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SALUD

¿Por qué es tan difícil dejar de tocarse la cara?

Aunque las recomendaciones médicas siempre nos invitan a no tocar nuestro rostro, no hacerlo es sumamente complicado.

Los seres humanos tenemos comportamientos particulares y extraños que en ocasiones repetimos de forma automática aunque pongan en riesgo nuestra salud; uno de ellos es tocarnos la cara constantemente.

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Desde que somos niños se nos advierte que unas manos sucias son un factor en contra que puede afectarnos gravemente, por lo que llevarlas a nuestros ojos, nariz, boca o rostro podría suponernos una amenaza.

Sin embargo, a veces resulta imposible evitar este comportamiento y hasta es frecuente que nos encontremos sosteniendo nuestra barbilla o mejillas con las manos sucias sin siquiera notar cuándo comenzamos a hacerlo.

Como dato curioso, y antes de abordar este comportamiento en su totalidad, cabe destacar que los seres humanos son de las pocas especies, si no es que la única, que se toca el rostro de forma repetida y automática.

¿Por qué nos tocamos la cara?

De acuerdo a un artículo de la BBC, para los seres humanos es imposible no tocarse la cara porque, de la misma manera en que sucede con los primates, este gesto es una herencia evolutiva.

A diferencia de las especies que tocan su rostro como parte de una actividad de aseo o para ahuyentar plagas, mosquitos o cosas que les incomoden, nosotros y algunos primates le damos diferentes significados.

Entre ellos se enlista el calmarnos, como lo señala el profesor de psicología Dacher Keltner, coquetear y controlar nuestras emociones.

Tocarnos la cara también influye en nuestro nivel de atención y la capacidad que tenemos para concentrarnos en algo, pues a través del tiempo este hecho se ha vuelto un “comportamiento fundamental de nuestra especie” como lo menciona el psicólogo alemán, Martin Grunwald, de la Universidad de Leipzig.

También se trata de un “rol clave en los procesos cognitivos y emocionales que tiene la gente”, lo que implica poner nuestra atención y concentración en determinados pensamientos, conversaciones o situaciones.

Lamentablemente, tocarnos la cara en situaciones alarmantes, como en el brote de una enfermedad, o sin que nos demos cuenta de si tenemos las manos limpias o no, supone un riesgo de contagio y la llegada de miles de bacterias a nuestro organismo.

Riesgos de contagio y enfermedades

Diversos estudios durante 2012 y 2015 indicaron que el tocarse la cara supone una forma de entrar en contacto con superficies sucias y contaminadas casi garantizada, por lo que es importante desinfectarnos las manos después de usar, por ejemplo, el transporte público o ir al baño.