Impotencia, temor y preocupación, los sentimientos de migrantes mexicanos en EU

“Estoy muy orgullosa de ser mexicana y venir a trabajar para acá porque si es difícil y más poner un negocio”, dijo Olga, migrante mexicana.

Olga Ordaz, nació en Jalisco, es la dueña de un negocio de piñatas en la ciudad de Socorro, a 30 kilómetros de El Paso, Texas, y a solo dos de la frontera con México.

Desde 2007 ha logrado hacer crecer su negocio, en el que fabrica al menos 100 piñatas semanales. Asegura que, irónicamente, la que más se vende es la de Donald Trump, figura que ahora, la hace vivir con miedo de ser deportada.

“La hacen sentir como criminal, pienso yo, los que tienen su familia aquí, su casa y todo, que los deporten, no se me hace justo, porque no estamos haciendo nada malo, estamos trabajando”, sostuvo Olga.

Jesús también es originario de Jalisco, lleva 30 años como indocumentado en San Diego, California, y sus hijas nacieron en Estados Unidos. Actualmente no tiene trabajo fijo, llega todos los días a la Imperial Avenue, conocida porque ahí los jornaleros ofrecen sus servicios afuera de un centro comercial.

Aunque la posibilidad de ser deportado es latente, dice que su única preocupación es su familia.

“A mí no me da miedo que me deporten, a mí ya me da igual, yo nada más les digo a mis hijas que les vaya bien”, aseguró Jesús.

En la ciudad de Laredo, Texas, Daniel Mendiola trabaja en la remodelación de un centro comercial junto con otros 500 migrantes, casi todos mexicanos. Él, a diferencia de muchos de ellos, cuenta con una ventaja: papeles para estar en territorio estadounidense.

“Como soy ciudadano americano puedo pasar todos los días, pero si trajera visa pues si van a decir qué porque brinco todos los días temprano, como brinco como a las cinco de la mañana o seis, si trajera visa me la podrían romper”, afirmó Daniel.

Con información de Francisco Javier Carmona
LHE