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Bernardo Segura y la “descalificación maldita” de Sídney 2000

Bernardo Segura pasó a la historia deportiva de México por lo que pasó en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000

Las portadas de los periódicos iban en el mismo tenor: ¡Robo! Una profunda decepción invadió a todos, pero sobre todo, a Bernardo Segura. El oro, la preciada medalla, el anhelo de todo atleta le fue arrebatado de entre sus dedos cuando lo sentía suyo. La descalificación maldita de los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, una de las páginas más tristes en la historia deportiva de México.

Rumbo a Sídney 2000

Cómo lo dictaba la tradición, México tenía posibilidades de colarse en el podio en la disciplina de marcha. Uno de los deportes que más victorias en Juegos Olímpicos le han dado a nuestro país.

Bernardo Segura, bronce en en los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, venía de ganar el oro en los Juegos Panamericanos de Winnipeg 99 y el primer lugar en el Campeonato Mundial de Marcha. Así que las expectativas estaban puestas en el marchista de San Mateo Atenco. Era una de las grandes esperanzas mexicanas en Sídney 2000.

22 de septiembre, 2000

No sólo Bernardo Segura era el favorito. También estaba su compatriota, Noé Hernández, el ecuatoriano Jefferson Pérez, el polaco Robert Korzeniowski y el ruso Vladimir Andreyev.

Los 47 atletas se prepararon para salir alrededor de las 8 de la mañana de Sídney del Estadio Olímpico, para marchar el circuito de 20 kilómetros.

Era una mañana calurosa y, como se esperaba, los cinco marchistas empezaron a marcar el ritmo. Conforme iban devorando kilómetros se iban definiendo los favoritos, dejando atrás a aquellos que no podían seguir con el paso que se iba imponiendo hacia el final de la carrera.

(Imagen: Getty)

Hacia el kilómetro 15, Korzeniowskiy, Segura y Hernández se separaron del resto de los marchistas. Los tres luchaban codo a codo por la medalla de oro.

De regreso al Estadio Olímpico, Segura empezó a poner distancia entre el polaco y su compatriota en los últimos metros de la competencia, ya sobre la pista de atletismo. Con un último sprint final, llegó en primer lugar. Entonces, el drama empezó.

El puente maldito

No hay nada más doloroso para un marchista que ser descalificado. Esto puede ocurrir cuando los dos pies pierden contacto con el suelo al mismo tiempo o por flexión de la rodilla de la pierna que avanza (tiene que estar recta hasta que se convierte en apoyo). Tras tres amonestaciones, el juez muestra la temible paleta roja, indicando que quedan fuera de la competencia.

México ya había tenido incidentes en el que sus marchistas habían sido descalificados. En los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, Daniel Bautista, otrora campeón en Montreal 76, quedó descalificado en las dos pruebas de marcha (20 y 50 kilómetros). En la memoria, persiste la eliminación de los 20 kilómetros, cuando Bautista ya no salió del túnel. ¿El motivo? Fue descalificado justo cuando marchaba por ahí.

En Seúl 88, Ernesto Canto fue eliminado en el kilómetro 17,  cuando iba liderando la competencia de los 20 kilómetros. En esa misma competencia, Joel Sánchez había sido descalificado en el kilómetro 7.

Por eso, se empezó a crear la leyenda que los túneles y los puentes eran “malditos” para los mexicanos en la marcha, una disciplina que solían sumar al medallero de México. Sin embargo nadie estaba preparado para lo que pasaría con Bernardo Segura en Sídney 2000.

Del cielo al infierno

Bernardo Segura y Noé Hernández se fundieron en un abrazo. Habían hecho el 1-3 y todo era gozo y celebraciones. Se pasearon por el estadio con una bandera de México a cuestas.

Segura se puso un sombrero de charro y empezó a dar entrevistas a la prensa. Estaba en plena llamada con el presidente, Ernesto Zedillo, cuando ocurrió lo impensable: le mostraron la paleta roja que lo descalificaba y le arrebataba el oro.

Confusión, extrañeza, incredulidad. Nadie entendía porque el jefe de los jueces, Brian Roe, despojaba de esa manera a Segura de su medalla aurea al marchista, delante del público en el estadio y los millones de televidentes en México y el mundo.

(Imagen: Getty)

Entonces, por el parlante del estadio, se confirma la noticia: “Atención, señores periodistas: autoridades de la IAAF (siglas en inglés de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo) han confirmado la descalificación del mexicano Bernardo Segura en la prueba de 20 kilómetros de caminata. Robert Korzeniowski es el ganador de la competencia. Noe Hernández es segundo lugar, y tercero Andreyev Vladimir”.

En unos minutos, el mundo se derrumbó alrededor de Bernardo Segura. Las autoridades deportivas mexicanas se movilizan para investigar que pasó. Mientras, el andarín trata de entender el por qué no podrá subirse a los más alto del podio, recibir la medalla de oro, ver la bandera de México ondear en lo más alto y cantar las notas del himno nacional.

Y resulta, que de nuevo, el puente “maldito” fue el testigo silencioso de una nueva tragedia de la marcha mexicana. La tercera amonestación a Segura se la mostraron en dicho lugar. Por alguna razón que nadie logra entender a casi 21 años del incidente, el atleta mexicano no fue retirado de la competencia. Se le permitió continuar. Se le dio la oportunidad de sentirse ganador. Y se lo arrebataron todo.

(Imagen: Getty)

El Comité Olímpico Mexicano apeló la descalificación. Pasaban las horas y el reloj en Sídney se acercaba inexorablemente a hora marcada para la entrega de medallas. Ahí murió al última esperanza para Bernardo Segura y para los mexicanos que esperaban verlo salir del túnel. Noé Hernández,  daño colateral de la situación, recibió su medalla de plata, opacada por el drama de su compatriota.

Posteriormente, la IAAF aceptaría que su manera de actuar fue cuestionable y daba una mala imagen a la marcha. El juez Roe insistió que Segura sabía que había sido descalificado. El marchista siempre lo ha negado. Incluso, el detector de mentiras demostró que no mentía.

Segura sometiéndose a la prueba del polígrafo (Imagen: Getty)

A la postre, Bernardo Segura fue recibido como un héroe en México. Siguió su carrera, pero nunca volvió a estar tan cerca de la gloria olímpica como los estuvo en Sídney 2000.

Fuere como fuere, la medalla de oro que nunca ganó Bernardo Segura sigue tan presente en nuestras memorias como aquella noche del 22 de septiembre. Sídney 2000 suele ser recordado por esas escenas. Sólo el oro histórico de Soraya Jiménez brilló más que la ausencia de la presa aurea de la marcha de 20 kilómetros.

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