ECOLOGíA

‘The Jungle Place’, segunda oportunidad de vida para el mono araña

En un santuario habitan 90 ejemplares de mono araña en un gran sistema de jaulas en las que se pueden mover con relativa libertad. Se encuentra en la Selva Maya de Quintana Roo, cerca de Playa del Carmen.

Los 90 monos serían condenados a morir si fueran puestos en libertad en la selva, su hábitat, donde supuestamente deberían de vivir seguros.

Cada uno de los 90 monos es un caso de maltrato y cautiverio sin razón en domicilios particulares, restaurantes, hoteles, talleres y hasta zoológicos. Todos fueron víctimas de tráfico ilegal y gracias a Joel y su esposa Heidi han podido regresar a la selva.

Una vez que fueron rescatados por activistas y las propias autoridades responsables de proteger el ambiente.

Ignacio Millán, subprocurador de la Profepa, dijo: “El mono se acostumbra tanto al trato humano que a veces es más complicado tratarlo de reintroducir al medio natural porque casi lo estamos condenando a que se muera, porque no sabe cómo sobrevivir él solo, no sabe cómo asociarse a una manada”.

El activista León Behar señaló: “No saben muy bien lo que es un mono, que ellos son monos, que los otros son monos, los sonidos, el viento, los pájaros, les llama mucho la atención estar en un medio que es el suyo, natural, después de haber estado en una casa”.

Paola Plaza relató el día que su papá le contó que habían adoptado un mono araña. “Sé que es una especie en peligro de extinción y tenerlo pues no es nada fácil, no es como llevar a un perro”, dijo.

La adopción de Justin fue una especie de rescate porque en realidad la pequeña mono araña era un encargo de un santero que pretendía sacrificarla en un rito de hechicería.

Amigos del papá de Paola la compraron en un mercado de Pachuca, Hidalgo, para evitar que fuera sacrificada. Sin saber que al comprarla estaban cometiendo un delito que podría llevarlos a la cárcel de tres a seis años.

“Todas las especies que se comercialicen de manera ilegal de vida silvestre se convierte en un delito de carácter penal dentro del Código Penal Federal”, comentó Ignacio Millán, subprocurador de la Profepa.

Pese al cariño que le tenía a Justin, Paola decidió que lo mejor era que regresara a la selva para que se reintegrara a su mundo y encontró en el santuario ‘The Jungle Place’ el lugar más adecuado.

“Me puse a pensar cuando se fue Justin cómo va a reaccionar si jamás ha visto a un mono”, aseguró Paola Plaza.

El traslado se realizó con la autorización y la supervisión de Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa).

Justin tuvo mucha suerte de encontrarse con la familia Plaza porque la mayoría de los monos llegaron al santuario con graves daños por el maltrato que recibieron durante su cautiverio.

“Llegan con brazos rotos, muchos llegan todos estresados. Hay monos aquí que llegaron que tenían hasta 12 años amarrados y se les da, por decir, no total la libertad, pero de no estar atado a un árbol nada más ahí en ese lugar”, aseguró Joel Rangel.

Hace 17 años, Heidi y Joel llegaron de Estados Unidos a Playa del Carmen con la idea de tener una jubilación tranquila disfrutando de la playa y el sol.

La adopción de un monito araña que estaba a punto de morir les cambió los planes y hoy están más ocupados que nunca.

“Venimos a jubilarnos, pero hacemos una cosa grande, la jubilación va con esto parte de la vida”, puntualizó Joel Rangel.

El mono araña es una especie en serio peligro de extinción y cuenta con un estatus de protección especial. Su captura, posesión y venta constituyen un delito federal.

Con información de Saúl Sánchez Lemus

LSH