CRIMEN Y SEGURIDAD

Miembros de la caravana de migrantes huyen de La Mara para estudiar

Cristian no quiere pertenecer a La Mara, en Honduras, no quiere que lo maten como a su papá. “Es mucha violencia ahí uno no sabe cuándo le llega la muerte”, asegura Cristian Reyes, migrante hondureño. Él tenía 10 años de edad cuando su padre fue asesinado.

“A mi papá lo mataron fue así en enfrentaciones de maras y lo doblaron. Cuando son enfrentaciones es realmente cuando quieren tomar posesiones de lugares ellos, quieren ir creciendo. Mi papá realmente era parte de uno de ellos. Yo no quiero eso, yo quiero más bien salir adelante”, dijo Cristian Reyes, migrante hondureño.


Los migrantes centroamericanos caminan a lo largo de la frontera con Guatemala (Reuters)

Desde entonces tuvo claro que dedicaría su vida a trabajar. Dejó la escuela a corta edad y se empleó como tapicero con un salario que apenas le alcanzaba para vivir.
Cristian Reyes, Migrante hondureño:

“Recibimos muy poco pago en los trabajos y todo, por más que nos matamos uno y todo nada que los recibimos. El pago de nosotros casi se va en alquiler y la comida o pasaje”.

Necesita dinero para él y para su madre y hermana pequeña. Tiene 17 años, pero es el hombre de la casa.

Al no poder ingresar a México por la vía legal, se aventó desde el puente internacional al Río Suchiate.

“Yo me tiré nadando. Yo no iba a esperar una balsa que me fuera a traer allá, yo me tiré a nadar con una soga. Ahí es complicado: si uno no sabe nadar, se lo lleva la corriente”, explicó Cristian Reyes, migrante hondureño.

Con él va su amigo Aníbal, aún más joven, de 15 años de edad. Era malabarista de crucero en las calles de San Pedro Sula pero decidió ser arquitecto.

“Ya me cansé de estar haciendo malabares, limpiar vidrios. Quiero aprender el inglés, el inglés siempre me ha gustado, así de aprender a hablar idiomas, siempre me ha gustado hablar japonés, inglés”, explicó Aníbal Bernardo, migrante.

Quiere ser un gran arquitecto y ayudar a sus padres.

“Mi papá ya está viejito ya no trabaja y mi mamá está enferma, tiene azúcar”, dijo Aníbal Bernardo, migrante.

Ni Cristian ni Aníbal tienen un plan definido. No pueden tenerlo. Saben que es paso por paso, y aún les faltan muchos para llegar a la frontera con Estados Unidos.

Con información de Sarahí Méndez

HVI