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Ayotzinapa: una historia incompleta

Hay noches en la historia de un país que marcan el inicio de una nueva época. El 26 de septiembre de 2014, miembros de cuerpos de seguridad del Estado y civiles armados atacaron en diversas ocasiones a un grupo de normalistas de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Guerrero.


[bullet]43 desaparecidos, 6 ejecutados, más de 40 heridos, 80 perseguidos y acosados, 30 sobrevivientes de ataques directos.[/bullet]

Desde hace varias generaciones, los normalistas de Ayotzinapa acostumbran secuestrar por algunas horas camiones dedicados al traslado de pasajeros para realizar prácticas de recaudación de donativos o transportarse. Esto se debe, argumentan, a que la institución educativa no cuenta con presupuesto suficiente para ofrecer a su población estudiantil los medios necesarios para viajar por la región, incluso si acudir a comunidades alejadas de las zonas urbanas es parte de su formación como maestros rurales.

El 26 de septiembre de 2014, un grupo de estudiantes, conformado en su mayoría por recién ingresados, se dirigió en dos camiones Estrella de Oro (el 1531 y el 1568) desde la Normal hacia Chilpancingo. Uno se fue hacia Huitzuco y otro hacia la caseta de Iguala. Estudiantes del primer camión tomaron un autobús Costaline (2513) y lo llevaron a la terminal para dejar a los pasajeros en su destino programado. Allí estos estudiantes fueron encerrados en el camión y llamaron a los que estaban en la caseta.

La imagen de uno de los estudiantes de Ayotzinapa. (AP Photo/Rebecca Blackwell)

Después de conseguir la liberación de sus compañeros, los normalistas abandonaron la terminal a bordo de cinco camiones: los dos Estrella de Oro, dos Costaline (el 2012 y el 2510) y un Estrella Roja Ecotur (3278). Los dos Costaline y el Estrella de Oro 1568 partieron rumbo a Periférico Norte por la calle Galeana; mientras que el Estrella de Oro 1531 y el Estrella Roja se dirigieron a Periférico Sur por la calle Altamirano. Todos los camiones sufrieron ataques por parte de cuerpos policiacos poco después de iniciar sus recorridos.

En total existieron nueve escenarios de violencia, en los que murieron seis personas: dos normalistas con disparos a quemarropa (hechos a menos de 15 cm de distancia), uno con visibles muestras de tortura y tres personas en un ataque paralelo contra un camión en el que viajaban integrantes del equipo de futbol amateur Los Avispones de Chilpancingo.

Después de meses de las desapariciones, se inauguró una fuente afuera del palacio de gobierno de Iguala. Tanto miembros oficiales como del crimen organizado están involucrados en este evento que representa la brutalidad del narcotráfico. Esta desaparición es una parte, pues suceden desapariciones en México que no han sido denunciadas. (AP Photo/Dario Lopez-Mills)

A pesar de que el caso Ayotzinapa continúa abierto, existe ya un archivo nutrido con información al respecto, que puede considerarse un logro en la búsqueda por la verdad de lo ocurrido en Guerrero el 26 de septiembre de 2014. El equipo de Punto de Partida no sólo ha realizado varios reportajes directamente sobre la desaparición de los 43 estudiantes, sino también sobre otras historias que salieron a la luz a partir de los hechos de Iguala.

Por un lado, los sucesos lamentables hicieron públicos los problemas de corrupción y violencia institucional que sufrían los habitantes del municipio guerrerense desde que José Luis Abarca (expresidente municipal) tomó cargo. Por otro, la desaparición de los normalistas y las fosas clandestinas que se descubrieron en las brigadas de búsqueda dotaron de valor a cientos de familias con personas queridas desaparecidas, que habían guardado silencio por falta de confianza en las autoridades correspondientes y por miedo a represalias.

La cronología de lo que sucedió en Iguala se aclaró en gran medida por el trabajo del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, designado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para brindar asistencia técnica internacional en las investigaciones. Sin embargo, queda mucho por recorrer para llegar a la verdad de los hechos, base para la justicia y la reparación de los daños.

