ESTADOS UNIDOS

Velan en Guatemala a niña fallecida en custodia de EU

Un teclado, una batería, un bajo y un güiro acompañaron los aplausos, cantos y lamentos de los cientos de asistentes, en Nochebuena, al velorio de la niña Jakelin Amei Rosmery Caal Maquín, de 7 años de edad, en el recóndito caserío de San Antonio Secortéz, al norte de Guatemala.

Fue un culto evangélico con música y sollozos en honor a la menor que salió en octubre del pequeño poblado hacia Estados Unidos y que el pasado 8 de diciembre, 48 horas después de haber sido detenida por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, junto a su padre (Nery Caal), falleció internada en un hospital por supuesta deshidratación sin que se sepa aún si las autoridades le brindaron alimentos sólidos o líquidos.

La madrugada del lunes llegó la caravana con el cuerpo de Jakelin al silencioso caserío de San Antonio Secortéz, a unos 40 kilómetros del municipio Raxruhá, en el departamento norteño de Alta Verapaz, enviado desde Estados Unidos, primero en avión y luego en una camioneta blanca desde el aeropuerto internacional La Aurora, en la capital guatemalteca, hasta la lejana e inaccesible comunidad.

Allí, en una casa de paredes de madera y techo de paja descansó este 24 y 25 de diciembre el cuerpo de la menor, que regresó sola, sin su padre Nery Caal (29 años) a quien juró seguir a todas partes y de quien no se desprendió a la hora de salir en el largo y mortal camino hasta la frontera de México con Estados Unidos.

Dentro del cuarto donde se aglutinaron decenas de niños, mujeres y hombres, bajo la luz de focos que son alimentados por paneles solares, allí los cantos evangélicos de la comunidad despidieron a la menor, depositada en un ataúd blanco rodeado de globos del mismo color, con mensajes de cariño y pésame escritos encima.

Afuera del velatorio, el abuelo de la menor, Domingo Caal (61 años) escribió en una cartulina un agradecimiento a los medios de comunicación; al vicepresidente, Jafeth Cabrera; a las embajadas de Guatemala y Estados Unidos; y al alcalde de Raxruhá, César Castro; así como a los demás asistentes y a quienes les han acompañado en “esta irreparable pérdida” de Jakelin.

Entre oraciones en idioma q’eqchi’ y algunas frases en castellano, hubo mensajes de protesta por la muerte de la niña. Más que Dios, el pastor y la gente habló del rol del pobre en relación con la justicia divina, pues “eso es lo que estamos destinados en la vida”.

Antes, en la mañana del lunes, algunos comunitarios q’eqchi’ trabajaron para remodelar el cementerio y adecuar el nicho, construido con bloque y cemento, donde será depositado el cuerpo de Jakelin, pese a que por momentos debieron hacerlo bajo la lluvia.

Por la tarde, en las vísperas de la Nochebuena, la representante de la Oficina de la Alta Comisionada de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Guatemala, Liliana Valinia, sostuvo en una declaración en sus redes sociales que mientras “hay quienes sueñan con la paz” y “esperan la llegada de un nuevo año”, “el cuerpo de una niña guatemalteca, Jakelin Caal, regresa a su casa sin la esperanza de volver a volar”.

Corazón de tela en honor de Jakelin Amei. (AP)

Y agregó que “los derechos humanos deben ser una realidad para todas las personas sin exclusión”.

Inexpresiva la mayor parte del tiempo, Claudia Maquín, a sus 27 años, tiene que lidiar con la pérdida de una hija y seguir manteniendo al mayor, de 9 años, y los más pequeños (5 y a su bebé de 6 meses) mientras su esposo, Nery Caal, consigue permanecer en Estados Unidos y comenzar a enviar recursos para que su familia logre salir de un sitio en el que no hay más Estado de Guatemala que una escuela primaria.

Con la más pequeña en brazos, enrojecida de tristeza, Claudia dejó sentir la música. Volteaba a uno y otro sitio y, desde su rincón, aguardó la noche a un lado del cuerpo de su alegre, fuerte y valiente Jakelin.

Hasta que por la tarde de este 25, en el día de Navidad, se haga la despida en el cementerio local.

Con información de EFE

AAE