Un exmarine estadounidense que fue deportado a México hace 15 años tras ser convicto de un delito menor ganó la batalla legal para recuperar su residencia permanente en Estados Unidos y cruzó la frontera en Tijuana, con una emotiva bienvenida días antes de la Navidad.
Marco Chávez se pasó el día haciendo las maletas y sacando un carrito rojo en el que llevaba a sus hijos cuando eran niños en Tijuana tras su deportación. Planea llevárselo de regreso a Estados Unidos y mantenerlo como recuerdo.
Un fallo de un juez de inmigración el mes pasado permite el regreso de Chávez, quien dijo que el progreso en su causa se produjo cuando la Unión Americana de Libertades Civiles le encontró un abogado, lo que llevó a que el gobernador de California Jerry Brown lo perdonaara por una sentencia de 1998 por crueldad hacia animales, al golpear a un perro. Chávez dijo que otra persona fue responsable.
Jerry Brown, demócrata, dijo: “Chávez sirvió a nuestro país, se ganó el perdón y merece regresar”.
Marco Chávez era un bebé cuando sus padres lo llevaron a Estados Unidos. Sirvió cuatro años en la Infantería de Marina y recibió una baja honorable. Cumplió 15 meses en un penal estatal por el caso del perro y fue deportado en el 2002. Tuvo que aprender español y encontrar trabajo en un país que le era ajeno.
Chávez dijo que su esposa encontró muy difícil la vida den Tijuana, una ciudad norteña mexicana plagada por violencia en la que las escuelas son pobres y hay poco trabajo. Ella regresó eventualmente a Estados Unidos y se estableció con sus hijos en Iowa luego de divorciarse de Marco Chávez.
Marco Chávez tiene ahora 45 años y sus hijos tienen entre 17 y 21 años. Lo visitaron por última vez en Tijuana en el 2013.
Sus padres, que viven en Los Ángeles, lo visitaron regularmente. Chávez planea vivir con ellos mientras espera el remplazo de su tarjeta de residencia permanente. Entonces se mudará a Iowa y tratará de fortalecer las relaciones con sus hijos. Espera naturalizarse un día.
Con información de AP
MLV
