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ECONOMíA

China, de país pobre a una superpotencia económica en 40 años

En tan sólo cuatro décadas, China ha experimentado un cambio incomparable en su economía y cultura, lo cual lo ha enriquecido hasta convertirse en la segunda economía a nivel mundial y le ha permitido sacar a 740 millones de personas de la pobreza, según cifras oficiales.

El programa al que se le atribuye el éxito se llamó “Reforma y apertura”, impulsado por el fallecido presidente de China, Deng Xiaoping, desde la muerte de Mao Zedong en 1976 hasta su retiro en 1989.

Deng llevó el socialismo de China a través de una serie de reformas económicas centradas en la agricultura, la liberalización del sector privado, la modernización de la industria y la apertura al comercio exterior.

En 1978, china era un país sumamente empobrecido, con un Producto interno bruto (PIB) de 150 mil millones de dólares para sus más de 800 millones de ciudadanos, muy por debajo de los 12.2 mil millones de dólares registrados en 2018.

El legado del Maoismo

Mao Zedong, el histórico líder de la República Popular de China, había fallecido dos años antes, dejando un legado controvertido después del Gran Salto Adelante (1958-1962), que provocó una hambruna que mató al menos a 10 millones de personas.

Zedong también llevó a cabo la Revolución Cultural (1966-1976), una campaña contra los partidarios del capitalismo que dejó centenares de miles, si no es que varios millones de fallecidos y paralizó la economía.

Deng Xiaoping, entonces secretario general del Partido Comunista de China (PCCh), propuso un cambio hacia las llamadas “cuatro modernizaciones”, que buscaban evolucionar hacia una economía donde el protagonista sería un mercado creciente.

Fue así como el 18 de diciembre de 1978, la modernización económica se convirtió en la principal prioridad del Comité Central del PCCh, pese a la resiliencia de los miembros más conservadores del partido.

Tras la muerte de Mao, el sector agrícola abandonó su planificación maoista, lo que permitió elevar su productividad y fomentar la migración de mano de obra a las ciudades. Posteriormente, la economía de China se abrió a la inversión extranjera por primera vez desde 1949.

Una de las estampas comunes en el Pekín de 1978, la avenida Chang An repleta de bicicletas (BBC)

La ciudad de Shenzen se convirtió en el llamado “Silicon Valley chino”, así como otros puntos repartidos a lo largo y ancho de la nación de escala casi continental, pues se convirtieron en zonas económicas especiales y fomentaron la inversión.

La apertura al exterior aumentó la capacidad productiva del país y permitió el desarrollo de nuevos métodos de gestión. Tras un proceso largo, China logró entrar a la Organización Mundial del Comercio en 2001, lo que le abrió definitivamente las puertas a la globalización.

En 2008, durante la crisis financiera mundial, Occidente emprendió la búsqueda por nuevos mercados. China destacó entre todos ellos debido a su creciente clase media e indisputable industrialización, la cual le llevó a convertirse verdaderamente en la “fábrica del mundo”.

PIB de China en millones de USD$ a precios del año 2010 (UNCTAD BBC)

Ahora, el gobierno de Pekín busca desprenderse de la industria manufacturera y convertirse en un país caracterizado por la innovación.

La desenfrenada actividad manufacturera ha llevado consecuencias negativas para el país, como lo es la grave contaminación el aire que sufren la mayoría de sus ciudades, además de una gran desigualdad.

Las últimas décadas, a pesar de la liberalización económica, no han traído ningún cambio a un rígido sistema de gobierno unipartidista, el cual es criticado por la represión de derechos humanos.

El presidente Xi Jinping, actual mandatario de China, enfatizó esta semana el liderazgo del Partido Comunista en un discurso por los 40 años de la reforma y apertura en el Gran Palacio el Pueblo en la plaza Tiananmen, el mismo lugar donde el ejército acabó a la fuerza con manifestaciones a favor de reformas políticas en 1989.

Con información de BBC Mundo