Migrantes trabajan para ganar un poco dinero durante su trayecto hacia EU

Yeimi no esperó llegar a Estados Unidos para ponerse a trabajar, ella trabaja desde el camino.

“Yo iba a hacer baleadas para mi gasto, y de ahí me dijo la gente ¿por qué no vende baleadas? Están bien ricas, son hondureñas, entonces me animé de tanto que me decían y empecé mi negocio”, señaló Yeimi Colín, migrante hondureña.

Las baleadas son tortillas de harina de trigo elaboradas a mano al comal, con frijoles, huevo y queso. Entre más ingredientes se le agreguen, mayor es el costo.

Consigo lleva todos los utensilios de cocina que le han regalado, como sartén, una tapa que le sirve de comal y algunos recipientes de plástico; también ingredientes como aceite y sal.

Ahora ya es parte de su equipaje, porque en cada punto en el que se detiene, con la caravana migrante, coloca su puesto y vende baleadas, comida típica hondureña.

En su país, vendía cerca de una iglesia, hasta que criminales le comenzaron a cobrar derecho de piso.

“Ya no podía vender baleadas por la extorsión, me querían cobrar extorsión. Querían ganar más los delincuentes que yo, que, si no pagaba, tenía que irme o sino me iban a matar, así decían”, aseguró Yeimi Colín, migrante hondureña.

Este lunes caminó siete horas, descansó sólo dos y se paró a trabajar para conseguir unos ladrillos y leña, y hacer la masa.

“Para demostrar que los hondureños somos trabajadores, no sólo venimos a charolear, venimos a trabajar, tengo gripe, tengo tos pero hay que trabajar, hay que echarle ganas porque mis hijos comen”, señaló Yeimi Colín, migrante hondureña.

Por darle una mejor vida a sus cuatro hijos, es que busca llegar a Estados Unidos.

“Son nuestras comidas tradicionales de nuestros pueblos y son saludables, nos mantienen fuertes”, comentó Elías Sagastume, migrante hondureño

En la caravana hay trabajo para quien sabe cocinar o quien sabe cortar el cabello, 30 pesos, el servicio que incluye corte de cabello y de barba, y delineado de ceja.

“Hay que buscar un medio para ir sobreviviendo en el camino”, dijo Ayyi Collins, estilista.

Y en seguida se asoció Alexander.

“Él es el que trae máquina y bueno lo encontré ahí cortando pelo entonces me puse yo también a trabajar”, señaló Alexander Martínez, estilista.

En un día han atendido hasta a 16 personas, como Carlos.

“Ya tenía mucho pelo”, detalló Carlos Ordoñez, migrante hondureño.

Y con ellos, va un aprendiz de técnico en electrónica.

Si bien el grueso de la caravana migrante pide limosna, es cada vez más la gente que busca trabajar para ganarse unas monedas que le permitan llegar a la frontera norte de México.

Con información de Sarahí Méndez

MAP