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Así es el suicidio en México (va en aumento)

En México el número de suicidios se duplicó entre 1990 y 2015, sobre todo entre hombres menores de 44 años.

2017 fue el año en que más personas decidieron morir por mano propia en nuestro país.

En sus reflexiones sobre la ciudad moderna y el cambio tecnológico que produjeron el teléfono y el tren, el filósofo Walter Benjamin concluye que el suicidio es un ejercicio máximo de libertad en una época de alienación.

Lo moderno tiene que estar en el signo del suicidio, sello de una voluntad heroica que no concede nada a la actitud que le es hostil. Ese suicidio no es renuncia, sino pasión heroica. Es la conquista de lo moderno en el ámbito de las pasiones.

¿Por qué diría algo así? Hay que tomar en cuenta que estas palabras fueron escritas en los albores de la Segunda Guerra mundial, cuando su autor sufría de una persecución y un exilio forzado. La vida había llegado a un momento de precariedad, en la que la repartición del trabajo y la lógica de la productividad empresarial habían llegado a los métodos de destrucción masiva. Los campos de concentración y el desarrollo de armas nucleares tenían como objetivo reducir gastos y esfuerzos en la tarea de destruir al otro.

Benjamin se suicidó con morfina el 26 de septiembre de 1940 en Portbou, Cataluña, después de que le fue negado un sello aduanero para legalizar su salida de Francia de Vichy. La causa que se asentó en el acta de defunción fue “hemorragia cerebral”; sin embargo, con el tiempo amigos suyos aclararon la situación.

Podría decirse que a Benjamin lo mató la guerra. No hay vida posible en un mundo hostil donde impera la enajenación. Su caso evidencia la desesperación tremenda frente a un futuro amenazante que se resuelve en la mayor toma de control que puede realizar un ser humano: quitarse la vida.

Las dimensiones de un problema de salud pública

Los suicidios, no obstante, no ocurren sólo en contextos de guerra. Cada cuarenta segundos, una persona en el mundo se suicida. Al año, los muertos suman cerca de 800 mil. Los métodos usados más comunes son consumo de plaguicidas, ahorcamiento y disparos de arma de fuego. La Organización Mundial de la Salud (OMS) registró que en los últimos 50 años, el número de suicidios aumentó 60% a nivel mundial. Por cada caso consumado, hay al menos veinte intentos fallidos.

El suicidio se encuentra entre las tres primeras causas de muerte entre personas de entre 15 y 35 años en varios lugares del mundo. Esto no sólo afecta a la población que lo padece directamente, sino también a las personas que rodean al suicida. Se estima que un suicidio afecta, al menos, a seis personas además de quien fallece. Si el acto se consuma en un lugar público (como la escuela o la oficina), el rango de perturbación puede alcanzar a cientos de personas.

“El Suicidio”, Edouard-Manet. (Wikimedia Commons)

Aunque el suicidio en sí mismo no es considerado una enfermedad, su aparición suele estar relacionada con el estado de la salud de la persona. El psiquiatra Charles Raison afirma que una depresión severa es uno de los dolores más fuertes que las personas soportan por un largo tiempo; por ese motivo, muchos suicidios son el término fallido de un periodo depresivo. Como medida de prevención, la OMS recomienda al personal de salud no especializado preguntar en la revisión general sobre pensamientos o proyectos de hacerse daño durante el último mes a las personas que padecen alguno de los siguientes males:

Depresión, trastorno bipolar, esquizofrenia, epilepsia, trastornos por consumo de alcohol o drogas ilícitas y a las personas que acuden a consulta por dolor crónico o angustia aguda relacionada con un conflicto interpersonal, una pérdida reciente u otros acontecimientos vitales graves.

El rasgo más común entre las personas que se suicidan es al menos un intento previo para lograrlo. Por lo tanto, uno de los métodos más eficaces de prevención del suicidio es permanecer alerta ante la manifestación de deseos o planes de muerte y, de presentarse alguno, comunicarlos con alguien cercano o con personal médico calificado.

El suicidio va en aumento en México

En México el número de suicidios se duplicó entre 1990 y 2015, sobre todo entre hombres menores de 44 años. Los estados donde se presentan más casos por número de habitantes son Chihuahua, Campeche, Aguascalientes y Quintana Roo. La mayoría sucede dentro de la vivienda particular: 7 de cada 10 personas elige morir en casa en vez de en un lugar público y las afectaciones suelen ser menores en esos casos.

