los habitantes del lado occidental. (Foto: De Lear 21 de Wikipedia en inglés, CC BY-SA 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=3692038)

La URSS tuvo su propia evolución, un cisma tan profundo que derivó en la disolución del Pacto de Varsovia y en su propia desintegración como federación hacia 1991. Gorbachov había recibido ya el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos para replantear las relaciones entre el Oriente y el Occidente. Era el inicio de la última década de un siglo XX que estaba cerrando con la misma intensidad con la que había arrancado y transcurrido sin descanso.

Mijaíl Gorbachov en España (1991). (Foto: Lourdes Esquivel)

El abogado y político entraba a la llamada tercera edad cuando aquella federación de repúblicas que consideró su nación desde que tuvo uso de razón consumaba su desintegración. Él había dado el soplido final y él se alzaría como el último líder de la nación soviética y uno de los primeros impulsores del nuevo orden mundial.

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