Vivos y muertos se unieron este sábado por la tradición mexicana.
Cuando el reloj marcó las 4 de la tarde, más de mil almas en pena desfilaron por el Paseo de la Reforma, avenida Juárez y 5 de Mayo hasta el Zócalo capitalino.
Con la coparticipación del Gobierno de la Ciudad de México con el federal, así como de los estados de Aguascalientes, Michoacán, Oaxaca y de San Luis Potosí, se llevó a cabo por tercer año consecutivo el desfile de Día de Muertos. Esta vez dedicado a los muertos migrantes.
La tradición más representativa de la cultura mexicana reunió a los capitalinos con los turistas nacionales y extranjeros, quienes unieron sus almas para ver pasar a la catrina.
El desfile estuvo dividido en dos segmentos. La muerte es un viaje.
Reconoce a la muerte como una migración, un tránsito y como el último viaje. Y la segunda, la muerte en la vida, que busca que los espectadores celebren la tradición de nuestra historia, nuestra cultura, de nuestras vidas. Al lado de nuestros muertos.
Y para que luciera así se necesitó del talento de 80 maquillistas y peinadores.
A la mitad del desfile, a las 4:26 se registró una llovizna, pero los vivos, miles de ellos, bailaban y reían al paso de la muerte.
Un año más, el sincretismo uniendo a vivos y a muertos en la tradición.
Las calacas de Juan Gabriel, de María Félix, la Frida avanzando al lado de su Diego, acompañados de las de Cantinflas y del santo, arrebataron los aplausos y nostalgia de los asistentes.
En total, 4 carros alegóricos, 18 marionetas gigantes, más de mil 50 voluntarios y alrededor de 2 millones de asistentes.
Desfile de Día de muertos 2018. Una tradición que vive.
Con información de Jesús Barba
JLR