Papa Francisco llega a Bangladesh, procedente de Myanmar

Tras una etapa diplomáticamente complicada en Myanmar, el papa Francisco llegó este jueves al vecino Bangladesh, tierra de éxodo de cientos de miles de rohinyás.

El avión del jefe de la Iglesia católica aterrizó en Daca a las 14:45 horas, tiempo local, procedente de Rangún.

El pontífice argentino permanecerá en la capital bangladesí hasta su salida hacia Roma el sábado por la tarde.

Bangladesh, que tiene una población de 160 millones de personas, es uno de los países más pobres del mundo y uno de los más expuestos al cambio climático.

Desde hace tres meses el país tiene que lidiar, además, con la llegada masiva de rohinyás procedentes de Myanmar.

Se estima que más de 620 mil personas de esta minoría musulmana apátrida llegaron al país desde finales de agosto, para escapar de la violencia del ejército birmano que la ONU calificó de “limpieza étnica”.

Desde entonces, viven en la miseria, hacinados en campamentos del tamaño de ciudades, donde dependen de la distribución de alimentos.

Esta crisis humanitaria, una de las más graves en lo que va de siglo XXI, es el telón de fondo de la visita del pontífice de 80 años.

Antes de emprender el viaje, el papa argentino celebró este jueves por la mañana una última misa que congregó a varios centenares de fieles en la catedral Santa María de Rangún.

Para la minúscula comunidad de cerca de 380 mil católicos bangladesíes, esta visita papal, la primera desde la que hizo Juan Pablo II en 1986, es una fuente de orgullo inmenso.

Topoti Doris, una feligresa de la iglesia del Santo Rosario de Daca, construida por misioneros agustinos en el siglo XVII, dijo estar “atónita” de que el papa acuda el sábado a su parroquia.

“No lo puedo explicar con palabras, es algo que uno siente en el fondo de su ser”, comentó tratando de explicar su alegría.

El mensaje del viaje del Papa a Bangladesh, donde el 90 por ciento de la población es musulmana, se dirige a todas las religiones, indicó el arzobispo de Daca antes de su llegada.

“El Papa no viene solo para los católicos sino para toda la nación. Para todo el mundo en este país, sin importar su fe, sus creencias y su cultura”, dijo el cardenal Patrick D’Rozario.

Las palabras de Jorge Bergoglio sobre la crisis humanitaria de los rohinyás son muy esperadas en Bangladesh. El Papa argentino expresó antes de su viaje su preocupación por estos parias “torturados y asesinados por sus tradiciones y por su fe”.

Pero la diplomacia pesó en su visita a Birmania y el Papa no abordó la cuestión frontalmente, ni en su escala en Rangún ni en la capital, Naypyidaw.

El clero local le aconsejó no pronunciar la palabra “rohinyá”, tabú en un país que considera que las personas de esta minoría son extranjeros.

Francisco, preocupado por no atizar los ánimos de una opinión pública ya caldeada por el nacionalismo budista y las críticas de la comunidad internacional, se contuvo y sólo hizo alusiones a la violencia.

En sus discursos en Myanmar, el Papa apeló al “respeto por todo grupo étnico” y a “superar todas las formas de incomprensión, de intolerancia, de prejuicio y de odio”.

“No se puede esperar que la gente resuelva problemas imposibles”, se justificó el miércoles su portavoz, Greg Burke, en respuesta a las críticas el Vaticano, estimando que el sumo pontífice no había perdido su “autoridad moral”.

En Bangladesh, Francisco no se desplazará a los gigantescos campamentos de refugiados del sur, situados a una hora en avión de Daca, pero se reunirá el viernes con una delegación de rohinyás, uno de los platos fuertes de su visita.

El Papa “debe ser nuestro puente. Debe pedir nuestros derechos, nuestra ciudadanía en Myanmar. Si no, este tipo de visitas no sirven para nada”, dijo Azim Ullah, un representante rohinyá que vive en el campamento de Balukhali.

A menudo pobres y analfabetos, la inmensa mayoría de los rohinyás no saben quién es el Papa Francisco.

Para recibir al pontífice, las autoridades reforzaron la seguridad en Daca, donde celebrará una misa al aire libre.

La desaparición de un sacerdote católico desde el lunes en el oeste del país genera preocupación, aunque la Policía dijo estar este jueves “casi segura” de que el caso no está vinculado con el extremismo islámico.

En los últimos años, Bangladesh ha registrado un recrudecimiento de los ataques yihadistas, pero la represión de las autoridades, tras un atentado en una cafetería de Daca en 2016, parece haber debilitado a estos movimientos.

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Con información de agencias

LHE