Suicidio (pxhere)

Por ejemplo, cuando alguien decide quitarse la vida lanzándose a las vías del metro, la circulación de los trenes puede tardar hasta 30 minutos en normalizarse en la Ciudad de México; si el suceso ocurre en el Estado de México, es posible que el retraso sea de 90 minutos por los trámites administrativos y la asistencia del Ministerio Público correspondiente. De acuerdo con los registros del Sistema de Transporte Colectivo Metropolitano, de 2011 a 2016, 196 personas se suicidaron en sus instalaciones. La estación Chabacano, que conecta las líneas 2 y 9 de la red de trenes, es donde han ocurrido más casos.

El perfil de los suicidas del Metro está muy bien definido en los registros oficiales: la edad promedio es de 32 años; se tiran a las vías principalmente en el segundo semestre del año y después del medio día, al caer la tarde hasta antes de las 9:00 de la noche.

Si una persona sobrevive a su intento de suicidio en el metro, puede adquirir una deuda de casi medio millón de pesos por el daño causado a la movilidad del transporte público. Según el Código Penal de la Ciudad de México, quien “dañe, altere, interrumpa, obstaculice o destruya alguna vía o medio local de comunicación, de transporte público o de transmisión de energía” tendrá una multa cuatro años de prisión y deberá pagar el monto de 337 mil 450 pesos. Si en el momento del incidente el metro llevaba pasajeros, la pena a cumplir puede aumentar una mitad.

Rescatan a una persona que cayó a las vías del Metro Línea 3, en Eugenia (Twitter @ciemergencias)

Sólo en este sistema de transporte, el problema alcanzó tal dimensión que las autoridades implementaron el programa “Salvemos Vidas” desde finales del 2016 para evitar pérdidas sensibles dentro de las instalaciones. Entre las estrategias empleadas, resaltan:

  1. presencia de personal de seguridad en andenes,
  2. cambio de color en la iluminación y sonido en las estaciones de mayor incidencia;
  3. mayor número de cámaras de vigilancia,
  4. mejora en la dosificación de usuarios y
  5. capacitación para el personal del STC

¿Cómo prevenir el suicidio?

Las personas que eligen quitarse la vida han existido desde el origen de la humanidad. Por lo tanto, el suicidio no es algo que pueda explicarse sólo en relación con una época o con el cambio de las condiciones de vida. Sin embargo, es innegable que es un problema en crecimiento. El acceso a distintos métodos para acabar con la vida propia y el aislamiento que se vive sobre todo en grandes ciudades son algunos de los factores más relevantes a considerar.

“La muerte de Séneca”. Manuel Domínguez Sánchez (1871). (Wikimedia Commons)

Los suicidios en lugares públicos, como una estación de metro, a menudo obedecen a una solución impulsiva a una crisis. Es decir, de ser asistidos por alguien en el momento preciso, las personas optarían por no arrojarse a las vías. Así lo han determinado algunos estudios de caso. Los suicidios en lugares privados, en oposición, requieren de una red de apoyo personal.

Lo importante en ambos casos es poder comunicar y atender con profesionales los sentimientos negativos (que algunas veces tienen bases químicas o anatómicas) que nos hacen perder el interés por la vida. 

Hay que vencer los tabúes para poder hablar con alguien, o escuchar a alguien, sobre estos sentimientos y poder conseguir ayuda especializada.

Según la OMS, algunas intervenciones eficaces son las estrategias que contemplan la restricción del acceso a métodos comunes de suicidio, como armas de fuego y sustancias tóxicas como plaguicidas. Pero no solo debemos quedarnos en esa primera etapa, los enfoques deben ser multisectoriales con muchos niveles de intervención y actividades. Por ejemplo, como sociedad, hay que invertir en la prevención y el tratamiento adecuados de la depresión y del abuso de alcohol y de sustancias, pues hacerlo reduce las tasas de suicidio, al igual que se debe de realizar un seguimiento de quienes han intentado suicidarse.

La OMS recomienda a los gobiernos:

  • La restricción del acceso a los medios de suicidio (por ejemplo, plaguicidas, armas de fuego y ciertos medicamentos);
  • La información responsable por parte de los medios de comunicación;
  • La introducción de políticas orientadas a reducir el consumo nocivo de alcohol;
  • La identificación temprana, tratamiento y atención de personas con problemas de salud mental y abuso de sustancias, dolores crónicos y trastorno emocional agudo;
  • La capacitación de personal sanitario no especializado, en la evaluación y gestión de conductas suicidas;
  • El seguimiento de la atención dispensada a personas que intentaron suicidarse y prestación de apoyo comunitario.

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