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¿Por qué perdió Trump la elección presidencial de Estados Unidos?

Trump se convierte en un presidente de un solo periodo, algo que no había ocurrido desde 1992, cuando George H.W. Bush perdió la reelección.

“You’re fired”.

Con la victoria de Joe Biden en la elección de 2020, poco más de 74 millones de ciudadanos estadounidenses tuvieron el gusto de decirle estas palabras al presidente de Estados Unidos por medio del voto. “Estás despedido.”

La ironía de la situación no pasa desapercibida. Antes de buscar la presidencia, cuando Donald Trump era la estrella de su programa de telerrealidad, “You’re fired” era la frase con la que firmaba sus intervenciones. El señor Trump disfrutaba el papel que tenía en The Apprentice y sabía que despedir a los concursantes era la parte favorita de los aficionados del show. Incluso intentó registrar la frase como propiedad intelectual aunque no tuvo éxito.

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Despedir a alguien es la máxima expresión de poder en una relación entre un jefe y su empleado. Cuando el señor Trump echaba del programa a uno de los participantes, este sujeto era humillado frente a las cámaras y retratado como un vil perdedor, alguien que no era digno de ocupar el mismo espacio que Donald J. Trump, un supuesto genio de la industria de bienes raíces.

Pues bien, luego de una eterna jornada electoral, (y a menos de que ocurra algo extraordinario en el reconteo de votos en los estados bisagra) la mayoría de votantes estadounidenses acaban de decirle al señor Trump que él no es digno de ocupar el Despacho Oval de la Casa Blanca. El experimento fracasó y es hora de devolverle su Poder Ejecutivo al establishment de Washington.

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Antes de que un mandatario cumpla cuatro años en su cargo, la sociedad de Estados Unidos realiza un referendo para determinar si el presidente actual merece prolongar su gestión cuatro años más. Es un mecanismo formidable que permite a la nación evaluar el desempeño de la persona que eligió como titular del Poder Ejecutivo y comandante en jefe de las fuerzas armadas. Si los votantes están insatisfechos, la Constitución les permite despedir al presidente y transferir el poder a un candidato que presente mejores aptitudes para gobernar. Si no fuera por este mecanismo, el país estaría condenado a tolerar ocho años de un proyecto perjudicial para la nación.

Manifestantes en Washington (EFE/EPA/MICHAEL REYNOLDS)

¿Entonces por qué perdió Trump?

Pues no es porque Joe Biden se haya vendido como el mejor candidato a ocupar el puesto. En términos claros, Trump perdió su chamba porque su gestión como presidente ha sido desastrosa; tanto así que el presidente pudo haber competido contra un palo de escoba y es probable que el palo de escoba hubiera ganado.

El señor Biden no tuvo que hacer mucho salvo dos cosas. Dejar que el presidente Trump saboteara su propia campaña. Y construir una coalición de fuerzas. El único reto para el candidato era mantener su coaliación unida hasta que concluyera el proceso electoral. La campaña de Biden parecía determinada a no cometer los mismos errores de Hillary Clinton hace cuatro años, quien mandó a los márgenes a los seguidores de Bernie Sanders y tachó de “deplorables” a los partidarios de Trump.

De manera prudente, Biden optó por buscar la reconciliación luego de una conflictiva contienda primaria por la candidatura del Partido Demócrata. De cara a la elección presidencial, su coalición abarcaba desde progresistas de izquierda dispuestos marchar con el liberalismo, a conservadores de la era de Bush que estaban aterrados con el estado del Partido Republicano. En medio de estos polos era fácil encontrar estudiantes universitarios, desempleados del ‘cinturón de óxido’, personalidades del espectáculo, miembros de la comunidad científica y académica, y un largo etcétera de personas que ya estaban hartas del estilo de gobernar del presidente, de sus tuits, sus mentiras, su soberbia.

