ARTE Y CULTURA

Habitantes de Juchitán, Oaxaca, visitan a sus difuntos durante los festejos de Semana Santa

Conmemorando una tradición zapoteca, los habitantes de Juchitán visitan los panteones para honrar a sus familiares fallecidos durante la Semana Santa

  • Para los zapotecas de Juchitán, honrar a sus muertos durante la Semana Santa, no sólo es una tradición, también es una fiesta
  • A lo largo del día se reparte comida y bebida y por todos los rincones del panteón, suena la música

Habitantes de Juchitán, Oaxaca regresaron a los panteones para reencontrase con sus muertos, durante la conmemoración de Semana Santa.

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Es una antigua tradición zapoteca en la que, cada familia honra a sus difuntos, como si fuera la conmemoración del Día de Muertos.

“Se trata de mi hijo, Juan Daniel Jiménez Ortiz, pero le dicen Daniel Ortiz, eso es lo que venimos con la familia a convivir un rato, esa tradición que se celebra ahora en la Semana Santa”, aseguró Raymundo Jiménez Montero, habitante de Juchitán.

Este joven murió a los 21 años de edad y dejó cuatro hijos en la orfandad.

Está sepultado en esta tumba del panteón Miércoles Santo y en este lugar se ha reunido su familia para recordarlo.

“En la mañana desayunamos en la casa, de aquí vamos a comer, más al ratito convivimos con la familia que nos llega a visitar acá a la tumba de mi hermano”, relató Nadia Jiménez Ortiz, habitante de Juchitán.

Para los zapotecas de Juchitán, honrar a sus muertos durante la Semana Santa, no sólo es una tradición, también es una fiesta.

Desde temprano se limpian las tumbas y a lo largo del día van recibiendo a familiares y amigos.

“Se siente alegría, de estar junto con ellos, porque ya son dos años, ya casi tres años por la pandemia, que, no los habíamos venido a ver, ya hacía falta, estar con ellos”, afirmó Alejandra Gómez, habitante de Juchitán.

La tradición de visitar a los muertos se retomó este año luego de la pandemia provocada por el COVID-19.

“El espíritu permanece, entonces, por esa razón estamos aquí hasta las seis de la tarde que podemos estar un rato para convivir con ellos”, concluyó Roselia Gómez Vicente, habitante de Juchitán.

A lo largo del día se reparte comida y bebida y por todos los rincones del panteón, suena la música. Al caer la tarde, todos regresan a casa, pues las autoridades no permitieron todavía que las familias pudieran amanecer bebiendo, comiendo y cantando con sus muertos.

Con información de Jorge Morales

NRV