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ARTE Y CULTURA

La mejor manera para apreciar la belleza de los ojos cafés

La usuaria de Twitter @sunrisesth lanzó un mensaje que tuvo una gran recepción a lo largo y amplio de la red digital.

Miles de personas respondieron publicando fotografías de sus ojos marrones frente a la luz solar.

El área que porta el color que distingue cada ojo se llama iris, tiene alrededor de 12 milímetros de diámetro y una apertura justo en medio que cambia de diámetro según la cantidad de luz que recibe, llamada pupila.

Las células responsables del color de nuestros ojos son los melanocitos, que regulan también el color del cabello y de la piel. Estas células sólo pueden producir dos pigmentos: la eumelanina (que va del marrón al negro) y la fomelanina (que es roja). El iris tiene dos capas de color: una profunda, que es invariable; y una superficial, que es la que determina los rasgos diferenciables.

Los ojos “azules”, por ejemplo, no tienen ese pigmento específico, sino que las fibras de colágeno blanco en el tejido conectivo del iris dispersan la luz de tal forma que dan la ilusión del color azul. Lo mismo pasa en el caso de los ojos “verdes”, “grises” o “avellana”. Las tonalidades que vemos son producto, en realidad, de la combinación de pigmentos marrón-negro y rojo, con las fibras de colágeno y la forma del iris. Y por esa razón lucen más bellas bajo una luz intensa, como la del Sol.

El color azul se produce porque, ante la casi total ausencia del pigmento en la parte superficial del iris, la luz se disemina contra la capa de color oscuro del fondo. Así como el cielo se ve azul por la luz diseminada en el aire contra el fondo negro del espacio.

El color verde se produce porque en la capa más superficial del iris hay un poco de pigmento castaño o amarillo que, contrastado con el efecto de la luz contra el fondo negro (que se ve como azul), resulta en distintas tonalidades de verde.

Los ojos grises tienen algo de pigmento negro o muy oscuro en la capa superficial que, mezclado con el fondo “azul” da como resultado gris.

Los ojos marrones simplemente tienen una cantidad mayor de pigmento café en la superficie del ojo y, finalmente, los ojos negros, tienen tan pigmentada la superficie de su iris que el color resultante no se mezcla con la tonalidad del fondo.

Una excepción a estas reglas es el caso de las personas albinas, que carecen totalmente de pigmento tanto superficial como profundo, por lo que sus ojos se ven rojos (que es el color de los capilares sanguíneos al interior de los globos oculares).