“Malinchista”, todos en algún momento de nuestras vidas hemos escuchado o dicho esa palabra. De acuerdo con la RAE significa:” Actitud de quien muestra apego a lo extranjero con menosprecio de lo propio”. Su origen proviene de Malinche. Una mujer que ha pasado a la historia como desleal por haber ayudado a Hernán Cortés y los españoles a derrotar al imperio Azteca, lo que dio pie a la Conquista. ¿Pero, en verdad fue una traidora o, en realidad, fue una víctima de las circunstancias?
De la nobleza a la esclavitud
Nacida entre 1502 y 1505, la Malinche, cuyo nombre era Malinal, fue la hija de un cacique de Painala, cerca de Coatzacoalcos. Esto le permitió tener una educación destacada.
De acuerdo con Eduardo Matos Moctezuma, tras la muerte de su padre, su madre se volvió a casar y tuvo un hijo. Por ello, la entregó a unos indígenas de Campeche. Luego, la mujer organizó un funeral para explicar la repentina desaparición de su hija. Esto porque querían asegurarse que su nuevo medio hermano recibiera la herencia de la familia en lugar de Malinal, ya que ella era la hija mayor.
(Imagen: Flickr)
Tras ser vendida como esclava, la Malinche terminó en un cacicazgo de Tabasco, en 1519 su vida daría un giro que cambiaría su destino. Fue en ese año cuando Hernán Cortés emprendió la campaña para la Conquista de México. Se enfrentó a los mayas y los derrotó en la batalla de Centla.
El cacique quiso congraciarse con Cortés y le hizo regalos, entre ellos unas esclavas, entre las que estaba Malinal. La Malinche mostró aptitud para el lenguaje. Llegó a dominar el español y ya hablaba con fluidez varias lenguas nativas, incluidos el náhuatl y el maya.
Esto hizo que el conquistar se fijara en ella y que pronto la vida de la adolescente diera un giro, que haría que su lugar en la historia sea tan controvertido.
La Malinche y Cortés
La Malinche fue representada en los códices, como en el Lienzo de Tlaxcala (Imagen; Wikimedia Commons)
Rápidamente se distinguió de los otros esclavos nativos como intérprete, y los españoles la bautizaron con el respetuoso nombre de “Doña Marina”. Apenas tenía 15 años cuando Cortés la hizo su amante
“De una condición noble a la de esclava, abandonada y negada por su padres, pasa a muy temprana edad a manos de desconocidos, violada por los invasores castellanos en la pubertad”, describe el historiador José Antonio Flores Farfán.
La Malinche no dejó constancia de su propia vida. Lo que sabemos de ella depende enteramente de relatos de segunda mano o de las interpretaciones de los historiadores.
Uno de los relatos más detallados de la Conquista española de México es el de Bernal Díaz del Castillo, un soldado bajo las órdenes de Hernán Cortés. En su obra tan conocida: “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España“, podemos entender la importancia de La Malinche. También fue representada en diversos códices.
Gracias a ella, Cortés y sus huestes no solo pudieron comprender el idioma, sino también entender cómo funcionaba el sistema y el imperio Azteca.
Lienzo de Tlaxcala (Imagen; Wikimedia Commons)
Después de que los españoles derrotaron y se aliaron con los guerreros tlaxcaltecas en septiembre de 1519, se prepararon para marchar el resto del camino hacia Tenochtitlán. Su camino los llevó a través de Cholula, conocida como ciudad santa porque era el centro del culto al dios Quetzalcóatl. Mientras los españoles estaban allí, Cortés se enteró de un posible complot del emperador Moctezuma para emboscar y matar a los españoles una vez que abandonaran la ciudad.
La Malinche ayudó a proporcionar más pruebas. Se había hecho amiga de una mujer de la ciudad, la esposa de un destacado oficial militar. Un día, la mujer se acercó a la Malinche y le dijo que no acompañara a los españoles cuando se fueran porque serían aniquilados. Se le instó a quedarse y casarse con el hijo de la mujer. Doña Marina engañó a la mujer haciéndole creer que había aceptado y luego la llevó ante Cortés.
Después de interrogar a la mujer, Cortés se convenció del complot. Reunió a los líderes de la ciudad en uno de los patios y después de acusarlos de traición ordenó a sus hombres que atacaran. Miles de nobles locales murieron en la Masacre de Cholula, y, al haber sido ella la que reveló el complot, a la Malinche se le imputa la sangre derramada.
En 1521, Cortés conquistó definitivamente Tenochtitlán y necesitaba más que nunca a la Malinche para que le ayudara a gobernar su nuevo imperio. La mantuvo cerca de él, tan cerca, de hecho, que tuvieron un hijo, Martín, en 1523, quien finalmente fue legitimado por un decreto papal. También acompañó a Cortés en su desastrosa expedición a Honduras en 1524.
Por estos años, Cortés la animó a casarse con Juan Jaramillo, uno de sus capitanes. Eventualmente también tendría un hijo con Jaramillo. Poco se sabe de su muerte, pero se presume que habría sido alrededor de 1550.
La Malinche, ¿traidora?
(Imagen; Wikimedia Commons)
Su participación activa como traductora en la Conquista ha hecho que pase a la historia como una “traidora”. Sin embargo, nos damos cuenta que esto dista de la realidad y que su figura merece ser revaluada, como lo han estado haciendo diversos expertos.
Después de todo, ella era parte de otro grupo amenazado por el poder de Tenochtitlán. Como bien recordarán, el imperio Azteca tenía tendencias expansionistas e imponía tributos con los pueblos subyugados. La Malinche pertenecía a los sometidos al poder de la Triple Alianza.
Hernán Cortés vio la oportunidad que se le presentó, ante del descontento que existía en estos pueblos y aprovechó para prometerles derrotar a Moctezuma y liberarlos de ese dominio. Lo que hizo la Malinche fue lo que tenía que hacer para sobrevivir y tratar de dejar atrás una vida de esclavitud.
Sin ella, el triunfo de los españoles tal vez hubiera tomado más tiempo y hubiera sido más sangriento. Sin ella, tal vez nuestro país no sería como lo conocemos.
Lo que todas las historias de la vida de la Malinche, tanto condenatorias como comprensivas, finalmente revelan es una mujer particularmente inteligente e ingeniosa, traicionada, esclavizada, golpeada entre dos imperios, emergiendo de alguna manera como un personaje histórico fundamental por derecho propio.
