CRIMEN Y SEGURIDAD

Penal del Topo Chico cierra sus puertas tras 76 años de tortura, terror y muerte

En la historia del penal del Topo Chico los lugares más polémicos son los rincones controlados por líderes del grupo criminal Los Zetas

En Nuevo León, las autoridades estatales anunciaron que el próximo 30 de septiembre, el penal del Topo Chico dejará de operar. Un penal con una historia terrible, donde aún quedan las huellas de lo que ahí ocurría y de quién mandaba.

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En febrero de 2016, grupos de delincuentes se pelearon por el control del penal dejando un saldo de 49 internos muertos.

Reino de Los Zetas

“Estamos en el ambulatorio E; era utilizado por uno de los líderes criminales y sus soldados, estamos entrando a lo que era su habitación personal y la de sus escoltas, en este lado, ahí, había un jacuzzi hechizo”, detalló Juan Martín González, director del penal del Topo Chico.

En la historia del penal del Topo Chico en Monterrey, Nuevo León, los lugares más polémicos son los rincones controlados, hasta 2018, por líderes del grupo criminal Los Zetas.

Uno de ellos era la celda privada con jacuzzi de Juan Pedro Zaldívar Farías, alías el Z-27.

“Era un mosaico, estaba muy decorado; se encontraban pantallas planas, sillones de lujo y el mapa donde el cártel tenía presencia”, expuso Juan Martín González, director del penal del Topo Chico, en Monterrey, Nuevo León.

La celda que ocupó el Z-27 está en la planta baja del ambulatorio E; para llegar ahí se tenía que caminar por el llamado pasillo de Los Zetas, entonces ocupado por lugartenientes y vigilado por guardias.

“Estas rejas se encontraban tapadas con material, con madera, el caso es que era un túnel, era una discoteca, no había visibilidad”, explicó Juan Martín González.

A un costado del pasillo de los lugartenientes estaba el bar de Los Zetas. Un anexo techado que los internos adaptaron como una cantina con cocina, que las autoridades actuales transformaron en una panadería.

“Donde veían películas, tenían una mesa de billar, y tenían su bar; aquí era una cocina que usaban los altos miembros del grupo organizado que controlaba el centro”, dijo Juan Martín González.

El autogobierno de Los Zetas en Topo Chico era tal, que incluso edificaron su capilla para la Santa Muerte, “Zona Z”, escribieron a la entrada.

“Ahorita está en desuso, pero anteriormente había un montón de artículos. No estaba regulada, ni autorizada la construcción”, apuntó Juan Martín González.

En febrero de 2016, Topo Chico fue el escenario del motín con mayor número de muertos en la historia de las cárceles mexicanas: 49 reos murieron en un enfrentamiento entre dos bandas, la encabezada por el Z-27 y la de Iván Hernández Cantú, alías “El Credo”.

“Empiezan ellos a pelear el control. La venta de comida, la venta de bebidas alcohólicas, el uso de las áreas de visita conyugal, venta de drogas dentro del penal, la entrada de prostitutas y control de las áreas en donde duermen”, destacó Roberto Flores, exprocurador de Nuevo León.

En el piso 3 del ambulatorio C estaba la celda privada de “El Credo”. El día del motín la quemaron internos bajo las órdenes del Z-27, bloquearon las salidas y le prendieron fuego al edificio.

“Este ambulatorio fue testigo donde se encontraron los cuerpos calcinados, no estaba yo en esa administración, pero todavía hay vestigios de lo que aquí paso. Se le prendió fuego, con un número de privados de su libertad en su interior”, narró Juan Martín González, director del penal del Topo Chico.

La cancha es otro de los escenarios más cruentos. Los internos solían abandonar aquí los cuerpos de sus víctimas después de los enfrentamientos.

“Decidían mejor decirle a su familia que no vinieran porque iban a ser extorsionados, molestados, el ambiente no era el adecuado y hoy vemos el resultado. Se palpan niños pequeños jugando con sus padres”, apuntó Juan Martín González, director del penal del Topo Chico, en Monterrey, Nuevo León.

Este penal fue construido e inaugurado en 1943, 76 años después, el próximo 30 de septiembre, cerraran las puertas de Topo Chico.

Las autoridades de Nuevo León trasladarán a los más de 2 mil 673 reos de esta cárcel al penal de Apodaca.

“Ya no es posible operar correctamente, por sus instalaciones decadentes, sale, yo creo que más caro meterle que hacer otro penal”, destacó Juan Martín González Aguirre, director del penal del Topo Chico.

Con información de Marco Antonio Coronel y Adrián Tinoco.

LLH