Pide papa Francisco cambiar perspectiva sobre migración internacional

CIUDAD DE MÉXICO, México, jul. 14, 2014.- El papa Francisco felicitó a la Secretaría de Relaciones Exteriores por la organización del Coloquio “México-Santa Sede: migración y desarrollo” en el cual participó el Secretario de Estado del Vaticano, el Cardenal Pietro Parolin.

 

A través de una carta dirigida a los participantes en el Coloquio, el papa señaló que la migración más que una emergencia es un hecho social que ha caracterizado a las sociedades a lo largo de la historia.

 

Por ello, hizo un llamado para cambiar la perspectiva ante este fenómeno, evitando así el racismo y la xenofobia especialmente ante el aumento en la migración de menores no acompañados desde Centroamérica y México hacia los Estados Unidos.

 

La carta señala: “esta es una categoría de emigrantes que, desde Centroamérica y desde el mismo México, cruzan la frontera con los Estados Unidos en condiciones extremas y persiguiendo una esperanza que la mayor parte de las veces resulta vana. / Es necesario reclamar la atención de toda la Comunidad Internacional ante este desafío a fin de lograr nuevas formas de emigración legal y segura”

 

El papa Francisco emitió esta carta desde el Vaticano en el marco de la visita de trabajo que el Cardenal Parolin realiza a nuestro país.

 

TEXTO ÍNTEGRO

 

Quisiera dirigir mi saludo a los organizadores, a los ponentes y a los participantes en el “Coloquio México-Santa Sede sobre movilidad humana y desarrollo”.

 

La globalización es un fenómeno que nos interpela, especialmente en una de sus principales manifestaciones a nivel planetario como es la emigración. Este “signo” de nuestros días hace resonar de nuevo con toda su fuerza las palabras de Jesús: “¿Cómo no sabéis juzgar este tiempo?” (Lc 12,57). A pesar del gran flujo de migrantes que se da en todos los Continentes y en caso todos los Países, la emigración es todavía vista como una “emergencia” o como un hecho puntual y esporádico. Sin embargo, se trata de uno de los hechos sociales que caracterizan nuestras sociedades y que nos desafían.

 

En sí, es un fenómeno que, en el seguimiento de grandes promesas, comporta múltiples retos. Muchas personas obligadas a emigrar sufren y, a menudo, mueren trágicamente. Muchos de sus derechos son violados, se ven obligados a separarse de sus familias, y lamentablemente siguen siendo sometidos a manifestaciones de xenofobia.

 

Ante esta situación, me gustaría repetir lo dicho el año pasado en el Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado: “Es necesario que todos cambiemos la perspectiva hacia los emigrantes y los refugiados; que pasemos de una perspectiva defensiva y de miedo, de desinterés y de marginación -que, en el fondo, se corresponden con la “cultura del descarte- a una perspectiva basada en la “cultura del encuentro”. Esta es la única capaz de construir un mundo más justo y fraterno, un mundo mejor”.

 

Quisiera también llamar la atención sobre las decenas de miles de niños que emigran solos. sin acompañantes, para escapar de la pobreza y de la violencia: ésta es una categoría de emigrantes que, desde Centroamérica y desde el mismo México, cruzan la frontera con los Estados Unidos en condiciones extremas y persiguiendo una esperanza que en la mayor parte de las veces resulta vana. Cada día son más y más numerosos. Tal emergencia humanitaria reclama, como primera medida de urgencia, proteger y acoger debidamente a estos menores. Sin embargo, estas medidas no serán suficientes si no van acompañadas de políticas informativas sobre los peligros del viaje y, sobre todo de promoción al desarrollo en sus países de origen. Finalmente, es necesario reclamar la atención de toda la Comunidad Internacional ante este desafío, a fin de lograr nuevas formas de emigración legal y segura.

 

Aseguro todo éxito a la loable iniciativa del ministerio de Asuntos Exteriores del Gobierno mexicano al organizar un coloquio de estudio y de reflexión sobre el gran reto de la emigración e imparto de corazón a todos los presentes mi Bendición Apostólica.

 

LSH