ECOLOGíA

Río Atoyac, infierno ambiental que mata a habitantes de Tlaxcala y Puebla

Muchos de los que habitan cerca del río han enfermado y en algunos casos incluso muerto

En los límites de Tlaxcala y Puebla se ubica otra de las zonas denominadas infiernos ambientales.

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El río Atoyac, que atraviesa estas dos entidades, lleva años recibiendo descargas industriales y municipales.

Muchos de los que habitan cerca del río han enfermado y en algunos casos incluso muerto.

El río Atoyac, nace en la Sierra Nevada de Puebla, recorre Tlaxcala y después regresa a Puebla para desembocar en la presa Valsequillo.

En Tepetitla, uno de los municipios que recorre su cauce, vive Isabel Cano.

Cuenta que a partir de los años 60 ella comenzó a notar cambios en la zona.

“Entra Pemex que fue la primera industria que más llegó. Pero de ahí se hizo el corredor industrial y de ahí empezaron a cambiar las cosas empezaron a morir los peces, empezaron a morir las cosas y con ella la gente empezó a morir porque eso es lo que nos trajo la industria”, apuntó Isabel Cano, habitante del municipio de Tepetitla.

En 2009 su hija Zulma fue diagnosticada con leucemia.

Murió dos años después. Este hecho detonó una lucha en la región, primero, para conocer las fuentes de contaminación en la zona, analizar la calidad del agua y frenar el vertido de sustancias tóxicas en el río.

“Encontramos metales pesados, arsénico, plomo, cadmio, zinc, encontramos compuestos orgánicos volátiles, encontramos benceno, tolueno, bromodimetano, clorometano, fenoles, el cúmulo de sustancias presentes acá es lo que está provocando ese daño genotóxico y eso hace vulnerable a la población a contraer un cáncer, una insuficiencia renal, un aborto espontáneo”, expuso Alejandra Méndez, del Centro Fray Julián Garcés de Derechos Humanos en Tlaxcala.

A lo largo de los ríos Atoyac, Xochiac y Zahuapan se ubican corredores que albergan industrias de alimentos, petroquímicas, automotrices y textileras.

Las empresas de estos corredores, así como las aguas municipales de los ayuntamientos, descargan a este río.

“El mayor nivel de agua que se arroja al rio proviene de municipios. Si, en volumen sí, pero en tóxicos, los tóxicos están en las industrias”, señaló Alejandra Méndez, del centro Fray Julián Garcés de Derechos Humanos en Tlaxcala.

El agua de este río también se utiliza para regar los campos agrícolas de la región.

“El olor es picante a la nariz, pero eso nos causa ardor en los ojos, síntomas de vómito y aquí es donde los niños empiezan a sangrar la nariz”, comentó Isabel Cano, habitante del municipio de Tepetitla, Tlaxcala.

A raíz de la muerte de Zulma se pidió a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) intervenir por la violación al derecho a un medio ambiente sano.

En 2017 la CNDH determinó que la contaminación de este afluente está estrechamente asociada con la creciente expansión demográfica e industrialización desordenada en los estados de Puebla y Tlaxcala, lo que representa una amenaza para la salud pública para las más de 2 millones 300 mil personas que habitan en estos municipios.

“La CNDH es el primer documento oficial que reconoce el daño a la salud por la exposición ambiental. Y siempre han argumentado que un cáncer o una insuficiencia renal es multifactorial. Efectivamente es multifactorial pero aquí hay un riesgo que lo está volviendo exponencial”, comentó Alejandra Méndez, del Centro Fray Julián Garcés de Derechos Humanos en Tlaxcala.

Con información de Raymundo Pérez Arellano y Jorge Ulloa.

LLH