En las caravanas migrantes también viajan muchas mujeres que huyen de la violencia, el acoso y las extorsiones de los pandilleros en su país.
En su informe anual, Amnistía Internacional señaló que El Salvador es uno de los países más peligrosos del mundo para las mujeres.
En 2017, el país centroamericano tuvo una tasa de 12 feminicidios por cada 100 mil habitantes.
Mi hija trabajaba de andar vendiendo en las calles electrodomésticos y le pusieron una pistola y la estuvieron interrogando qué de donde era”, relató Meryl, migrante salvadoreña.
Durante años, Merly, de 52 años de edad, su hija de 36, y sus dos nietas de 11 y año y medio, han vivido bajo la extorsión, las amenazas y el miedo que imponen las pandillas o maras en El Salvador. Cuenta que hace poco algunos pandilleros manifestaron interés en su nieta mayor.
Llegaban a la colonia unos bichos bien terribles, cuando uno iba pasando decían ‘ve, esa perra me gusta’, me agarró el nervio porque yo le macheteo a cualquiera y me vale”, aseguró Meryl.
Este hecho hizo que las mujeres abandonaran la comunidad en la que siempre habían vivido y se sumaran a la cuarta caravana de migrantes que comenzó su arribo a Tecún Umán, Guatemala, desde la tarde del miércoles.
“La primera noche yo quería salir corriendo y llorar de ver a mis nietos en el suelo, pero va a ser peor verlas en otra situación en la que ningún padre quiere verlas, metidas con gente relacionada con pandillas o que ellas se vayan a involucrar en algo”, dijo Meryl, migrante salvadoreña.
Quieren que las mujeres solteras sean mujeres de ellos a la fuerza”, aseveró Suly, migrante de El Salvador.
Además de ser acosada por la pandilla de su barrio, Suly de 23 años de edad, debía destinar, cada semana, 15 de los 25 dólares de su salario, para pagar a la pandilla que ejercía el control en la zona donde trabajaba.
Hay que estar pagando para poder trabajar, por entrar a la zona de trabajo, entonces yo decidí renunciar a mi trabajo y unirme a la caravana”, agregó Suly.
Con información de Cecilia Reynoso
LHE
