CRIMEN Y SEGURIDAD

Maestros aprenden a contener hemorragias por constantes balaceras en escuelas de EU

Mientras aprendía cómo hacer presión, cubrir una herida con gasa y aplicar un torniquete, la maestra de matemáticas y estudios sociales de sexto grado Kari Stafford sacudió la cabeza ante la perspectiva de que estas sean de ahora en adelante más herramientas para su profesión.

A Stafford no le gusta nada la idea, pero ahora que las balaceras en las escuelas son moneda corriente, ella y numerosas colegas han aceptado reticentemente que los ataques van a continuar y que los maestros deben estar preparados para evitar que los alumnos mueran desangrados.

“Una no puede quedarse cruzada de brazos, hay que aprender cómo ayudar”, expresó Stafford, quien participó junto con una docena de colegas en unos talleres ofrecidos en las instalaciones de la Southeast Polk High School de Pleasant Hill, una zona rural al este de Des Moines, la capital del estado de Iowa.

En los últimos cinco años unos 125, 000 maestros, consejeros y personal administrativo de escuelas de todo el país han recibido instrucción sobre cómo frenar hemorragias. La campaña sigue creciendo y cada vez más escuelas incorporan a sus aulas implementos dignos de los consultorios de médicos militares: torniquetes, gasas y vendas.

Algunas escuelas están tomando medidas de seguridad e incluso armando a los maestros. El objetivo principal es ganar tiempo mientras se espera la llegada de la policía y de paramédicos para atender a los heridos.

La idea de capacitar al personal escolar para enfrentar este tipo de situaciones la lanzó el doctor Lenworth Jacobs, de Hartford, Connecticut, que operó a varias de las víctimas de la balacera del 2012 en la Sandy Hook Elementary School, que dejó 26 niños y adultos muertos.

Dio por sentado que los episodios como este continuarían y el tiempo le dio la razón. En el más reciente, 17 personas fallecieron el 14 de febrero en una secundaria de la Florida.

“Soy cirujano desde hace 40 años y he visto muchas heridas de bala”, expresó. Pero una matanza en una escuela primaria “es alto muy diferente. Ver niños de seis años con heridas causadas por armas pesadas te cambian”.

Jacobs y otros cirujanos formaron un grupo que incorporó a policías y otro personal de auxilio para elaborar estrategias de ayuda a las víctimas de matanzas.
En muchas masacres en escuelas, algunas de las víctimas podrían haber sobrevivido si se hubiese controlado la hemorragia.

“Toma mucho tiempo evacuar un aula y asegurarse de que no hay agresores en los alrededores”, manifestó Jacobs. “Si alguien te va a salvar, es la persona que tienes a tu lado”.

La iniciativa se expandió rápidamente y ahora hay talleres en los 50 estados.

Georgia está a la vanguardia y ya ha invertido más de un millón de dólares en un programa piloto y la compra de material para las escuelas. El gobierno estatal ha dado clases de primeros auxilios a más de 18, 000 maestros y otro personal educativo.

Muchos maestros que se resistían a la idea han aceptado que deben estar preparados para atender a heridos.

“En estos episodios, los estudiantes pueden morir desangrados” mientras se resuelve todo y llega el personal de primeros auxilios, manifestó Dena Abston, directora ejecutiva del organismo estatal que lidia con estos casos.

“En las balaceras en escuelas, nunca sabes si el agresor se va a entregar o se va a suicidar antes de ser atrapado. Pueden pasar los minutos sin que podamos atender a nadie”, señaló Nolan McGinnis, paramédico que asistió a las víctimas de una matanza en el Umpqua Community College de Roseburg, Oregon, en la que murieron diez personas en el 2015.

“Una sola persona no puede poner fin a los tiros, pero puede salvar muchas vidas. Eso me da mucha tranquilidad”, comentó Sierra Sheeks, estudiante de la Bend Senior High, una secundaria de Bend, Oregon.

En el taller de Iowa, una docena de maestros y otro personal educativo escuchó a los instructores.

Brian Feist, especialista en la atención de heridas, y el cirujano Richard Sidwell mostraron cómo contener una hemorragia y luego pidieron a los maestros que practicasen torniquetes.

Feist explicó que la presión directa era lo más efectivo y el torniquete lo más recomendable cuando hay varias heridas.
“El paciente va a gritar de dolor, esto es muy, muy doloroso”.

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Con información de AP

HVI