Por su puesto, Trump contaba con el inamovible respaldo de su base, aquel 40 por ciento de los votantes que vivían en un mundo ficticio donde no había mal que el presidente era capaz de hacer. Los seguidores de Trump siempre tenían una justificación para cada escándalo. ¿El juicio de destitución? Una estratagema de los demócratas en el Congreso. ¿Las protestas raciales tras la muerte de George Floyd? Orquestadas por “terroristas domésticos” pertenecientes a Black Lives Matter y Antifa. ¿Los 230 mil muertos por la pandemia de COVID-19? Los efectos del “virus chino” pudieron ser peor si no fuera por los esfuerzos del presidente.

A pesar del entusiasmo de los partidarios de Trump, este apoyo no fue suficiente para amarrar la reelección. El presidente incluso incrementó su respaldo entre latinos, afroamericanos y personas de la comunidad LGBT, y no fue suficiente. Luego de superar el covid, Trump hizo un intento desesperado de movilizar a su base, viajando por todo el país y haciendo tres, cuatro y hasta cinco rallies por día… y no fue suficiente. Sus canales de propaganda en redes sociales y televisión por cable promovieron teorías de conspiración disparatadas, acusaron a la familia de Biden de delitos incomprensibles, y prácticamente aseguraron que el demócrata iba a eliminar la Navidad y transformar al país en Venezuela… y no fue suficiente.

Manifestantes marchan en Nueva York para exigir el conteo de todos los votos (EFE/EPA/JUSTIN LANE)

Pero vaya que estuvo cerca

En la noche del 3 de noviembre, cuando parecía que íbamos a tener un déjà vu de las elecciones del 2016, los partidarios de Biden se estaban poniendo más que nerviosos.

¿Cómo era posible que un gobierno a la cabeza de una economía en recesión, una crisis de desempleo y una pandemia tan devastadora esté dando tanta batalla en las urnas? La victoria arrasadora del Partido Demócrata que las encuestas habían pronosticado nunca se materializó; los legisladores demócratas apenas se aferraron al control de la Cámara de Representantes y el Senado parece que va a permanecer (por un margen mínimo) en las manos del Partido Republicano. Irónicamente, Biden aún contaba con un as bajo la manga, los votos por correo. A causa del covid, los demócratas alentaron a sus simpatizantes a votar por correo, una recomendación que el Partido Republicano desdeñó, pero estos sufragios apenas demostraron ser suficientes para arrastrar a Biden hasta la línea de meta, cuatro días después del 3 de noviembre.

¿Qué salvó a los demócratas del peor escenario? Biden pudo capturar al 8 por ciento de los ciudadanos que votaron por Trump en 2016 (Trump se llevó al 4 por ciento de personas que votaron por Hillary Clinton). Pero el candidato demócrata ganó el voto de los independientes por 14 puntos (en las elecciones pasadas, Clinton perdió a los independientes por 4 puntos). Biden también fue favorecido por el 64 por ciento de votantes que se describe como “moderado” (Clinton obtuvo el 52 por ciento). Frente a la creciente radicalización de la base de Trump, Biden apostó por un discurso moderado, con la promesa de regresar a la nación al centro del espectro político (vía Slate/Pew).

Trump perdió porque nunca supo unir al país tras su victoria de 2016, ni siquiera durante la gran crisis de su periodo, la pandemia de coronavirus. El presidente solo gobernó para el 40 por ciento de los ciudadanos que votaron por él, aquel sector de la población que fue seducida por la falsa nostalgia de un país que nunca existió en la realidad. Estados Unidos seguirá siendo un país profundamente dividido, pero más de la mitad de la sociedad estadounidense es ajena a los extremos, optando por la serenidad de un mundo en el que el presidente no sea la noticia de todos los días, y donde la política es aquello que les llama la atención cada dos años, con el inicio de un ciclo electoral.

Para 74 millones de personas, fue mejor decirle “You’re fired” al presidente que contemplar cuatro años más de su mandato.

Imagen destacada: Manifestantes protestan afuera de la Casa Blanca el 4 de noviembre (Chris McGrath/Getty Images)

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