Desde hace cuatro años, todos los días Dulce María Vázquez atiende un local de calzado en la zona de Tepito. Su jornada laboral comienza a las diez de la mañana y concluye a las 5:30 de la tarde, pero desde el 19 de septiembre pasado, el día en que se registró el sismo de magnitud 7.1, sus dos hijos, Evan y Renata, la acompañan al local.
Desde ese día ya no hemos podido ingresar a la escuela y, de hecho, ellos no han tenido clases, normalmente ellos nada más vienen los fines de semana, pero ahora con esto, los tengo aquí todos los días”, dijo Dulce.
El cierre temporal de escuelas en la Ciudad de México no ha sido fácil para los padres de familia, sobre todo para aquellos que trabajan como Dulce María.
Es difícil porque es traerlos desde temprano, darles de desayunar aquí, darles de comer aquí, ellos normalmente salen a las 5:30 de la escuela”, relató.
Evan cursa el primer año de primaria y Renata el tercer grado en la escuela Leopoldo Río de la Loza, ubicada a unas cuadras del negocio de su mamá.
Este plantel escolar es uno de los cuatro mil en la Ciudad de México que al día de hoy no han reiniciado clases a causa del temblor.
Es una escuela que ya es muy vieja, tiene aproximadamente 100 años, el inmueble ya es muy viejito”, aseguró Dulce.
Una semana después del sismo, y al saber que el regreso a clases no sería inmediato, las maestras enviaron guías con ejercicios y tareas para los niños mientras dura la contingencia.
Las guías las imprimo, las puse en un cuadernillo y después, ya en la tarde cuando llegamos a la casa nos ponemos a practicar”, afirmó.
Sin clases, los niños en el barrio de Tepito tratan de matar el tiempo jugando videojuegos en celulares o tabletas o jugando con otros pequeños.
Ya están aburridos ya es de: ‘Mamá ¿Ya va a haber clases? Mamá ya quiero regresar a la escuela’, pero todavía no nos han dado respuesta”, dijo Dulce María, comerciante de Tepito.
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Con información de Raymundo Pérez Arellano
LHE
