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Antlers: El monstruo social de Del Toro – Reseña especial Sitges 2021

Antlers (Espíritus Oscuros), la nueva producción de Guillermo del Toro es una interesante película de horror social y viejos monstruos folklóricos

Antlers (Espíritus oscuros), producida por Guillermo del Toro, fue una de las películas más esperadas del festival de Sitges 2021. A pesar de no cumplir todas sus promesas, esta interesante coproducción mexicano-estadounidense explora los bordes del horror social y del subgénero de monstruos que tanto ama el director mexicano.

En un pequeño poblado de Oregón algo está muy mal. De pronto, empiezan a aparecer cadáveres de animales y hombres masticados, partidos a la mitad, asesinados con una brutalidad fuera de serie. Claro, algo ya se estaba pudriendo en ese pueblo, lugar olvidado por la bonanza económica americana. Aquí la pobreza es un caldo de cultivo para la drogadicción, el crimen, los abusos intrafamiliares y toda clase de violencias que se conocen, pero no se dicen.

Así lo descubre Julia (Keri Russell) al regresar después de años de haber huido de una casa violenta controlada por un padre alcohólico. Con el recuerdo presente de su propio trauma, Julia regresa para ayudar, para ser maestra y guía de niños que, como ella en el pasado, no sueñan con ningún futuro. Pero Julia no conecta con sus alumnos: la apatía reina en las aulas; apatía y certeza de un futuro terrible. Entre las caras adormecidas, sin embargo, Julia descubre el talento peculiar de un pequeño niño llamado Lucas (Jeremy T. Thomas). Escuálido, mal vestido, sucio y desnutrido, Lucas cuenta vívidas historias fantásticas sobre un papá lobo malvado que habita en una cueva con sus dos cachorros. Ilustra las historias también. Las ilustraciones son talentosas… y profundamente perturbadoras. Julia se preocupa por Lucas y lo sigue hasta su casa. Ahí se da cuenta de que algo está pasando. Algo siniestro que tal vez se conecta con los cuerpos destrozados encontrados en el vecindario…

La premisa de Antlers (Espíritus oscuros) parte del cuento The Quiet Boy publicado por el coguionista Nick Antosca en 2019, en la revista Guernica. El cuento, como la película, habla sobre el abuso y la imposibilidad de romper, incluso a través de un compasivo sacrificio propio, el ciclo de maltrato y violencia que genera la pobreza en la sociedad estadounidense contemporánea. La película, sin embargo, es un poco menos sutil que el cuento y trata de expandir el tema de la violencia intrafamiliar a otros problemas socioeconómicos. En particular, la epidemia de adicción a drogas como el crystal meth en regiones pobres de Estados Unidos.

También, hay una pequeña variación en la película en cuanto a la criatura del cuento de Antosca. Aquí, siguiendo las obsesiones míticas de Del Toro, el monstruo tiene un nombre y un origen. En The Quiet Boy se menciona un monstruo con cuernos y hambre voraz que parece tener un origen sobrenatural. Aquí, muy específicamente, se habla del Wendigo. La representación, por supuesto, se basa en la leyenda del monstruo norteamericano de Canadá y la zona de los Grandes Lagos que tiene un apetito insaciable, tortura almas, posee cuerpos y que es muchas veces representado, en la cultura pop, con grandes cuernos de alce.

Entre estas dos variaciones, la película encuentra aciertos y tropiezos. Por una parte, la construcción del monstruo, la paciencia con la que se oculta y se muestra, su diseño y su interpretación son interesantes. Ahí, por supuesto, es evidente la mano de Del Toro como lo es en el diseño de personajes de Scary Stories to Tell in the Dark. En ese sentido, como una buena película de monstruos, Antlers (Espíritus oscuros) se construye pacientemente entre lo oculto y lo revelado. Además, goza de la mirada fresca de Scott Cooper, un director que se había enfocado, hasta entonces, en dramas anclados en el imaginario contemporáneo de crimen y country estadounidense (Crazy Heart, Hostiles y el peculiar e interesante thriller olvidado Black Mass).

Mucho más cercana a la visión de Scott Derrickson de terror psicológico e imágenes asfixiantes (como en Sinister) que de los jumpscares baratos de James Wan, la visión de Cooper lleva a Antlers (Espíritus oscuros) a un lugar peculiar dentro de la producción más comercial de horror hollywoodense. Ésta es una película de manufactura evidente, sin mucha invención formal y que no busca sorprender en nada al espectador. Pero también es una película que se aleja de los sustos fáciles para inclinarse hacia el horror atmosférico; una apuesta que rara vez cultiva ganancias en la taquilla.

El problema aquí es que este giro hacia el horror atmosférico también quiere ser un giro hacia el horror social. Y ahí, la solemnidad de la cinta se encandila con una idea propia de importancia. Como The Invisible Man de Leigh Whannel, la cinta de Cooper quiere introducir vívidos problemas sociales en el panorama de la cartelera comercial veraniega. A diferencia de The Invisible Man o de otras cintas interesantes de horror social como Don’t Breathe de Fede Álvarez, Antlers termina con un mensaje confuso. Todo, al final, parece apuntar a lo inevitable de las adicciones como mal relacionado con la pobreza, a su posible condición hereditaria (como unos muy desplazados Rougon-Macquart del terror pop), y a la imposibilidad de tratarlas como un problema de salud.

Aquí, a pesar de todas sus buenas intenciones, Antlers da un mensaje mucho más conservador de lo que creen los creadores. En este sentido, el pesimismo de la cinta no es el mismo pesimismo del cuento. Y eso es una pena. El cálculo torpe es que, en esta solemnidad fallida, también se estaca la narrativa más divertida de una cinta irreflexiva de monstruos. Antlers quiere el pastel y también comérselo. Al final, en este cálculo errado, se queda con poco.

A medio camino entre el cine de horror de entretenimiento más irreflexivo y el reciente revival de temas sociales en el género, Antlers corre el peligro de aburrir a los que esperan sustos palomiteros, y decepcionar a los que podían entrever una nueva reflexión social problemática para las buenas conciencias estadounidenses. Tal vez, el problema es que todas las tendencias, por críticas o revolucionarias que pretendan ser, una vez que pasan al beneplácito común, terminan siendo productos en el mercado. Hasta la crítica social -sobre todo la buena crítica social liberal políticamente correcta- es ahora un bien de consumo.

En cualquier caso, Antlers es una película de horror que trata de desafiar convenciones narrativas del género. Por más que no logre todo lo que se propone, la cinta de Cooper sigue siendo un divertido juego de claroscuros monstruosos que no desacredita en nada el bolsillo cariñoso de Guillermo Del Toro.

Antlers (Espíritus oscuros) estará pronto disponible en salas de toda la república mexicana distribuida por 20th Century Studios.

Calificación: 3/5

Aquí nuestra videoreseña desde el festival de Sitges 2021:

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