CRIMEN Y SEGURIDAD

¿Quiénes eran el padre ‘Gallo’ y el padre ‘Morita’? los jesuitas asesinados en la Sierra Tarahumara

Los dos sacerdotes jesuitas asesinados en la iglesia de Cerocahui llevaban décadas haciendo trabajo pastoral en comunidades de la Sierra Tarahumara.

  • La muerte de los sacerdotes Javier Campos y Joaquín Mora ha generado conmoción e indignación en México.
  • El papa Francisco expresó su consternación.

Los dos sacerdotes jesuitas asesinados el lunes en la iglesia de Cerocahui llevaban no años, décadas, haciendo trabajo pastoral en comunidades de la Sierra Tarahumara.

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El sacerdote jesuita Javier Campos Morales, conocido como el “Padre Gallo”, tenía 79 años de edad; nació en la Ciudad de México y a los 16 años ingresó a la compañía de Jesús para ser sacerdote; un año después comenzó su misión en la Sierra Tarahumara dentro de la comunidad de Norogachi.

De 1996 al 2016 fue párroco de Cerocahui; en 2019 volvió a esta comunidad donde fungiría como vicario de pastoral indígena de la diócesis de Tarahumara. En estas comunidades, según narran sus compañeros, era muy querido, ya que hablaba su lengua, conocía sus caminos y convivía estrechamente con sus pobladores.

“La gente lo quería mucho porque igual trataba al anciano, como al jovencito y al bebé con mucho cariño. Él era el superior de los jesuitas de la Tarahumara, era muy generoso con la gente”, comentó Javier Ávila, sacerdote en Chihuahua.

El padre Joaquín César Mora Salazar ‘El Morita’, nació en Monterrey, Nuevo León, tenía 81 años de edad; ingresó a la Compañía de Jesús el 30 de julio de 1958, a los 16 años. Fue ordenado sacerdote el 1 de mayo de 1971 en Monterrey, Nuevo León y fue misionero en la Sierra Tarahumara en 1976. 

“Un tipo muy tranquilo, impresionantemente reposado, muy austero. Me consultaba mucho, le preocupaba mucho lo que pasaba al pueblo”, recordó Javier Ávila, sacerdote en Chihuahua.

También pasó una temporada en Tampico Tamaulipas.

“Mis hijas hicieron la primera comunión con él y pues él nos visitaba en las casas. Siempre a la gente más humilde la apoyo. hizo mucho por la capilla, era un padre muy accesible, muy buena onda con todos los de la colonia; nos apoyaba con despensas, lo que se le ofrecía a uno”, comentó una vecina de la colonia Pescadores, en Tampico.

La pequeña iglesia de Cerocahui donde se encontraban al ser asesinados es una parte importante de la vida espiritual de los habitantes del pueblo, quienes ahora exigen justicia.

La verdad eran muy buenas personas, muy dedicados a lo que era su profesión, a la Iglesia, su trabajo; hacían más de lo que podían hacer, inclusive pues terminaron como mártires”, destacó Emilio Jiménez, habitante de Cerocahui, Chihuahua.

“Ellos fueron personas que siempre pronunciaron lo bueno, lo bien, para la familia rarámuri y la mestiza; esperemos que hagan su trabajo, que hagan su trabajo ellos y investiguen y todo eso”, dijo Mariano Martínez, habitante de Urique, Chihuahua.

Desde el Vaticano, el papa Francisco, él mismo un jesuita, expresó su consternación.

 “Tantas muertes en México. Estoy cerca, con el afecto y la oración, de la comunidad católica golpeada por esta tragedia. Repito una vez más que la violencia no resuelve los problemas”, dijo el papa Francisco.

En el Senado, legisladores guardaron un minuto de silencio; el presidente López Obrador lamentó el asesinato de los religiosos.

“Expresar mis condolencias a la compañía de Jesús, a los jesuitas de méxico, del mundo, por estos lamentables hechos sucedidos en la sierra Tarahumara, en Chihuahua”, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador, presidente de México.

Con información de En Punto.

LLH