ARTE Y CULTURA

“Sí se pueden cambiar usos y costumbres que nos dañan”, afirman mujeres zapatistas de Chiapas

En estos 27 años, el EZLN forjó una nueva generación de hombres y mujeres zapatistas que participan por igual en eventos políticos, culturales, deportivos y sociales

El presidente habló de usos y costumbres, pero muchas comunidades han sabido transformarse, conservar sus valores y respetar los derechos de las mujeres. Ejemplo de eso son las comunidades zapatistas.

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Felicitas y su hijo Clinton se criaron en la comunidad de la Realidad, que se ubica en la región selva-fronteriza del estado de Chiapas. Ella tenía 25 años, era madre soltera, cuando ingresó a las filas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Su nombre de batalla era Daudilia. Ella, junto a varias mujeres, formaron parte de la lucha zapatista para exigir respeto a sus derechos, libre participación en sus comunidades, igualdad entre niñas y niños después de que un grupo de indígenas tomara las armas en Chiapas, en enero de 1994.

“Tenia meses mi hijito cuando yo entré casi, fui a ser zapatista. Mi hijito creció casi en la organización”, explicó Felicitas Hernández Jiménez, habitante La Realidad, Chiapas. 

“Yo tenía casi un año cuando inició el conflicto, en el 94. Mi mamá me llevó cargado en la montaña cuando huimos, cuando salimos de la comunidad, cuando vino aquí, el Ejército”, detalló Clinton Jiménez.

“La mera verdad, nosotros, no sabíamos nada, pero cuando entramos, en tiempos, de ser zapatista pues supimos que nosotros como mujeres tenemos un derecho”, afirmó Felicitas. 

“Luchar para no ser explotados, para ser libres, tener una mejor vida, que todos somos iguales·, detalló Clinton.

El zapatismo, sus gentes, han hecho que las nuevas generaciones participen, generaciones que eran niños o que no habían nacido en el 94, hoy están activamente participando en el desarrollo de sus autonomías”, refirió Gonzalo Ituarte, exintegrante de la Comisión Nacional de Intermediación, CONAI.

En estos 27 años, el EZLN forjó una nueva generación de hombres y mujeres zapatistas que participan por igual en eventos políticos, culturales, deportivos y sociales.

“Promotores de salud como promotores de educación que prestan un servicio simplemente por comida y techo, entonces es algo muy importante que no sucede en otro lugar”, enfatizó el antropólogo Gaspar Morquecho.

Ana María aprendió a hablar español, a leer y a escribir en las escuelas zapatistas de la zona de los Altos de Chiapas. En 2013 se desempeñaba como promotora de salud en la comunidad el jardín, del municipio autónomo rebelde zapatista “16 de febrero”.

“Atendemos las pacientes de parto, de otras enfermedades pues”, insistió Ana María, Base del EZLN.

Ana María tenía 31 años de edad cuando nos dijo que el movimiento zapatista le enseñó a defender sus derechos, a elegir su destino y no tener un matrimonio forzado, como se acostumbra en las comunidades indígenas.

“Ahí, en mi comunidad, de los 14 años, 15 años, se casan y luego se convierten en mamá pero lo que yo veo es muy difícil. Más me gusta estar así soltera, me divierto más, salgo a donde yo quiera”, dijo Ana María.

Como Clinton, Fernando y Wilbert eran menores de edad cuando su familia se unió al EZLN. Aseguran que la lucha zapatista les enseñó a respetar los derechos de las mujeres y la importancia de la organización comunitaria.

“Nosotros entramos a ser zapatista porque éramos marginados”, reiteró Fernando

“Me siento orgulloso de haber sido zapatista desde mi niñez”, concluyó Clinton Jiménez.

Con información de Fátima Monterrosa

KAH