POR EL PLANETA

Las maravillas de nadar junto a la ballena gris

Nadie le ha escrito con tanta pasión a la ballena gris como Homero Aridjis:

“Bajo la luz fantástica del invierno ilusorio del sur, frente a la orilla inmóvil donde todo se retira hacia el extremo norte, incluso las mitologías. Mírenme mirar el ojo café de la ballena fugitiva, porque en ese ojo evasivo está el misterio de la materia, en ese canto visual está el secreto del presente, en ese presente vacío está comprendida la ausencia, en esa ausencia atisba el ojo evasivo de la gracia”.

Este es el refugio natural de la ballena gris, probablemente, la única ballena en el mundo que busca el contacto con el ser humano.

Naman Maciel Domínguez, capitán de Ecotours Malarrimo, comentó: “Los antiguos pescadores le tenían mucho miedo a las ballenas, yo también le tenía miedo porque no había tenido ese contacto directo con ellas”.

Ramón Castellanos, naturalista y líder de expedición, explicó: “Las personas que hemos nadado con ballenas, pues, nos ha cambiado la vida tocarlas y estar con ellas, es fantástico, pero estar en el agua con ellas, notar su gentileza y su curiosidad, igual que nosotros, es una cosa que te toca el alma”.

El naturalista Ramón Castellanos, conoce bien a la ballena gris.

En la Bahía de Sebastián Vizcaíno, afuera de la zona de avistamiento de la ballena gris, Ramón se ha sumergido con este gigante del mar.

Ramón Castellanos, naturalista y líder de expedición, señaló: “Cómo sabes es el único animal silvestre que se acerca a los hombres para tener contacto físico, no existe la posibilidad de tocarlas en muchos casos y partiendo de ahí pensamos que había la posibilidad de nadar con ellas”.

Es una extraña sensación nadar con ballenas grises, la temperatura del agua es apenas de 16 grados y afuera de la laguna “Ojo de Liebre” la corriente y los nutrientes dificultan la visibilidad bajo el agua

Al principio no ves nada, intentas abrir los ojos lo más que puedes hasta que se desvanecen las sombras y la figura luminosa de este mamífero marino comienza a tomar forma, tu respiración se hace más lenta mientras observas su enorme cabeza, su mandíbula fuertemente cerrada y su cuerpo plagado de parásitos.

Y aunque eres un extraño en su mundo, allí se queda, sin la menor prisa por marcharse hasta que de pronto se vuelve hacia a ti y te observa con “el ojo evasivo de la gracia”, del que hablaba Homero Aridjis.

Armando Gasse, fotógrafo submarino, comentó: “Es una cosa verdaderamente maravillosa porque con otras ballenas no te pasa eso ni con la jorobada ni con los cachalotes. Disfrutas hasta el último segundo de esos pases que te hacen cuando se te acercan, cuando te está viendo, ese ojo voltea a verte no es de que casualidad pase y no, las crías, los ballenatos se te acercan para verte, te observan, ven la cámara, te ven las aletas, es muy curioso, la verdad es increíble”.

Con información de Alberto Tinoco Guadarrama.
RAMG