En Chimalhuacán, Estado de México, la Fundación Mitz se dedica a enseñar a las mujeres a trabajar con material de desperdicio y poderlo convertir en artesanías.
Para ellas, la jornada comienza cada miércoles cuando acuden a llevarse el material con el que van a trabajar en casa. Es un material de desperdicio que desechan algunas empresas y que ellas convierten en verdaderas artesanías.
Han aprendido a cortar con precisión, a hacer los dobleces con exactitud, para luego empalmar utilizando el arte del origami, algunas más también han aprendido a tejer y lo hacen como si lo hubieran hecho siempre.
Juana Teresa Camacho aprendió a tejer con un material especial. “yo se tejer, yo se tejer, pero pues, con hilo, más no con este material, entonces a mí, me lo mandan y pues yo lo hice, agarre y lo hice con medio punto, es más, es un poquito más difícil por el material, pero lo hice”.
Son mujeres que viven en Chimalhuacán, Estado de México, un municipio con alto índice de marginación, cuyas familias usualmente trabajan en los tiraderos de basura de la zona.
Y si bien, no han logrado superar sus condiciones de pobreza, la elaboración de los productos, que van desde bolsas, hasta carteras, portafolios y monederos, les ha permitido tener un ingreso extra y elevar su calidad de vida.
Por ejemplo, con lo que gana, la señora Tere se ha podido hacer cargo de la enfermedad de su hija, quien padece lupus, y de su nieta.
La Fundación Mitz, que en náhuatl quiere decir ‘Para ti’, les brinda a estas mujeres talleres de desarrollo humano, para que tengan un crecimiento personal.
Karla Aguilar Arce, señaló: “El cambio en mi fue muy drástico, porque yo estaba como muy centrada en mi casa y pues ha cambiado mucho mi manera de verme, de sentirme, me siento autosuficiente, puedo ayudar a mi familia en el aspecto económico, las pláticas me han ayudado mucho a entenderme, a comunicarme mejor con mis hijos”.
Y al final, les permite soñar en grande.
Con información de Karina Cuevas
LSH