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Una mujer busca fosas clandestinas. Junto con otros familiares de los desaparecidos y miembros de organizaciones, se hicieron recorridos para encontrar los restos de los 43 normalistas. (AP Photo/Christian Palma)

La noche de Iguala

En un reportaje realizado por los periodistas Marco Antonio Coronel y Víctor Olvera, Punto de Partida narró lo que sucedió la noche del 26 de septiembre de 2014. Por medio de testimonios de sobrevivientes, registrados en entrevistas y grabaciones de los hechos en celular, fue posible reconstruir una breve cronología y aclarar algunos puntos de lo ocurrido en Iguala.

En primer lugar, desde muy pronto, los testigos identificaron que fueron policías municipales y civiles armados quienes dispararon contra los normalistas. Como prueba de ello, además de las entrevistas, hay audios en los que se escucha la balacera y los camiones en que se trasladaban los estudiantes quedaron con las ventanas rotas y las láminas agujeradas por los impactos de bala.


[video-caption]“De hecho en Iguala también se han tomado autobuses, pero nunca habíamos recibido este tipo de agresividad, que era… como si fuéramos los peores delincuentes que mereciéramos la muerte, creo que a un narcotraficante o un sicario lo tratan mejor” (T.C., Informe Giei). [/video-caption]

En segundo lugar, en esta investigación es visible que los normalistas no estaban armados ni en actitud ofensiva cuando comenzaron los ataques. Por último, debido a que los estudiantes no se dirigían a boicotear ningún acto político, no pertenecían a células criminales y las autoridades conocían sus planes de recoger camiones para ir a la marcha del 2 de octubre en la Ciudad de México, las causas del ataque se desconocen.

[bullet]Uno de los normalistas ejecutado extrajudicialmente presentaba claras señales de haber sido torturado: el cadáver de Julio César Mondragón se encontró desollado del rostro.[/bullet]

Esa misma noche, un camión en que viajaban jugadores de futbol de un equipo local, llamado Los Avispones, dos taxis y otros vehículos en el cruce de Santa Teresa (ubicado a unos 12 km de la ciudad de Iguala en dirección a Chilpancingo) también fueron atacados de forma masiva.

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Parientes de los desaparecidos de Ayotzinapa se reúnen en la Escuela Normal Rural Isidro Burgos. (AP Photo/Eduardo Verdugo, File)

La agonía de Ayotzinapa

Para entender la gravedad del ataque perpetrado contra los normalistas de Ayotzinapa es necesario evaluar el daño que han sufrido sus familiares y seres queridos. La desaparición forzada implica una violación múltiple y compleja de derechos humanos. Además, se trata de una violación continua, debido a que el crimen se actualiza en todo momento, hasta que la víctima reaparece.

Estudiantes en la escuela Rural Normal de Ayotzinapa corren hacia los camiones que se dirigen a Chilpancingo a protestar y exigir justicia por sus compañeros desaparecidos el día 9 de noviembre de 2014. (AP Photo/Marco Ugarte)

Las víctimas de la desaparición forzada no son sólo las personas desaparecidas (a quienes se les suprimen derechos fundamentales como el derecho a la libertad, a la dignidad y a la seguridad); sino también sus familiares, que viven en un estado de angustia, sufrimiento, incertidumbre y miedo tras la desaparición de su ser querido. Tales condiciones de vida son consideradas una forma de tortura piscológica, que conlleva tratos crueles e inhumanos.


[bullet]180 víctimas directas y hasta cerca de 700 familiares afectados.[/bullet]

En este sentido, los reporteros Vanesa Job y Abraham Tinoco hicieron un trabajo de investigación para dar voz a la experiencia de familiares de los normalistas desaparecidos: Julio César López Patolzin, Cutberto Ortiz Ramos y Jesús Jovany Rodríguez Tlatempa; de los padres de Aldo Gutiérrez, estudiante gravemente herido que continúa en estado de coma; y de la familia del estudiante ejecutado a quemarropa, Julio César Ramírez Nava.

