Un grupo de integrantes de la caravana de migrantes centroamericanos caminó desde la ciudad deportiva Magdalena Mixhuca hasta la ONU, en Polanco, para solicitar autobuses.
“Queremos buses, exigir buses para irnos a la frontera”, dijo Marlon Mendoza, migrante hondureño.
-¿Por qué quieren que la ONU los apoye si hasta acá han venido solos?
“Porque es más peligroso y es más largo las ciudades”, agregó Marlon.
A pasó rápido y sin escalas caminaron cerca de 13 kilómetros durante tres horas media.
El sol, la sed el calor, no ha tenido relevancia ante sus objetivos, y hoy no fue la excepción.
El motor que impulsa a los jóvenes, según sus testimonios, es el miedo ante la inseguridad que viven en su país y el deseo de una vida estable.
“Yo no puedo regresar al país por la delincuencia”, señaló Tonary Corea, migrante.
¿Para los jóvenes como tú es más difícil?
“Sí, estoy amenazado yo, en un barrio en San Pedro, pagando renta, extorsión pues”, reveló Tonary.
¿Hasta dónde quieres ir?
“A Estados Unidos y si aún me deportaron de Estados Unidos prefiero estar preso que regresar a Honduras”, aseguró Tonary.
Las mujeres también siguen resistiendo.
-¿Hasta dónde van a seguir?
“A Estados Unidos”, dijo Jamilette Ávila, migrante hondureña.
¿Están pidiendo autobuses?
“A eso vamos por nuestros niños por nuestras madres”, indicó.
¿Qué van a hacer en Estados Unidos?
“Trabajar”, respondió.
“Todo eso que dice el presidente Trump no te importa?
“La última palabra la tiene Cristo”, aseguró.
¿No les importa seguir caminando?
“No importa hasta llegar a la meta”, subrayó Jamilette.
Poco antes de las 14:30 de la tarde, el contingente llegó a una de las oficinas de Naciones Unidas en Polanco.
“Queremos evitar desgracias mayores. Queremos agradecer al pueblo mexicano porque se ha portado de una manera inconmensurable. Tenemos más de 200 niños enfermos por las inclemencias del frío que cuestan 170 buses porque criminalizan la libre locomoción”, apuntó Milton Benítez, periodista hondureño.
Se acercaron representantes de la oficina de Naciones Unidas en México y ofrecieron hacer una reunión para dialogar.
Milton Benítez quien dirigió este contingente y otros 12 se fueron a la reunión.
El resto de los migrantes permanecieron en la calle, sentados en el piso, esperando durante más de tres horas hasta que anocheció, sin comida, sin agua ni un baño cercano.
Después, regresaron al albergue.
Con información de Adriana Valasis.
LLH
