Los primeros años de Rafinha fueron complicados para su madre, Juli Lanser Mayer. Al ser diagnosticado con Trastorno del Espectro Autista (TEA), el niño no hablaba para nada. A los 2 años de edad no interactuaba ni con sus padres, ni con sus hermanos, no miraba a los ojos y parecía estar sordo.
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Su madre se preocupaba porque temía que su hijo nunca iba a ser capaz de comunicarse. Los doctores no podían darle una respuesta certera sobre cómo iba a ser el desarrollo de Rafa, pero si le recomendaron que se apoyara en la tablet para ayudar al niño con su educación.
De acuerdo al relato de la señora Lanser, Rafa se pasaba el día viendo videos en YouTube en inglés. “Pensaba que ponía los videos en otro idioma porque no sabía cómo jugar con la tableta, así que yo siempre cogía el dispositivo y le ponía una animación en portugués.”
La recomendación de los médicos dio frutos, pero no como esperaban. Antes de cumplir cuatro años, Rafa habló por primera vez en una sesión con el terapeuta, pero lo hizo en inglés. “Me quedé preocupada porque, de repente, comenzó a hablar como si hablara el idioma con fluidez, sin haber recibido clases ni salido del país,” dijo su madre a BBC News Brasil.
Juli Lanser Mayer y su marido tienen tres hijos aparte de Rafinha, pero éste es el único con autismo, y se trata de una forma severa del trastorno, la cual es caracterizada por la hiperconcentración. El desarrollo de esta capacidad permite que Rafa pueda enfocar su atención en un interés específico, como idiomas, música, arte, sin dejar que otro foco lo distraiga.
Al poco tiempo, Rafa dominó el portugués, pero no se quedó ahí. También aprendió español, ruso, japonés, alemán, italiano, e incluso esperanto, el lenguaje de señas brasileño. Su madre comparte que su hijo políglota está aprendiendo árabe y apenas va a cumplir los 8 años.
Cuando quiere aprender un idioma, permanece concentrado durante un mes, pero no habla todos los idiomas todo el tiempo, solo el inglés lo habla todo el día, es con el cual se siente cómodo.
