El 11 de mayo, se festeja el día del libro impreso. Pero, ¿sabes dónde se imprimió el primer libro de la historia?
El 11 de mayo del año 868, hace 1.145 años, el chino Wang Jie autorizó la impresión y distribución de El sutra del diamante, el libro impreso más antiguo del que se tiene conocimiento, el cual se estampó casi 600 años antes que la Biblia de Gutenberg.
Aunque cabe aclarar que El sutra del diamante no es el primer texto impreso como tal de la historia pero sí el más antiguo que se conserva hasta la fecha.
Ocurrió un día como hoy… 868, en China, Wang Jie imprime el primer libro de la historia: el Sutra del diamante pic.twitter.com/tmzAK3QXD2
— Librería Renacer (@RenacerLibros) May 11, 2017
Alrededor del año 1440, Johannes Gutenberg, un herrero alemán, inventó la imprenta de tipos móviles (de metal) en Europa y el primer libro que se imprimió en su imprenta fue el Misal de Constanza, entre los años 1449 y 1450.
“ La imprenta es un ejército de veintiséis soldados de plomo con el que se puede conquistar el mundo"
Johannes Gutenberg #frasehistórica pic.twitter.com/HbirfHWUz9— Historia 2.0 (@Historia2punto0) April 30, 2017
Aunque el mayor trabajo realizado por Gutenberg fue la Biblia de 42 líneas o Biblia de Mazarino, a la que se considera un ícono que marca el comienzo de la “Edad de la Imprenta” hasta esa fecha.
El texto original de El sutra del diamante, escrito en sánscrito, fue traducido al chino por un monje erudito indio llamado Kumarajiva,alrededor del año 400.
La copia china que se conserva, del año 868, fue hallada en 1907 por Aurel Stein (1862-1943), un arqueólogo húngaro-británico.
Este pergamino, de unos cinco metros de largo, había permanecido oculto, junto a otros 40.000 libros y manuscritos, en una cueva cercana a Dunhuang, una ciudad importante en la antigua Ruta de la Seda.
Esta biblioteca secreta fue sellada alrededor del año 1000, en una época en que esta región sufrió la amenaza del Imperio Tangut.
En 1900, un monje descubrió la entrada sellada de la cueva, en cuyo interior se habían conservado perfectamente los pergaminos de papel y seda gracias al aire seco del desierto.