[video-caption]“La desaparición forzada se ha usado a menudo como estrategia para infundir el terror en los ciudadanos. La sensación de inseguridad que esa práctica genera no se limita a los parientes próximos del desaparecido, sino que afecta a su comunidad y al conjunto de la sociedad” (Desapariciones forzadas o involuntarias). [/video-caption]

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Manifestación por las desapariciones de Ayotzinapa, a 3 meses de la noche de Iguala. (AP Photo/Marco Ugarte, File)

Los otros desaparecidos

A raíz de la desaparición forzada de 43 normalistas rurales de Ayotzinapa, cientos de guerrerenses vencieron el miedo y salieron a la luz para denunciar la desaparición de sus familiares en años recientes. Marco Antonio Coronel y Antonio Mandujano hicieron un reportaje para Punto de Partida sobre “los otros desaparecidos”, nombre que estas familias adoptaron para referirse a sus seres queridos.

[video-caption] “Yo quisiera saber que tenía que pasar esta tragedia de los de Ayotzinapa para que se descubriera la realidad que está viviendo Iguala. No nada más ellos están sufriendo, estamos sufriendo muchas familias” (familiar de un desaparecido). [/video-caption]

El 11 de noviembre de 2014 se reunieron en la parroquia de San Gerardo, en el centro de Iguala, por primera vez más de 70 familias con una o más personas desaparecidas. En el segundo encuentro fueron más de 150. De acuerdo con los testimonios, la mayoría de personas desaparecidas fue retenida de forma arbitraria por miembros de cuerpos de seguridad nacionales, tras lo cual no se volvió a saber sobre su paradero. Por esta razón, muchas víctimas indirectas decidieron no hacer denuncias, debido a que no confían en las autoridades correspondientes.


[bullet]Según cifras oficiales publicadas en octubre de 2014, 22 mil 610 personas desaparecieron desde el 1 de diciembre de 2006.[/bullet]

La organización Ciencia Forense Ciudadana, fundada por Ernesto Schwartz y Areli Cruz, investigadores mexicanos de Durham en el Reino Unido, asistió al encuentro de familias para ofrecer sus servicios gratuitos. Uno de los objetivos de este organismo es formar un Registro Nacional Ciudadano de Personas Desaparecidas y un Biobanco Nacional Ciudadano de Familiares de Personas Desaparecidas para facilitar la búsqueda y la identificación de cadáveres.

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Policías hacen guardia afuera de la morgue en Iguala en el día 5 de octubre de 2014. Mientras tanto, padres de los desaparecidos exigen saber qué sucedió con sus hijos después de que se encontraron fosas clandestinas masivas. (AP Photo/Eduardo Verdugo)

¿Por qué huyó el presidente municipal de Iguala?

Los reporteros Marco Antonio Coronel y Adrián Tinoco hicieron un trabajo de investigación sobre José Luis Abarca y su esposa, María de los Ángeles Pineda. Cuando sucedieron los hechos de Iguala en septiembre de 2014, Abarca era presidente municipal de la región. La noche del 26, él y su esposa bailaban durante las celebraciones del segundo informe del DIF municipal.

[video-caption] “Mire, no me han pasado a mí ninguna ficha informativa, no sé absolutamente nada, no me han dicho nada […] No me invitaron, no me dijeron, no me tomaron en cuenta para nada.” (José Luis Abarca, sobre los hechos del 26 de septiembre en Iguala, Guerrero) [/video-caption]

Días después de los hechos se dijo que posiblemente, el ataque a los normalistas ocurrió para evitar un sabotaje al evento institucional; sin embargo, muy pronto esa versión fue desmentida por el GIEI.


