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CRIMEN Y SEGURIDAD

Sujeto que vestía cadáveres de niñas como muñecas podría quedar libre

Sujeto que robaba cadáveres de niñas para vestirlas como muñecas de porcelana en Rusia, podría quedar libre.

Anatoly Moskvin es un hombre de 52 años de edad que al interior de su departamento escondía un macabro secreto que paralizó a la comunidad rusa.

Por años, Moskvin acudió a los cementerios de su localidad para desenterrar los cadáveres de las niñas que habían muerto recientemente, con el fin de robarlos y llevarlos a su domicilio.

El hombre era historiador y tenía amplia experiencia en tumbas, así como en la preservación y el cuidado de cadáveres históricos, por lo que no le fue difícil momificar a las niñas para unirlas a su macabra colección que, al momento de su detención, era de 29 “muñecas”.

Ya momificados, los cadáveres eran vestidos con ropa femenina, así como con guantes, medias y botas altas con el fin de esconder la piel ennegrecida por la putrefacción por la que atravesaban.

A algunas niñas les aplicó lápiz labial e incluso maquillaje para hacerlas parecer “más vivas”.

Tal fue el caso del cuerpo de Olga Chardymova, una pequeña que murió a los 10 años de edad y que fue desenterrado por Moskvin, que la vistió y la mantuvo en su departamento hasta que la Policía la descubrió.

Al descubrirse el secreto de Moskvin, las autoridades rusas lo enviaron a una clínica psiquiátrica, donde se determinó que tenía esquizofrenia, padecimiento que imposibilitó que un jurado dictara una sentencia en su contra.

El caso de “la casa de muñecas” del ruso revive con la noticia de que un tribunal considera la recomendación de los expertos que tratan a Moskvin, de liberarlo de la clínica con el fin de que continúe su tratamiento en libertad.

Las familias de las niñas cuyos cuerpos fueron secuestrados por el ruso ya mostraron su repudio ante la recomendación, pero según fuentes locales, los tribunales de este país suelen seguir las solicitudes de los expertos, por lo que es probable que liberen a Moskvin.

Por ahora, la decisión continúa en el aire, pero la sociedad rusa teme que alguien como el protagonista de uno de los casos que más la ha sacudido, vuelva a las calles.