Una familia viajó desde el norte de México para tomar una semana de vacaciones en la Ciudad de México, llegó en semáforo rojo por COVID-19, con horarios restringidos en restaurantes, los museos cerrados, pero el Turibús, ya en operaciones.
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Para el recorrido en el Turibús, los pasajeros deberán ir en la parte de arriba y separados, solo se permiten 30 personas, que deben usar cubrebocas durante todo el trayecto.
En la Ciudad de México los autobuses turísticos estuvieron cerrados en dos etapas: de marzo a agosto y de diciembre al 8 de febrero.
Económicamente se ven afectados porque no hay turistas extranjeros y los nacionales son muy pocos.
Verónica Aguilera, encargada de la mercadotecnia del Turibús, aseguró que se debe “estar al 50% el autobús para que conservemos esa sana distancia; la parte de arriba es la que estamos utilizando porque es al aire libre y al aire libre se reduce la posibilidad de contagio, aproximadamente 31 o 32 personas nada más. El día de hoy estamos viendo el primer movimiento, ha habido poca gente y el turismo es capitalino y nacional no ha habido turismo internacional”.
Pese a que se conservó la planta de empleados, ya necesitaban regresar a las actividades. La gente a bordo, responde bien, todos usan cubrebocas y establecen sana distancia entre las personas, que no son familia.
El precio del recorrido bajó de 150 a 100 pesos, con el fin de que más gente suba, esperan que en un mes mejoren las cosas y haya más afluencia en estos camiones.
Las autoridades de la Ciudad de México, buscan incentivar estos negocios y evitar que más empleos se pierdan.