[bullet]Sólo tres días después de los hechos de Iguala, el presidente y su esposa escaparon de la región para evadir sus responsabilidades.[/bullet]

A pesar de que las autoridades correspondientes dijeron ignorar los movimientos de Abarca, Punto de Partida tuvo acceso a una conversación telefónica sostenida el 29 de septiembre entre Jesús Martínez Garnelo, secretario de gobierno de Ángel Aguirre, y José Luis Abarca, en la que acordaron una reunión para ese mismo día a las 2 pm en el palacio de gobierno de Chilpancingo. En la grabación, el exalcalde dice que no tiene información alguna sobre los hechos ocurridos en la noche del viernes. El 30 de septiembre, Abarca y Pineda se presentaron en la alcaldía para pedir licencia al cargo de la presidencia municipal y huyeron diez minutos antes de que la policía arribara al lugar.


[bullet]La Comisión de Derechos Humanos del Estado de Guerrero documentó 42 quejas en contra de la policía de Iguala entre 2012 y 2014.[/bullet]

La detención de los Abarca tuvo lugar hasta el martes 4 de noviembre de 2014 en una colonia de Iztapalapa, Ciudad de México. Sin embargo, las denuncias y quejas por su mala administración existían desde (por lo menos) el 2013, año en que Arturo Hernández Cardona, líder campesino de la región, fue asesinado junto con otros dos compañeros, tras exigirle abiertamente tanto al alcalde como al presidente municipal la resolución de problemas locales. A pesar de su gravedad, este caso no es único: en total había más de cuarenta quejas contra la presidencia municipal durante la administración de Abarca.

[video-caption] “Desde 2013 se denunciaron abusos de parte de su policía municipal [de José Luis Abarca] Decenas de líderes sociales fueron víctimas de los policías en Iguala. Según la Asamblea Popular de Pueblos de Guerrero, más de 30 integrantes de su agrupación fueron acosados en los 3 retenes que instalaba la corporación municipal.” [/video-caption]

Los excesos de la pareja municipal de los Abarca no fueron sólo policiacos sino también administrativos: existen pruebas documentales de gastos injustificados en artículos de uso personal del presidente municipal y su esposa. Aunque había registro de este tipo de prácticas, las autoridades no actuaron en consecuencia debido al fuero constitucional con el que contaba el funcionario público.

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Un año después de la desaparición, un hombre pasa junto a un muro donde se lee “Todos somos Ayotzinapa”. (AP Photo/Rebecca Blackwell)

La complejidad de los hechos ocurridos en la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014 reclaman la atención de múltiples sectores de la sociedad para su aclaración. El trabajo de expertos en investigaciones criminales, tanto pertenecientes a las autoridades como independientes, ha servido para enderezar los procesos penales que deben realizarse en la búsqueda por la justicia.

Por su parte, los medios de comunicación juegan un papel fundamental como encargados de difundir la palabra de los expertos y las voces de los afectados. Punto de Partida ha intentado atender en estas dos direcciones el caso Ayotzinapa. Compartir el trabajo de quienes han estado colaborando en la defensa de los agraviados, así como escuchar y condolerse por las experiencias de las víctimas es un trabajo fundamental del periodismo.

Manifestante en protesta por la desaparición de los 43 estudiantes en el zócalo capitalino. (AP Photo/Rebecca Blackwell)

Ayotzinapa marca un parteaguas en la historia reciente de nuestro país, pues es el primer caso en atraer la atención de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos a tal nivel que se logró un acuerdo con el Gobierno Federal para la creación de un Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI).

El trabajo del GIEI restableció algunos lazos de confianza entre las familias de los desaparecidos y las autoridades. Tras su salida del país, aún quedan pendientes muchas cosas por aclarar; sin embargo, gracias al camino recorrido hasta hoy es posible formarse una idea clara de la masividad de los ataques en la noche de Iguala y las cuestiones que falta resolver. En primer lugar está, desde luego, la aparición con vida de los 43 normalistas desaparecidos.

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Una efigie que representa a Enrique Peña Nieto fue prendida en fuego durante una protesta masiva. Los manifestantes exigen justicia por los desaparecidos de Ayotzinapa. (AP Photo/Moises Castillo)

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