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POLíTICA

Premio Nobel de la Paz 2022

Feliz cumpleaños, Vladimir

El único país donde aún existe la KGB, la última dictadura de Europa, esa nación donde el estalinismo aún se ve, se huele y hasta se presume, es la cuna del premio Nobel de la Paz 2022: el activista bielorruso, Alés Bialiatski.

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Al filólogo, escritor y defensor de los derechos humanos, la noticia lo tomó en la cárcel y con 60 años cumplidos, más de la mitad de ellos en lucha abierta contra la represión y en favor de los derechos humanos.

El nuevo premio Nobel de la Paz, considerado un emblema de la lucha por la democracia en Bielorrusia desde 1980, es fundador y director de Viasna (“primavera” en bielorruso), una organización creada en 1996 y dedicada a apoyar a presos políticos y a sus familias, a documentar la tortura y a denunciar violaciones.

Bialiatski ya había estado preso de 2011 a 2014, y en 2021 fue detenido nuevamente, sin juicio de por medio. “Evasión fiscal” fue el cargo en su contra las dos veces, y en ambos casos las detenciones ocurrieron después de haber participado en protestas contra el régimen de Alexander Lukashenko, el presidente de Bielorrusia desde hace 28 años, el llamado títere de Putin, el mismo que acaba de prohibir la inflación en su país por decreto.

La presidenta del Comité Noruego del Nobel, Berit Reiss-Andersen exhortó a las autoridades de Bielorrusia a liberar al activista, aunque, advirtió, “hay miles de presos políticos en Bielorrusia y temo que mi deseo quizá no sea muy realista”.

Alés Bialiatski se suma a la lista de premios Nobel de la Paz que han padecido encarcelamiento: la política birmana Aung San Suu Kyi, el disidente chino, Liu Xiaobo y, en la década de los años 30 del siglo pasado, el periodista y pacifista alemán, Carl von Ossietzky.

Los otros premiados

Como ha ocurrido en otros años, la distinción del Nobel de la Paz es compartida; no con Volodimir Zelenski, como había propuesto el Parlamento Europeo, pero sí con el Centro para las Libertades Civiles, institución ucraniana que se ha dedicado a documentar los crímenes de guerra rusos.

Y también con la organización pro-derechos humanos Memorial, disuelta hace menos de un año por el gobierno de Putin por considerarla un agente extranjero. “Nadie planea darse por vencido”, habría dicho entonces el presidente del Centro, Yan Rachinsky.

Con dedicatoria para Rusia y Bielorrusia

Las designaciones de este año son una clara señal en contra de los regímenes autoritarios, y en favor de las libertades y los derechos civiles. ¿Un evidente mensaje para Rusia y Bielorrusia? Así parece. Por lo menos, y aun cuando se diga que fue circunstancial, sí terminaron siendo un amargo regalo de cumpleaños para el ya septuagenario Vladimir Putin.

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