La casa de Félix es de adobe, como muchas en Etchojoa. Pese a la pobreza de su familia, es un buen estudiante. Cursa el sexto año de primaria en la escuela de educación indígena ‘Benito Juárez’, en la comunidad rural de Baobampo.
En sexto grado y me gusta el futbol, escribir y estudiar. A trabajar en el campo, en los camiones que salen de aquí para el campo, pero a veces cuando llueve no vengo porque se llena de agua el camino y no puedo salir
dijo Félix.
A diario, igual que sus dos hermanas, Félix se va a la escuela con el estómago vacío.
“Sí, porque no hay nada que desayunar”, reiteró Félix.
A diario recorre largas distancias para asistir a la escuela.
Debido a la pobreza extrema, el índice de ausentismo escolar es del 40 por ciento.
En Etchojoa, el 80% de los habitantes se dedica a las labores del campo; el resto emigra a los Estados Unidos.
Como la mayoría, los padres de Félix son jornaleros y en esta época no hay trabajo agrícola.
Tengo tres. Trabajo, vendo cositas para sacar a mis hijos adelante porque trabajo en el campo pero no me alcanza, son 100 pesos diarios. Cuando no tengo pues no le doy nada y cuando tenemos le doy desayuno temprano y sino tengo que conseguir para darle
afirmó María de los Ángeles Moroyoqui, madre de Félix.
Los maestros, además de dar clases, son tutores de los alumnos.
En ocasiones los niños llegan sin desayunar, entonces el DIF nos provee desayunos fríos y les damos eso, pero el programa de tiempo completo nos da la oportunidad para brindarles una alimentación a las 2:30 hora de salida, les da mucha hambre
dijo Justino Buitimea, director de la Escuela Primaria ‘Benito Juárez’.
Ana Lilia es maestra indígena desde hace 18 años y profesora de tiempo completo; sin recursos ha sacado adelante a cientos de estudiantes.
Ella se ha convertido en un pilar de la comunidad.
La situación es algo triste porque se va papá y mamá a trabajar diario desde las 7 de la mañana hasta las 6 de la tarde, prácticamente los niños se quedan con los abuelos, tíos, los vecinos. Entonces no hay mucha comunicación con sus hijos
dijo la maestra Ana Lilia.
Estas comunidades se convierten en pueblos fantasmas durante gran parte del año por la escasez de trabajo; todos emigran al norte.
Con 8 mil pesos mensuales, los maestros trabajan de tiempo completo y buscan rescatar la lengua materna, para que los niños, como Félix, no se avergüencen de ser indígenas.
KAH