CRIMEN Y SEGURIDAD

Habitantes de San Miguel Totolapan viven con temor, piden al Ejército y Guardia Nacional no se retiren

Los pocos negocios de ropa y bisutería que abrieron frente al kiosco siguen teniendo muy pocas ventas. Sus propietarios están preocupados porque no tienen para pagar la renta del local.

  • Los caminos que llevan al poblado de San Miguel Totolapan están solos, son pocos los automóviles que circulan

Este domingo, la comunidad de San Miguel Totolapan, de casi 25 mil pobladores, ubicada en la región de Tierra Caliente, a 266 kilómetros de Chilpancingo, capital de Guerrero, estuvo vacía. Pocos habitantes salieron a las calles. Fueron contados los negocios que abrieron sus cortinas, la mayoría estuvo cerrada.

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El pasado 5 de octubre hombres armados asesinaron a Conrado Mendoza, presidente municipal, a su padre, Juan Mendoza y a 18 personas más. Antes de la masacre, a misa de 9 de la mañana acudían más de 100 personas, hoy sólo asistieron menos de 50, la otra mitad no lo hizo, según los feligreses, por miedo a que se repita una balacera. Reconocen que perdieron su paz y su tranquilidad.

“Ya todo se fue abajo, todo. Antes, cuando había un velorio, la gente se iba hasta la una, dos de la mañana de acompañar y tranquilo, pero ahora, en lugar de que tengamos ganas de salir, tenemos miedo por lo que está pasando y así, pues no. La gente ya no transita mucho, por eso le pusieron el pueblo fantasma”, señaló Maurelio Manzanares, habitante San Miguel Totolapan.

Francisco Valente tiene 68 años de edad, los mismos de vivir en San Miguel Totolapan. Durante todos estos años nunca había pasado algo así.

El miércoles 5 de octubre, a la una y veinte de la tarde, se dirigía al Palacio Municipal a realizar unos trámites… Antes de llegar escuchó las ráfagas de bala que impactaron en la alcaldía. Como pudo, regresó a su casa en la bicicleta que utiliza desde hace varios años como su único transporte.

Desde esa noche Francisco no ha podido dormir tranquilo.

“En las noches como quedó un poco traumado de lo qué pasó, siempre en la noche brinca uno, está temeroso, se le revela a uno lo que pasó, no fue una cosa pequeña, pero poco a poco ojalá se normalice y que ahora sí ya estemos más tranquilos”, dijo el señor Francisco.

En la plaza central, frente a la iglesia y a un costado de Palacio Municipal, el negocio de pancita que se instala cada domingo volvió a colocarse. En esta ocasión la mayoría de sus clientes no fueron los habitantes del pueblo, sino los militares y los policías de la Guardia Nacional que custodian la comunidad.

Las demás establecimientos de comida estuvieron vacíos, los alimentos se les quedaron. Muy pocos salieron a comprar comida para desayunar.

Las pocas personas que salieron a las calles fueron adultos mayores y lo hicieron por necesidad. Casi no había jóvenes y los únicos que se veían, recorrieron la zona en motocicleta.

“Ya fui temprano a comprar qué comer, andamos con miedo, pero ni modo, andemos de salir, lo que Diosito, diga”, insistió Adulfa Jaimes.

El mercado “16 de septiembre” y el tianguis del lugar también estuvieron desolados, no registraron muchos clientes.

“Antes había alegría, le digo estábamos en plena fiesta del patrón San Miguel, a partir de ese día ya no hubo fiesta, la gente se asustó, ya no quería ni trabajar, salir, los negocios cerraron como dos días y después poco a poco empezaron a abrir, este sábado ya hubo más comercio aquí en la plaza, pero el otro sábado no hubo nada, no hubo nadie”, agregó el señor Abraham Chávez.

Los pocos negocios de ropa y bisutería que abrieron frente al kiosco siguen teniendo muy pocas ventas. Sus propietarios están preocupados porque no tienen para pagar la renta del local.

“La verdad han bajado bastante, ahorita no hay nada, nada más sacamos si quiera para ir comiendo, no hay nada, ni gente hay, mucha gente se fue, no hay ventas, la verdad. Muchos negocios cerraron, el pueblo es un fantasma, no hay gente casi, pero aquí estamos sobreviviendo y así vamos a seguir luchando para sobrevivir”., destacó la comerciante Victoria González.

Los caminos que llevan al poblado de San Miguel Totolapan están solos, son pocos los automóviles que circulan. La única vida que tienen es el ganado que transita por el sitio acompañado de sus arrieros.

La casa del alcalde que fue atacada se encuentra asegurada por la fiscalía General del estado de Guerrero. En su exterior se encuentra una decena de veladoras en memoria de los fallecidos. La calle permanece en silencio, solo el ruido de los árboles es lo que se escucha.

Los habitantes de San Miguel Totolapan le piden a las autoridades que el Ejército y la Guardia Nacional no se retiren del lugar. Este domingo las fuerzas federales realizaron actividades médicas y de peluquería en favor de los pobladores.

Con información de Bogdán Castillo

KAH