Villa Unión, una pequeña ciudad de Coahuila, fue atacada este fin de semana por un grupo de criminales que llegaron en convoy y dispararon durante más de una hora a diestra y siniestra.
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Unos cuantos elementos de las policías acreditable y municipales repelieron la agresión.
El saldo final fue de 22 personas muertas y una comunidad sorprendida y temorosa.
A las 11.45 horas del sábado 30 de noviembre, un convoy de camionetas con hombres armados provenientes de Nuevo Laredo ingresó a la cabecera de Villa Unión, Coahuila.
Unos 20 vehículos entraron por este camino que conecta el ejido Santa Mónica en el municipio de Guerrero con Villa Unión.
Eran presuntos miembros del Cártel del Noreste, grupo armado, dirigido por familiares de Miguel Ángel Treviño Morales, alias el Z-40, que se escindió de Los Zetas.
A limpiar, sin piedad
Los testigos aseguran que el tiroteo duró más de una hora.
“Nomas nos dijeron que no veníamos, que ellos no venían por nadie, ellos nada más venían a limpiar todo el mugrero, supuestamente“, dijo un testigo.
Los hombres dispararon contra la Presidencia Municipal, el cuartel de Policía, la Iglesia y diversos domicilios.
También incendiaron cinco vehículos, entre ellos dos patrullas.
“Lo que hicimos, como hicieron muchas familias, fue resguardarnos. Esperar a que pasara esto. Cuando pensábamos que iba a parar iniciaba nuevamente. Al escuchar esas detonaciones claro que estábamos atemorizados”, narró Jesús Pérez Treviño, exalcalde de Villa Unión, Coahuila.
En un primer momento, policías municipales y policías acreditables de la Fiscalía del estado les hicieron frente.
Luego elementos de la policía estatal llegaron a reforzar a los policías de Villa Unión y se enfrentaron con los sicarios.
“Gracias al enfrentamiento que estos dos policías que son de Mando Único que fueron los que hicieron frente cuando llegaron los refuerzos creo que son los primeros que fallecen y luego siguen llegando más refuerzos”, señaló Narcedalia Padrón, alcaldesa de Villa Unión, Coahuila.
Antes de huir, los delincuentes secuestraron a dos bomberos municipales y tomaron una brecha que conduce al municipio de Anáhuac, Nuevo León.
Los estatales los buscaron en el municipio de Guerrero, lo que desató nuevos enfrentamientos.
La madrugada del domingo, en la brecha del gas, la Policía estatal abatió a siete presuntos delincuentes.
También encontraron muertos a los bomberos secuestrados.
“Fueron enviados por el Cártel del Noreste, a tratar de asustar a Coahuila a una población que está a la entrada de la brecha, ellos querían entrar, pegar y salir, ellos llevaban dos guías al frente, lamentablemente esas dos guías fueron los que abatieron los elementos de la policía estatal, se quedaron sin guía, es decir, ni sabían. Cómo salir de Villa Unión hacia las brechas que no es algo sencillo”, comentó Miguel Riquelme, gobernador de Coahuila, el pasado 30 de noviembre.
El saldo del fin de semana violento fue de 22 personas muertas: 16 civiles armados, cuatro policías y los dos bomberos de Villa Unión.
Sigue el miedo
Este lunes, en las calles del municipio, el miedo persiste.
“La gente, poca fue a trabajar. Las escuelas nada, los padres de familia no enviaron a sus hijos, aunque los maestros ahí estuvieron”, destacó Narcedalia Padrón, alcaldesa de Villa Unión, Coahuila.
Villa unión, un municipio de más de 6 mil habitantes, está ubicado en la zona de los cinco manantiales que comprende los municipios de Nava, Zaragoza, Morelos y Allende, en el norte de Coahuila.
Desde 2007 la presencia de Los Zetas ha sido constante en esta zona. Incluso, a este grupo criminal se le atribuye la masacre de allende, en marzo de 2011, que dejó al menos 26 personas desaparecidas.
Este lunes en Torreón, durante su informe de gobierno, Miguel Riquelme hizo referencia al caso Villa Unión.
“También debo recalcarles a los gobiernos de los estados vecinos: el grupo de coordinación apoyado por estas corporaciones repelió con éxito la agresión de este grupo delictivo. Que quede bien claro: en Coahuila la fuerza de las instituciones es superior a la de los criminales”.
Con información de Juan Andrés Martínez y Raymundo Pérez Arellano.
LLH
