CRIMEN Y SEGURIDAD

En Guerrero hay violencia y esclavitud por el cultivo de amapola: Héctor Astudillo

CIUDAD DE MÉXICO, México, sep. 15, 2016.- En Guerrero hay violencia y esclavitud por el cultivo ilegal de amapola y sería necesario legalizar esta actividad en la ruta medicinal, así lo afirmó el gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, en mesa de debate para Despierta con Loret.

También en el estudio, Antonio Mazzitelli, representante de la Oficina de la Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, dijo que en México no hay suficiente demanda de productos legales derivados de la amapola y que la inseguridad en Guerrero hace inviable la legalización de este negocio porque no llegarían inversiones.

Antonio Mazzitelli, representante de la Oficina de la ONU contra la Droga
Foto: Noticieros Televisa
En una zona en la que tres cárteles se disputan la cosecha de amapola en Guerrero, mientras los campesinos se mantienen en la pobreza, legalizar el cultivo de amapola para uso medicinal no es la solución, afirmó Antonio Mazzitelli.

El funcionario de la ONU afirmó que, además, la falta de demanda juega en contra de los campesinos, pues el control del dolor en México no se hace con productos opiáceos.

En contraste, el gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, afirmó que legalizar la amapola para uso medicinal sí puede llevar a la disminución de la violencia.

Reconoció que Guerrero es el principal productor de amapola y dijo que está perfectamente ubicada la zona en la que se siembra esta planta: las zonas más pobres del estado.

Los grupos criminales, destacó, aprovechan la necesidad de la gente para que trabajen para ellos en condiciones de esclavitud, sentenció.

Además, admitió que los grupos criminales más violentos son los que están involucrados en el cultivo ilegal de amapola.

Para Mazzitelli, esas condiciones de pobreza no se modificarían con la legalización solamente, porque el problema no es la oferta, sino que en México no hay demanda por los productos medicinales fabricados con opio como la morfina. Afirmó que por eso se trabaja se trabaja para aumentar el uso de esos medicamentos para controlar el dolor.

Aun así, insistió, los precios de la morfina en el mundo son muy bajos y no sería un negocio rentable para salir de las manos del narco.

Dijo que, además, si se legalizara el uso medicinal de la amapola, las grandes farmacéuticas instalarían sus propios viveros y harían los cultivos muy controlados, con especies muy seleccionadas para la elaboración de sus productos. Es necesario, insistió, encontrar soluciones estructurales para salir del círculo vicioso de la pobreza.

Detalló la producción legal de amapola se lleva a cabo con procesos industriales, no se raya la amapola, por lo que las farmacéuticas no contratarían a los campesinos que hoy se hacen cargo de esa labor. De todas maneras, afirmó, los grupos criminales seguirían operando y pondrían obstáculos a cualquier inversión, porque su negocio es el tráfico y el trasiego. Así, sentenció, los campesinos seguirían siendo víctimas.

El gobernador insistió en que es necesario indagar por la ruta de la legalización para producción de medicinas. Destacó que la ruta de la salud puede ayudar a combatir la ilegalidad y combatir la grave disputa por el control de la cosecha de amapola, lo que convierte a las regiones en las más violentas, porque los delincuentes más poderosos están relacionados con esos cultivos.

Puso como ejemplo el caso de España, que permite el cultivo de amapola para elaborar medicamentos contra el dolor y aumentó la demanda en esos productos.

El funcionario de la ONU reviró en el sentido de que México tiene oportunidad de aprovechar el uso medicinal de la amapola para legalizarla, pero específicamente Guerrero no podría aprovechar la legalización, porque los empresarios no invertirían en zonas sin carreteras, sin policía y con operación del crimen organizado.

La respuesta debe ser estructural, con inversión y buscando desarrollo en una zona que se ha mantenido al margen y en la que el crimen organizado determina lo que es el derecho, impone los precios y obliga al campesino a producir lo que le conviene, convirtiéndolo, además, en una víctima que quera atrapada en los conflictos entre grupo delincuenciales.

El primer paso de la ruta, afirmó Mazzitelli, es que el gobierno gobierne en esas zonas.

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