CRIMEN Y SEGURIDAD

Recuerdan a mujeres asesinadas por su bondad en México

"A estas personas no se les debería de enterrar sin que se den a conocer sus nombres", dijo Austin Cloes, un familiar de las víctimas

Familiares y amigos recuerdan a las tres mujeres asesinadas, junto a sus seis hijos, por su bondad al norte de México por presuntos narcotraficantes.

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Austin Cloes, un familiar de las víctimas radicado en Utah, dijo en una entrevista realizada en su residencia en un suburbio de Salt Lake City que había visto a las víctimas hace unos meses en una reunión familiar en México, donde jugaron básquetbol y disfrutaron de su compañía.

“A estas personas no se les debería de enterrar sin que se den a conocer sus nombres”, dijo Cloes. “Se trata de grandes personas. Ciudadanos estadounidenses”.

Cloes tenía una relación más cercana con Dawna Langford, de 43 años, a la que describió como una mujer cariñosa y amable que estaba orgullosa de sus hijos. Estuvo a punto de romper en llanto al hablar sobre los reportes de que otra de las víctimas, Christina Langford, habría salvado la vida de su bebé, Faith, al colocarla en el piso del vehículo.

Cloes dijo que los miembros de su familia extendida no compartían su fe en la doctrina de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, pero que todos eran religiosos y creían en Jesucristo.

Según él, no tiene conocimiento de que alguno de sus familiares practicara la poligamia, aunque la pequeña comunidad de La Mora, en el estado de Sonora y a unos 110 kilómetros (70 millas) al sur de Douglas, Arizona, fue fundada hace mucho tiempo por personas que abandonaron la fe mormona tradicional en Estados Unidos para escapar de la prohibición a la poligamia que impuso Estados Unidos en el siglo XIX.

Varias comunidades agrícolas estadounidenses similares se encuentran establecidas a lo largo de los límites entre Chihuahua y Sonora, y varios de sus miembros son nacidos en México, por lo que cuentan con la doble nacionalidad.

Muchos miembros de la comunidad de La Mora no viven ahí de tiempo completo, y muchos de los hombres realizan varios viajes de trabajo entre Estados Unidos y México, dijo Aaron Staddon, cuya esposa, Leah, creció en el lugar.

En aquellos días, La Mora era una comunidad tan aislada que su esposa ni siquiera tuvo que aprender a hablar español, comentó Staddon.

“A mi esposa le encantaba, a mis hijos les encanta”, señaló Staddon, quien ahora vive con su familia en Queen Creek, un suburbio de Phoenix, Arizona. “Vamos ahí porque los niños pueden salir y correr y ser niños”.

Staddon dijo que la pareja incluso planeaba llevar a los niños para el Día de Acción de Gracias, a pesar de la creciente preocupación sobre seguridad que expresaron algunos familiares que querían comprar terrenos en Arizona.

La regla básica era “viajar de día y no pasará nada”, relató Staddon. “Viajar en grupo y no pasará nada”.

Taylor Langford, quien divide su tiempo entre la comunidad mexicana y su residencia en Herriman, un suburbio de Salt Lake City, dijo que las mujeres asesinadas eran una tía y dos primas.

El padre y el tío de Langford, quienes se encontraban en México al momento del ataque, le dijeron que cada una de las mujeres conducía un vehículo cuando ocurrió la emboscada en un camino remoto sin pavimentar que a menudo transitaban sin mayor problema.

Contó que Rhonita Miller y sus cuatro hijos, incluyendo mellizos de 8 meses de edad, viajaban unos 10 kilómetros (6 millas) detrás de los otros dos vehículos cuando su auto fue baleado y devorado por las llamas.

Los atacantes posteriormente dispararon contra los otros autos, uno en el que viajaban Christina Langford y su bebé, y el otro en el que iban Dawna Langford y nueve menores. Dijo que varios de los niños sobrevivieron, incluyendo una niña de 9 años que recibió un disparo en el brazo y que fue localizada varias horas después.

El padre de Miller, Adrián LeBarón, dijo en una breve entrevista telefónica desde Sonora que la familia había pedido ayuda al gobierno mexicano, pero que aún no habían recibido respuesta. La entrevista se produjo en un receso en el que daba información a las autoridades en el Servicio Médico Forense.

“Le dispararon, la balearon por todos lados, y la quemaron”, dijo LeBarón.

Miller y sus hijos fueron recordados con afecto en Dakota del Norte, en donde residió durante algún tiempo.

El senador estatal Jordan Kannianen dijo que Miller acudió a la clase de religión que él impartía en Stanley. Dijo que ella era amable y “se tomaba muy en serio su fe”.

Los niños Miller también asistían a la escuela religiosa junto a los Kannianen, contó el senador.

Dijo que Miller, su esposo y sus dos hijos mayores salieron de Dakota del Norte antes del nacimiento de los mellizos a principios de este año.

La esposa de Kannianen, Elizabeth, no pudo encontrar fuerzas para contarles a sus hijos lo que había sucedido.

“Aún no les cuento a mis hijos”, señaló. “Me temo que sea demasiado”.

Con información de AP.

FJMM