SALUD

Clínica de labio leporino y paladar hendido, en riesgo de desaparecer

Construcción de hospital infantil en Morelia, Michoacán, pone en riesgo a clínica de labio leporino y paladar hendido

Aquí, en un mes, son operados más de 20 niños y unos 600 reciben consulta médica. El espacio está a semanas de desaparecer para convertirse en oficinas. Es la clínica de labio leporino y paladar hendido, en Morelia, Michoacán.

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El cirujano plástico José Mena Olalde encabezó su construcción hace 15 años.

El gobierno no dio un solo peso para la obra, sólo donó el terreno. Mena se encargó de conseguir dinero con amigos, conocidos, aportaciones de su bolsa y de fundaciones. Después de seis años de obra, en el 2010 quedó lista esta clínica de dos pisos y se añadió a los servicios del hospital infantil de Morelia, que está a un costado.

A la fecha, ahí han sido operados de forma gratuita más de 1,600 niños de escasos recursos, no sólo de Michoacán, sino de estados vecinos como Guerrero, Guanajuato, Jalisco y Querétaro, entre otros, pero la construcción de un nuevo hospital infantil, a las afueras de la ciudad, tiene al equipo médico de la clínica, que es pagado por el gobierno, y a las familias en incertidumbre.

Se dio a conocer el proyecto del nuevo hospital infantil, nos dejaron un consultorio”, explicó el doctor José Mena Olalde, jefe de cirugía reconstructiva.

Un solo consultorio, cuando la actual clínica tiene espacios para la atención pre y postoperatoria de los niños.

Por ejemplo, hay un área de psicología donde también se atiende a los papás, ya que muchos de ellos al enterarse, desde los ultrasonidos, del problema congénito, rechazan a sus hijos.

Hay ortodoncia, donde se fabrican los aparatos para las necesidades de cada paciente.

Hay nutrición, pediatría, genética y terapia del lenguaje.

La construcción de la clínica de labio leporino y paladar hendido tardó seis años. (Noticieros Televisa)

Doctor denuncia que no hay diálogo con la secretaría de Salud

El doctor Mena denuncia que no ha encontrado espacio para el diálogo con la secretaria de Salud del gobierno del estado.

’Doctor, nos vamos porque no podemos mantener dos espacios, el hospital va a quedar precioso’, son palabras textuales que me dijo la doctora, ‘esto se va’ y no tenemos un espacio a donde nosotros podamos atender a todos estos niños”, añadió el doctor José Mena Olalde, jefe de cirugía reconstructiva.

La secretaria de Salud responde que no puede darle prioridad a este servicio y al doctor Mena por encima de los demás.

“Él, si tiene dudas, primero tendría que verlas con el director; su curiosidad y su afán de estar incluido o sentirse excluido de este proyecto es un tema bien sencillo, es venir y dentro de su hospital ver cómo va a funcionar”, dijo la doctora Diana Celia Carpio, secretaria de Salud de Michoacán.

El plan del gobierno del estado es que el nuevo hospital infantil comience a funcionar en agosto. El viejo, junto con la clínica de labio y paladar, tendría otras funciones.

“Los consultorios finalmente es un tema que no se ha asignado, nunca se ha dicho un consultorio para… es un ejercicio que se hará con el director al momento de trasladarse. Necesitamos hacer propuestas de eficiencia financiera”, aclaró la doctora Diana Celia Carpio, secretaria de Salud de Michoacán.

¿O sea, una opción es que esto sea oficinas mañana?, se le preguntó.

“Probablemente”, dijo.

Las familias de los niños también exigen claridad en el futuro.

El señor Guadalupe Orozco es campesino, cultiva frijol y maíz. Vive en un rancho del municipio de Carácuaro, en Michoacán. Lleva a su hijo Gervacio una vez al mes a la clínica. Cada viaje a Morelia les toma dos días y 3 mil pesos.

La primera operación de Gervasio fue al año de edad, pero su proceso en la clínica todavía no termina.

Guadalupe asegura que la vida de su hijo ha cambiado con cada cirugía, tanto física, como emocionalmente.

“A mí me ha cambiado mucho y a él también porque cuando estaba sin operarse los niños lo miraban y se atemorizaban, se cernían de mirarlo como estaba, en la escuela lo burlaban, ahora lo miran y ya más normal”, dijo Guadalupe Orozco, papá de Gervasio.

La señora Norma Isela es otro de los casos emblemáticos de la clínica. Ella nació con el defecto congénito y se lo heredó a sus dos hijos, Alan y Alexander. Los tres han pasado por las manos del equipo de la clínica.

También viajan una vez al mes, de Tzintzunzan a Morelia. A ellos les toma cuatro horas el viaje.

Desde recién nacidos, los niños fueron atendidos.

Suerte que no tuvo Fernanda Gómez. Sus operaciones comenzaron hasta los 12 años.

“Yo crecí con una fisura entre mi nariz y paladar, mi boca se conectaba y era muy incómodo cuando comía o tomaba agua porque se me salía por la nariz. Yo crecí con muchas cuestiones de que me preguntaban muchas cosas y eso se te queda, entonces no me puedo imaginar a un niño creciendo con comentarios y burlas”, dijo Fernanda Gómez.

Fernanda acaba de ser dada de alta a sus 19 años; después de cuatro cirugías lo único que le quedó fue una pequeña cicatriz. Con su experiencia asegura que la clínica no puede desaparecer.

“El día que me quitaron los braquets y que estaba esperando a que me hicieran los moldes, llegó un niño recién nacido. Ese niño lo tienen que ayudar, si a mí me ayudaron, por qué a ese niño no, por qué le van a quitar la oportunidad a otros niños de poder crecer mejor. ¿Por qué se lo quieren quitar”, cuestionó Fernanda.

Con información de Claudio Ochoa, Noticieros Televisa

AAE