Las bombas trampa, minas terrestres y municiones que dejaron en Raqqa los milicianos del grupo extremista Estado Islámico son una fuente importante de lesiones graves, según indicó un grupo humanitario internacional el viernes, seis semanas después de que terminaran los combates en la ciudad.
En apenas 10 días al final de noviembre, una clínica que gestiona Médicos Sin Fronteras en el este de Raqqa recibió 49 pacientes heridos por explosiones, señaló la organización.
Muchas carreteras siguen dañadas o bloqueadas, de modo que una ambulancia puede tardar hasta dos horas en llegar al hospital más cercano con capacidad de realizar cirugías. Como resultado, indicó MSF, las personas con heridas graves corren el riesgo de morir antes o durante el viaje.
Los milicianos del grupo EI ocuparon Raqqa y la utilizaron como su capital de facto durante casi cuatro años. Un contingente de liderazgo kurdo y con apoyo de Estados Unidos liberó la ciudad a mediados de octubre.
Con información de AP
BLR
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